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Giselle conmueve en el Teatro Nacional de Cuba
04November

Giselle conmueve en el Teatro Nacional de Cuba

Compañías y estrellas cruzan en el 26. Festival Internacional de Ballet de La Habana "Alicia Alonso", unos con más suerte/intensidad que otros.

Por los escenarios del mundo, desfilan los grandes ballets de repertorio desde el siglo XIX, y habrían desaparecido hace mucho tiempo de no ser por el encanto de revivir en cada nueva función, y en cada bailarín que los interpreta a través de los siglos. Giselle y El lago de los cisnes comparten la gloria mítica de ser las obras que mayores dificultades presentan a los ejecutantes y, en última instancia, las que permiten dictaminar si un artista es verdaderamente talentoso o no. Precisamente la primera (Giselle), ancló en estos días de la cita internacional de la danza en la capital cubana, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, como homenaje al aniversario 75 del debut de nuestra Alicia Alonso, en el célebre personaje, y donde han dejado su piel destacados bailarines cubanos y de otras latitudes aquí presentes. Giselle es la obra cumbre del Romanticismo, y supone el anhelo máximo de la bailarina clásica por llegar a ser, perfección, paradigma interpretativo/técnica de múltiples dificultades. La obra cumple 177 años en este 2018, y todavía conmueve al espectador como ningún otro ballet. En el Ballet Nacional de Cuba mantiene un hálito especial, desde aquel día memorable de 1943 en que Alicia Alonso lo tocaba por primera vez en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Tradición mantenida de generación en generación y "vigilada" de cerca por la Maestra, y otros grandes de la escena cubana, quienes en el tiempo han dejado también sus marcas en ella.

La pieza, con coreografía de Coralli y Perrot, y música de Adam, se convirtió en el tiempo, en una de las más importantes realizaciones de la danza del siglo XIX. En Giselle se logra una relación armónica entre música, danza pura y pantomima dramática. Como anotara el conocido crítico Arnold Haskell, triunfar en Giselle significa para la bailarina un éxito de personalidad, un singular ejemplo de auténtica personalidad disciplinada técnicamente. 

 

Ballet Giselle

 

Giselle (Coreografía: Alicia Alonso, sobre la original de Jean Coralli y Jules Perrot. Libreto: Théophile Gautier, Vernoy de Saint-Georges y Jean Coralli, inspirado en una leyenda popular germánica recogida por Heinrich Heine. Música: Adolphe Adam. Diseños: Salvador Fernández) dentro del repertorio del Ballet Nacional de Cuba posee una significativa importancia. La versión coreográfica de Giselle, realizada por Alicia Alonso ha sido incorporada al repertorio de prestigiosas agrupaciones danzarias internacionales. Entre ellas el Teatro Colón, Buenos Aires, Argentina, 1958; el Teatro Griego, Los Angeles, California, Estados Unidos, 1958; el Ballet de la Ópera de París, Francia, 1972; el Ballet del Teatro de Bellas Artes, México, 1976; el Ballet de la Ópera del Estado de Viena, 1980; el Ballet del Teatro San Carlo, Nápoles, Italia, 1981; y el  Ballet del Teatro Nacional Eslovaco, en 1989, entre otras.

Sirvan estos apuntes para recordar algunas de esas funciones. Un fraseo de altura en los protagónicos conformaron, en los dos actos del clásico, por la personal manera de enfrentarlo, no exenta de momentos altos en el baile, los bailarines principales del American Ballet Theatre (Estados Unidos) Hee Seo/ Corin Stearns, quienes asumieron los roles protagónicos de Giselle/Albrecht, en la obra cumbre del Romanticismo, que por estos días cobra vida en la sala Avellaneda, del Teatro Nacional (Plaza de la Revolución).

El encantamiento que logran transmitir con su apropiación del espíritu de la danza, la limpieza/desenfado de los movimientos, y la personal interiorización de lo vivido en escena, se fundieron como un todo en las tablas. Ella, con una fluidez escénica, espléndida técnica y la precisión de los gestos ofreció un desempeño espontáneo, grácil, cual joven enamorada…, capaz de establecer una rápida comunicación con el público. El, bailarín provisto de esa honestidad profesional capaz de estremecer con su personalidad escénica, fue un sobresaliente Albrecht con un dominio técnico de altura, para juntos entregarse de lleno en la difícil obra. La reina de las willis de Claudia García, llenó la escena con un brillo particular, mientras que el Hilarión, de Javier Torres, un bailarín reconocido y de clase, se observó algo “amarrado” en cuanto a expresión corporal en el primer acto, trabajo que fue creciendo  a medida que se internaba en la pieza, para poner el drama en acción. La Bertha, de Yillian Pacheco convenció, y Chavela Riera iluminó, con su hermosa presencia la Bathilde. Otra vez, el cuerpo de baile arrancó las más fuertes ovaciones con su labor, hilvanada con precisión/estilo, para llegar con fuerza a los espectadores. Muy bien sonó la hermosa música de Adolphe Adams, en la  Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el maestro Giovanni Duarte. Otro regalo del 26. Festival Internacional de Ballet de La Habana, Alicia Alonso, que el martes baja el telón.

Fotos: Ariel Cecilio Lemus