Sautúa interroga, no responde. Las transparencias de sus figuraciones se difuminan en ambientes neblinosos, tamizados por un estricto uso de la luz. La ofrenda lírica se barroquiza por momentos, como en El elegido. Pero, a fin de cuentas, todo es aéreo en su concepción plástica. Alguna vez ya lo dijimos: Sautúa sueña. Hoy debemos añadir: está a punto de despertar. Virginia Alberdi Benítez
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