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El artista más importante de la Bienal tiene nombre de mujer y se llama CUBA
26June
Artículos

El artista más importante de la Bienal tiene nombre de mujer y se llama CUBA

Jorge Fernández, Director de la Bienal y del Centro Wilfredo LamEsta Bienal se cuestiona la megaexposición. Hemos partido de la premisa de pensar el arte en su lugar. No desde la exposición clásica, sino donde las obras puedan surgir y desarrollarse, donde es su hábitat natural.

Se ha querido ver el arte en su transdiciplinariedad. Estarán participando artistas de la danza, el teatro, el cine. Sin embargo, la idea es ir más allá de las fronteras tradicionales del arte e involucrarlo, además, con las ciencias, en relación con la arquitectura, con las comunidades, no solo barriales, sino científicas, académicas…

La educación hay que pensarla desde un acto creativo, porque el arte incide en la factura de la ética y ahí creo que está el gran desafío que puede vivir la creación artística. La Bienal apuesta a convertir la educación también en parte de los procesos del arte. Si el arte no ayuda en eso, si no interviene, entonces no tiene sentido. Hemos querido movilizar casi todo el sistema de enseñanza general, no solo las escuelas de arte. Hay proyectos con estudiantes de preuniversitario, de escuelas de arte, con escuelas primarias…

Para muchas personas puede llegar a ser una Bienal un poco chocante, porque no todas las obras implican una objetualidad ni tienen una visualidad marcada en un recinto expositivo clásico tradicional, y ese también es un riesgo que se corre en este evento.

Se han realizado encuestas cuyos resultados la sitúan entre las más importantes del mundo. La nuestra posee un componente social muy fuerte. Una Bienal que está constantemente tensando la cuerda, que se mira a sí misma, que se cuestiona para después entender la realidad y poder intervenirla. Una Bienal que trata de ajustarse al tiempo que le ha tocado vivir, convulso, complejo, y que sume la realidad con total naturalidad y organicidad. Creo que es eso es lo que la mantiene viva.

Es un evento que ha seguido defendiendo los espacios que América Latina, el Caribe, África —hasta donde podemos llegar por la lejanía— se han ganado las artes visuales. Asimismo, hemos logrado contar con una presencia más significativa de artistas asiáticos. En esta edición la participación árabe es esencial en comparación con las anteriores, y no renunciamos a los artistas europeos y a los norteamericanos. Una Bienal que ha sido, hasta para los cubanos, una plataforma de lanzamiento.

Es un espacio legitimado, que mira al arte y lo piensa. Es una Bienal que combina muy bien el arte emergente, el arte joven que convive en armonía con el de los artistas ya instaurados. En esa convergencia, en ese diálogo, está también el carácter pedagógico que tiene desde su segunda edición y que se ha mostrado a través de talleres y otros procesos de interacción.

Con toda seguridad la Bienal es un espacio de confrontación, de mucha confrontación, tanto en lo externo como en lo interno. Construir la Bienal lleva una labor de discusión, de debate y análisis de mucho tiempo. Además, en un evento de esta índole suceden muchas cosas y es muy difícil que todo el mundo pueda leerlo de una manera mucho más holística e integradora. Eso siempre genera confusión e implica riesgos.

Algunos proyectos quedan muy bien, pero otros no. Es algo que te va desbordando, porque cada cual tiene en su cabeza su propia Bienal. No puedes controlarlo todo. En arte nadie tiene la última palabra. Es muy difícil incluso decidir qué es o no arte, porque cualquier obra humana pasa por la subjetividad de las personas y por percepciones en construcción y, por tanto, se pueden cometer errores. Eso ya es una confrontación desde el punto de vista estético.

Pensar que no habrá confrontación es una ingenuidad tremenda. El arte no puede sustraerse a los procesos políticos ni a los sociales. Cualquier acción que hagas en Cuba y que esté relacionada por un contexto, siempre generará polémica y discusión, mucho más en la coyuntura actual que vive el país.

(Tomado de Granma, Una Bienal que mira el arte y lo piensa).

Osmany Betancourt expone Restauración para amor mecánico como parte del Museo Orgánico Romerillo (MOR).

Windows colonial, de Guillermo Ramírez Malberti, proyecto Zona Franca.

Demo, de Eladio de Mora, en la fortaleza de La Cabaña