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Rita Longa: cumbre de la escultura cubana
14June
Artículos

Rita Longa: cumbre de la escultura cubana

Por Yordanis Ricardo Pupo / Fotos: @yricardo

A lo largo y ancho de la Isla, y por más de sesenta años, Rita Longa esparció su legado. El ritmo, la gracia y el refinamiento de sus esculturas y monumentos recrean el ambiente de residencias, plazas, templos religiosos y centros culturales, atrapando la mirada de los transeúntes.

La artista habanera –que este 14 de junio cumpliría 106 años-, talló en piedra, bronce, madera y moldeó en yeso y terracota la belleza del cuerpo humano –especialmente de la mujer-, la “gloria del espíritu”, la religión y los orígenes de nuestra nacionalidad.

De sus manos salieron obras imperecederas en la memoria y el ambiente del cubano: Grupo familiar (1947, “los venados” del Zoológico de 26); la Virgen del Camino (1948); la Ballerina (1950) del Cabaret Tropicana; los bustos de Hatuey (1955) en las cervecerías de igual nombre y en la ciudad de Baracoa; la Aldea Taína (1964) en la Ciénaga de Zapata; la Fuente de Las Antillas (1977) en Las Tunas y el Gallo de Morón (1982) en Ciego de Ávila.

Han pasado más de ocho décadas desde que exhibiera su primera obra (Diana, 1932), en una muestra colectiva benéfica. En  1933 expuso en el Círculo de Bellas Artes, un año más tarde en el Lyceum y en 1935 recibió el Premio del Primer Salón Nacional de Pintura y Escultura.

Guiada por la vocación de cambio y actualización que alentó a nuestros artistas en los años '30, se convirtió en la mayor exponente de la Vanguardia escultórica y, en 1936, cuando se funda el Estudio Libre, participó como Orientadora, junto a los pintores Eduardo Abela, René Portocarrero, Mariano Rodríguez y Domingo Ravenet, donde enseñó –por primera vez en Cuba- técnicas para la talla directa.

Antes de concluir esa década, ya era Secretaria Ejecutiva del Instituto Nacional de Artes Plásticas y había participado en exposiciones colectivas en México, República Dominicana y Nueva York; posteriormente sería declarada Miembro de las academias de Artes y Letras de Cuba, y de San Fernando, en Madrid.

En 1960 fundó y dirigió en La Habana el Taller Guamá y, entre 1962 y 1964, realizó el más amplio de sus proyectos: la Aldea Taína, en el Centro Turístico Guamá, de la Ciénaga de Zapata.

Durante la década del '70 diseñó el Bosque de los Héroes (1973), monumento de mármol emplazado en Santiago de Cuba, y organizó los simposios y proyectos que convirtieron a la ciudad de Las Tunas en la Capital de la escultura cubana. Allí quedó uno de sus más bellos trabajos: la Fuente de las Antillas (1977).  

Desde 1980 y hasta su muerte, veinte años después, presidió el CODEMA (Comisión para el Desarrollo de la Escultura Monumental y Ambiental), a la vez que continuó su incansable labor con la serie Majagua, tallas en esa madera para algunas representaciones diplomáticas en el exterior y edificios públicos de la Isla.

De esa época son Gallo (1982), devenido símbolo de la ciudad de Morón; Resplandor (1988), ubicado en el complejo sanatorial de Topes de Collantes, Sancti Spíritus, y la Fuente de Guanaroca (1988), en Punta Gorda, Cienfuegos; además de exposiciones personales en naciones como Chile, Vietnam, Guinea Ecuatorial, Francia y los países de la antigua Unión Soviética.

Asimismo, emplazó Gema, en el Parque de la Amistad de Belgrado; Monumento a Martí, en La Coruña, España, y Figura no trunca, en la residencia Álvarez Tabío, en San Juan, Puerto Rico.

En 1992, en su ochenta cumpleaños, fue homenajeada por el Museo Nacional de Bellas Artes, frente a cuyo edificio de Arte Cubano se encuentra, desde 1953, la escultura Forma, espacio, luz, símbolo de la artista y de su universo creador. 

Al morir, el 29 de mayo de 2000, Rita Longa Aróstegui había recibido los más altos reconocimientos del Ministerio de Cultura y el Consejo de Estado de la República de Cuba: la distinción por la Cultura Nacional (1981), la medalla Alejo Carpentier (1982), la Orden Félix Varela (1988) y el Premio Nacional de Artes Plásticas (1995).

Pero la trascendencia de su obra no radica en reconocimientos oficiales sino en que salió de talleres y galerías para instalarse en la cotidianidad de sus coterráneos, quienes la sitúan en la cumbre de la escultura cubana de todos los tiempos.

 

Obra de Rita Longa

 

Principales obras:

Diana (1932)

Grupo familiar (1947, bronce, Parque Zoológico, Avenida 26)

La Virgen del Camino (1948, bronce, San Miguel del Padrón)

Ballerina (1950, piedra artificial, Cabaret Tropicana)

Forma, espacio, luz (1953, Museo Nacional de Bellas Artes)

Hatuey (1955, cuatro bustos, cervecerías Hatuey y en Baracoa)

Muerte del Cisne (1959, jardines del Teatro Nacional)

Aldea Taína (1962-1964, Centro Turístico Guamá, Ciénaga de Zapata)

Martí, autor intelectual del Moncada (1973, Santiago de Cuba)

Bosque de los Héroes (1973, mármol, Santiago de Cuba)

Fuente de Las Antillas (1977, proyecto de 1965, piedra artificial, Las Tunas)

Gallo (1982, Morón, Ciego de Ávila) 

Resplandor (1988, bronce, complejo sanatorial de Topes de Collantes, Santi Spiritus)

Fuente de Guanaroca (1988, Punta Gorda, Cienfuegos)

Gema (1989, hierro soldado, Parque de la Amistad, Belgrado, Yugoslavia)

Monumento a Martí (1991, La Coruña, España)

Figura no trunca (1992, residencia Álvarez Tabío, San Juan, Puerto Rico)