Pasar al contenido principal
Nelson Domínguez. Un hombre que no cesa...
16February

Nelson Domínguez. Un hombre que no cesa...

Por: Alexis Triana / Fotos: Nicolás Pavie y Nelia Moreno

Ahora mismo está sentado como si nada, en medio del segundo piso de esta inmensa casa taller, casi frente por frente a la Plaza de Armas, y cuyo portón mira a la estatua del caballero de París, –que a todos los incautos les da por querer agarrar de la barba–. Mas él ni tiempo tiene para esos augurios: anda fundando, y habla con reposada pasión de sus nuevos sueños.

Lo escoltan Oriol, el director del Teatro de Los Elementos, y Estrada, quien le lleva anotada la realidad, y su bella y joven esposa Danae, quien elige imágenes de las obras en la computadora para el próximo Dosier de Arte por Excelencias.

Otros a su edad física hacen recuentos de sus decepciones y fracasos: él se viste de todo blanco, e invita a los amigos a su nueva boda en las estribaciones del Escambray. Porque siempre está llegando antes a todas partes, quizás por el olfato del guajiro que nunca deja de ser, o porque su sentido de la realización sobre la tierra es ser útil,  y el dinero es sólo una moneda. Que para algo nació en Baire, provincia Granma, a estos caminos del mundo.

Oriol me advierte que es el mismo Nelson que conoció en la Escuela Nacional de Arte, y después reencontró en la Universidad de las Artes, cuando ya era un profesor con méritos indiscutibles, por haberlo preparado la gran Antonia Eiriz para que le sucediera en la enseñanza artística, y de la que hoy es profesor consultante.

Los más, quisieran ahora mismo una galería en el Vedado o Miramar; él nos invita justo sobre el 14 de febrero a la inauguración de la única galería de arte rural del país; y te puede hablar durante horas lo mismo del  taller de gráfica en la Villa Panamericana, que del proyecto Bolsillo Flaco, o la última donación de obras para ambientar un hospital, que del último sueño para la Galería Los Oficios en plena Habana Vieja.

Vea también: Primera Galería Rural en Cuba

"Este proyecto nació de una convocatoria de Oriol a los artistas para que fuéramos a pintar a El Jobero, y allí creció la necesidad de hacer nuevas cosas, hasta que surgió la posibilidad de abrir una galería de arte, con iluminación profesional y curaduría, y todas las condiciones que ella requiere. Porque los que viven allí, que son campesinos, tienen el mismo nivel de instrucción que nosotros, y quieren poder asistir a la inauguración de una exposición, y apreciar el arte como el que más.

Por eso, este concepto desborda la idea tradicional de la galería de artes plásticas, e incluye un taller de cerámica y una casa de la cultura, y un lugar de reunión social para celebrar hasta los cumpleaños, o proyectar filmes y hacer conciertos. Tenemos muchos planes de desarrollo para el lugar, y la apertura de la galería es sólo otro de ellos. Ya dejó de ser ideas para ser una realidad... una comunidad cultural como siempre pensó Oriol para los 27 años de Teatro de los Elementos en Cumanayagua, Cienfuegos. Y que como parte de un proyecto de iniciativa municipal de desarrollo local, tener un horno que permita la creación industrial de esos productos, e incorpore a la comunidad como participantes activos.  

Es mi forma de hacer y pensar: ver la Isla como país, no como La Habana. Es como que vivo en Cojímar, y logré permutar mi casa propia tras siete años de gestiones con el estado. Y vamos a convertir unas ruinas que están delante en un espacio que se llamará Casa Abierta. Martí vivió allí en determinado momento, y la idea inicial era un museo vivo, mas ahora queremos que los que tengan colecciones en sus casas, y sólo lo vean ellos, las traigan ahí y hasta cobren la entrada, y de esos ingresos puedan dar un porciento al desarrollo local.

 

Nelson y el autor de la entrevista en la Galería Los Oficios en La Habana Vieja.
Nelson y el autor de la entrevista en la Galería Los Oficios en La Habana Vieja

 

Me involucro porque creo en ello. Tal y como hicimos con el proyecto Bolsillo Flaco, una visión que se me ocurre un día, pensando en que el público cubano conoce a sus artistas, pero no tiene el poder adquisitivo para el valor de esas obras. Entonces hicimos esas mismas en formato pequeño, hasta del tamaño de una tarjeta magnética, para fomentar el coleccionismo popular; y que tuviera el valor de una botella de ron, por ejemplo, que alguien se toma todos los días. Y va a ser más necesaria a su familia y a su espíritu, porque se trata del acceso de los ciudadanos a la obra de arte.

Y ha tenido mucho éxito en las ferias, porque es un movimiento en todo el país, donde haya base para la obra gráfica. Hemos donado dos talleres, uno a Guantánamo y otro a Granma, con máquinas para litografía y serigrafía, y eso ha permitido que los artistas tengan la posibilidad de participar. En algunos lugares se llama diferente, mas el concepto es el mismo. Hay personas que ya tienen sus colecciones de Bolsillo Flaco, porque las han ido adquiriendo en la Feria de Arte en La Rampa, que fue donde empezamos a llevarlas.

Yo prefiero ser oportuno y no oportunista, y hay proyectos que pueden parecer muy mediáticos a primera vista, sólo que se hicieron muy bien pensados, con curaduria y permanencia, por casi diez años. En el Taller de Gráfica Contemporánea de la Villa Panamericana, hacemos todo tipo de reproducciones de obras por encargo, y le hemos conciencia a los artistas del valor de la gráfica, para multiplicar el alcance de su obra, y preservar la obra original.

Es como el trabajo que hacemos en los hospitales - galerías, que se inció a raiz de que estuve internado un dia en Ciego de Ávila, y cuando ví las paredes del cuarto, me dije: aquí falta nuestro espíritu. Y entonces, rememorando nuestra primeras etapas de donaciones como artistas a estos centros médicos, donde hay muchas obras maltratadas por el tiempo −salpicadas hasta de sangre, como en Santa Clara, por lo que sucede en un hospital−, concebí que se hiciesen las obras en murales de cerámica para estos espacios públicos, para que sean como galerías al are libre.

Lo mismo hicimos en Las Tunas, o queremos en Holguín, e igual se ejecutó en Camagüey, en Santi Spíritus, en Cienfuegos; yo convoco a los artistas, porque fui profesor en la ENA y el ISA, y tengo amigos y colegas pintores, y trabajamos a pie de obra.

Es lo que ahora mismo se hace con el Hospital de 26, en La Habana, con obras de ochenta o noventa artistas del Taller de Gráfica Contemporánea. O una donación que estamos entregando al Ministerio de Cultura de Cuba, de varios de esos artistas, valorada en diecisiete mil dólares, para lo que se disponga y necesite para la promoción del arte y la cultura cubanos.

Creo que la comercialización de la obra de arte ha hecho desaparecer en algunos el sentido de la solidaridad, de entregar sin recibir a cambio más que la dmiración y amor de los tuyos. Es verdad que el artista vive de su obra, pero hay muchos que necesitan de nosotros, y los artistas tenemos que dar nuestro do de pecho".