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Arte latinoamericano y caribeño en el oasis del mercado: Art Basel 43
05September
Artículos

Arte latinoamericano y caribeño en el oasis del mercado: Art Basel 43

“Collectors expect –and find– the best”, es el titular de uno de los artículos publicados por The Art Newspaper (art basel daily edition) durante la feria Art Basel, en su 43 edición. La frase no puede ser más ilustrativa de las dos facetas que perfectamente articula esta Feria, y que garantizan su éxito y su alto prestigio. Por una parte la participación de la élite del coleccionismo a nivel mundial (es el paraíso de los grandes coleccionistas, que son capaces de invertir verdaderas fortunas en obras de arte), y por otra la alta profesionalidad y prestigio de las galerías participantes y de los artistas que estas representan y exhiben. De este modo, Art Basel se reafirma como la feria de arte moderno y contemporáneo más importante del mundo y la cita más relevante del mercado del arte; ha superado todos los récords: 65 000 visitantes, más de 300 galerías de 36 países, 2500 artistas, ventas que en las primeras horas superaban 30 % de las piezas. Cifras a las que se unen el interés por desarrollar sus diversas secciones (Art Unlimited, Art Statement, Art Feature), presentaciones fílmicas (Art Film), conferencias (Art Salon) y la invitación a descubrir barrios de la ciudad a través del arte (Art Parcours), desplegando una dinámica realmente intensa y única. El arte y su mercado se dan cita en una ciudad que, como cada año, se transforma en la meca de las ventas privadas de un comercio globalizado que no parece conocer la crisis.

Así, tras un riguroso proceso de selección que se mantiene en todas las categorías, las galerías punteras en arte latinoamericano asistieron al encuentro que reunió a “las 300 galerías más influyentes e innovadoras del planeta”: cuatro de Brasil (Fortes Vilaça, Millan y Luisa Strina de São Paulo y A Gentil Carioca de Río de Janeiro); tres de México (Kurimanzutto, OMR y Proyectos Monclova) y una de Argentina, la bonaerense Ruth Benzacar. Sin llegar a ser uno de los componentes mayoritarios en proporción respecto al resto de artistas y galerías, como suele suceder en la cita de Miami (en el año 2011 con una treintena y en el 2010, con una veintena de galerías latinoamericanas), Basilea sigue reuniendo una considerable representación de arte latinoamericano y caribeño, con nombres y figuras fundamentales como Fernando Botero, Wifredo Lam, Roberto Matta, Lucio Fontana, Waltercio Caldas, Félix González-Torres, Ana Mendieta, Doris Salcedo, entre otros. Un arte ampliamente insertado en los circuitos internacionales, y sobre el que –tal y como afirma Marc Spiegler, director de la Feria– “es muy difícil generalizar”, subrayando que “el arte latinoamericano es tan diverso como el arte del resto del mundo”.

Una gran instalación del mexicano Damián Ortega marcaba la entrada principal del Art Unlimited, comisariado este año por Gianni Jetzer (director del Swiss Institute, Nueva York) y planteado como un programa “ilimitado” de obras monumentales. Titulada Architecture Without Architects, 2010, ofrece una de sus clásicas deconstrucciones centradas en la convergencia de la arquitectura, la escultura y el análisis espacial. Sillas, mesas y elementos arquitectónicos flotando en el aire, desafiando la gravedad, daban la bienvenida a los visitantes, invitándoles a perderse en un universo de impresiones. Una obra que fuera el punto focal de su exposición en el Barbican Center (Londres, 2010), y que aquí se ratifica como ejemplo de su habilidad para transformar lo ordinario en extraordinario, y de brindar al espectador la afirmación de una nueva visión del espacio privado, de lo cotidiano.

Entre los temas y las perspectivas que aportaban los proyectos seleccionados para Art Statements, dedicado a presentar el trabajo de artistas emergentes, destaca el trabajo del joven artista mexicano Edgardo Aragón (Proyectos Monclova, México DF). La Trampa, 2011, es una instalación de video de tres canales que narra la vida y muerte de un pueblo remoto de Oaxaca, al sur de México, nacido en torno a una pista de avioneta clandestina para el transporte de marihuana durante los años setenta y ochenta. La videoinstalación combina varios planos fílmicos que superponen vistas de los intentos de aterrizaje de un último avión recreados por el artista, restos de la aeronave original sobre el paisaje desértico y un trío local interpretando una canción popular que narra la historia del avión quemado por los narcotraficantes para evitar ser capturados por la policía federal. Todo ello desde el inquietante contraste entre la desolación de las imágenes, la crudeza de la historia narrada y la aparente armonía de la canción trasmitida de boca en boca por los habitantes de la ciudad. Dos galerías holandesas completaban la participación latinoamericana en esta sección, que ha promovido jóvenes artistas desde 1996: Diana Stigter (Ámsterdam), con una instalación objetual de la argentina Amalia Pica (afincada en Londres) que habla sobre la insuficiencia de los sistemas normalizados de comunicación y Upstream Gallery (Ámsterdam), presentando animaciones y videos de los chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña.

Muchas son las galerías internacionales que incorporan o se mantienen trabajando con artistas del Caribe y/o Latinoamérica, a raíz del interés que despiertan sus creaciones (solidez discursiva de las propuestas) y de la estabilidad que mantienen a nivel de mercado –aun frente a la preferencia por un tipo de arte más clásico por parte de muchos compradores, o al empuje de otros contextos como el asiático o el de Europa del Este. De ahí que además de las galerías latinoamericanas presentes en la Feria (un total de ocho), buena parte de la representación del arte de estas regiones vino dada por espacios procedentes de otras latitudes, entre los que podemos destacar a la parisina Chantal Crousel con obras de Jennifer Allora & Guillermo Calzadilla, Abraham Cruzvillegas y Gabriel Orozco; la barcelonesa Joan Prats con la serie Der Biologe, 2012, espléndidos dibujos en tinta sobre papel de Fernando Bryce y óleos de Enrique Martínez Celaya; Edwynn Houk Gallery (Zúrich-Nueva York) con la pieza Irises (from Pictures of Magazines), 2004, de Vik Muniz; y Peter Kilchmann (Suiza) con importantes trabajos de Teresa Margolles, Los Carpinteros, Javier Téllez, Francis Alÿs, Jorge Macchi y Melanie Smith.

La Galería Peter Kilchmann incluía –por primera vez– el trabajo del grupo Los Carpinteros (Marco Antonio Castillo y Dagoberto Rodríguez): una serie de acuarelas y la pieza Conga Ceniza, 2012, un tambor de color negro cuya materia se derrite sobre el suelo, un instrumento de percusión cromado que parece estar fundido, como si hubiera sido expuesto a una temperatura o presión alta (una “fusión”), siendo a la vez una metáfora del meltdown de los individuos en las sociedades oprimidas. Como en muchas de las obras de este grupo la prevista funcionalidad del objeto ha sido torcida, la tenue línea entre realidad e irrealidad ha sido subvertida, y el espectador se encuentra desorientado o abierto a otras formas de asociación. La pieza forma parte de una serie de “instrumentos musicales derretidos” que juega con algunos de los más importantes componentes de la idiosincrasia del cubano: la música, la burla o choteo y el clima tropical, y alude al efecto catártico que tienen la música y la danza en el cubano medio, diluyendo graves problemas en el ritmo de los tambores que terminan por transformarse en una festividad.

Otra visión que parte de referencias propias de un contexto específico la encontramos en la obra de Carlos Garaicoa, que podía verse en el stand de Galleria Continua (Italia); y en una exposición individual del artista titulada La ciudad vista desde la mesa de casa en el Kunsthaus Baselland, como parte de programa VIP de la Feria. La muestra permitía establecer un interesante recorrido por sus últimas etapas de trabajo, incluyendo piezas recientes como De la serie lo viejo y lo nuevo, 2010, El árbol de la abundancia, 2011, o Prêt-à-porter, 2011, en las que se enfatiza su aproximación crítica hacia la realidad sociopolítica contemporánea. De la mano de Galleria Continua, destacaban especialmente una serie de pequeñas fotografías de edificaciones destruidas de la ciudad de La Habana reveladas sobre lámina de hueso. A pesar de tratarse de la apariencia actual de zonas emblemáticas estrechamente vinculadas a la vida popular, el tratamiento (tono amarillento, ocre) de las imágenes acentuaba su condición de ruina, trasmitiendo la sensación de estar ante una postal antigua o especie de documentación histórica de importantes escenarios de la ciudad.

Otro enfoque de lo fotográfico era ofrecido por Marian Goodman (Nueva York), donde podíamos ver un conjunto de cuatro fotografías recientes de Gabriel Orozco, representativas de las instantáneas de objetos y situaciones que el artista encuentra en la calle y cuyo sentido es reforzado por los títulos: Jerga cubana muestra el típico "trapeador", instrumento para limpiar los hogares cubanos; Cubo amarillo, un objeto de esas características en medio de la calle; Orange line, una cáscara de naranja que dibuja una espiral; y Manhole cover retrata lo que parece ser una alcantarilla. Imágenes donde conserva el nivel objetual de la obra sin necesidad de efectuar operaciones de desplazamiento, aislamiento y descontextualización, y que a su vez le permiten rencontrar otra de las claves básicas de su lenguaje, el ser un corte, una interrupción en el tiempo y el espacio. En consonancia con la poética de Orozco, encontramos la pieza Hero, 2011, de Wilfredo Prieto, presentada por la galería Annet Gelink, Ámsterdam, un gran rectángulo traslúcido, una estructura vacía, que activaba conceptos claves de su discurso como: presencia y ausencia, vacío y lleno, contenedor y contenido.

Mención especial merece el stand de la galería belga Jan Mot, donde dialogaban obras y creadores de diversas generaciones y contextos, con intereses similares. Así, encontrábamos obras del argentino David Lamelas, uno de los pioneros del arte conceptual de los sesenta y los setenta, Marcel Broodthaers e Ian Wilson junto al trabajo de artistas más jóvenes como Tris Vonna-Mitchell y Mario García Torres, autor de la instalaciónAn Approximation to 9 at Leo Castelli (My Own Experiences, Findings and Happenstances), 2011, que parte de la investigación y recreación de la exposición 9 en la galería Leo Castelli, Nueva York. A diferencia de otros trabajos del artista que retoman sucesos poco conocidos, la exposición albergada en Leo Castelli a finales de 1968 no pasó desapercibida, sino que se instituyó en momento paradigmático de la historia del arte conceptual. Organizada por Robert Morris apenas dos meses después de la publicación de su Antiform Essay, reunía obras de Giovanni Anselmo, William Bollinger, Eva Hesse, Stephen Kaltenbach, Bruce Nauman, Alan Saret, Richard Serra, Keith Sonnier, y Gilberto Zorio. No obstante, el interés del artista surgió a partir de la información contradictoria alrededor de la exposición, de la poca atención que recibió en su momento y de su casi inexistente documentación. Esta ausencia de claridad lo invitaba a llenar los espacios en blanco y a regenerar la muestra, construyendo nuevas unidades de significación.

La galería Esther Shipper (Berlín) apostaba por la obra del mexicano Gabriel Kuri con dos de sus típicos collages y una instalación escultórica. Como varios de sus coterráneos Kuri estaba ampliamente representado en la feria: Kam yuen group, 2011 (facturas impresas sobre gobelinos de lana tejidos a mano), podía verse en la galería Kurimanzutto, un espacio que incluía además trabajos de Gabriel Sierra, Orozco, Damián Ortega y Allora & Calzadila. Destacan igualmente las propuestas presentadas por Fortes Vilaça con fotografías de Mauro Restiffe, emblemáticas esculturas de Ernesto Neto y la pieza Estantería, 2010, de Los Carpinteros (de la cual se vendieron tres ediciones apenas inaugurada la Feria) y A Gentil Carioca (Río de Janeiro), con un proyecto comisariado para Art Feature donde los artistas José Bento, Lourival Cuquinha y Rodrigo Torres utilizaban los símbolos del dinero/oro para comentar sobre las economías globales y cuestionar el valor del dinero.

La participación latinoamericana y caribeña se complementaba con cuatro de los catorce proyectos integrantes del apartado Art Parcours este año –que invitaba a recorrer el barrio viejo de St-Johann, a orillas del Rin. Los Carpinteros con la intervención 150 people, 2012, vistiendo con ropas artesanales cada una de las sillas de la Prediger Church; Pedro Reyes, con su videoinstalación Baby Marx (2008-presente), basada en el debate del siglo xix entre socialismo y capitalismo con Karl Marx y Adam Smith como personajes principales de un espectáculo de títeres, convertida aquí en un espectáculo en vivo; Abraham Cruzvillegas, con el film Autoconstrucción, 2009; y Eduardo Basualdo con la instalación L’ innombrable, 2012.

De este modo, Art Basel, el gran escaparate del arte, creado en 1970, reunía obras que iban desde explorar los mecanismos que subyacen en la construcción del discurso artístico contemporáneo hasta el interés por el individuo y la realidad socioeconómica actual, como parte de un diálogo internacional entre creadores. Los artistas se globalizan, así como las ferias, lugares donde se cruzan las grandes fortunas y la emergencia de los nuevos mercados. Este cosmopolitismo ha sido una de las claves de Art Basel, una feria que ha evolucionado a escala internacional, con la llegada de países emergentes, ya sea a través de galeristas o coleccionistas, y que ha decidido, incluso, extenderse al mercado asiático al inaugurar su tercera sede en Hong Kong, en la primavera del 2013. En un momento en que, para muchos, el arte es visto “como una gran inversión, como un refugio seguro en los tiempos de crisis financiera como el que se vive”, esperemos que se mantengan los records de venta, y que –a pesar de la crisis– no solo la élite financiera continúe invirtiendo en arte contemporáneo, sino todas aquellas personas, instituciones o entidades interesadas.