Pasar al contenido principal
Entrevista con Frank Fernández después del primer concierto realizado en La Habana por el 400 aniversario de la llegada de los primeros japoneses a Cuba
11June
Noticias

Entrevista con Frank Fernández después del primer concierto realizado en La Habana por el 400 aniversario de la llegada de los primeros japoneses a Cuba

Frank Fernández con el director de orquesta japonés Yoshikazu Fukumura, a quien conoce desde hace 20 años. Por José Carlos de Santiago JC: ¿Frank qué significa tocar cada año con un maestro de la categoría de Yoshikazu Fukumura? Mira, ojala fuera cada año, eso realmente se da poco. Yo he tocado como 5 o 6 veces con él en Cuba, luego hicimos una gira por Vietnam en la que tocamos 5 veces más pero eso no se da casi nunca porque o no coinciden las fechas… es difícil, es… como ganarse la lotería. Porque uno trabaja duro, uno trabaja fuerte, uno puede incluso ser un excelente músico pero si el que está en el escenario compartiendo contigo no tiene la misma idea que tú.... Es como un equipo de football, si el que te va a acomodar la pelota no te hace un buen pase no hay gol y hoy hubo gol, me perdona la traspolación del lenguaje deportivo pero yo creo que así se puede resumir y es que Fukumura además de ser un gran director es un artista. Yo le explicaba ahorita a la agencia China que la diferencia entre un gran director o un gran pianista y un artista es un extra. El artista, además de ser un gran pianista o un gran director, es un ser dotado especialmente para trasmitir sentimientos. Él tiene esa virtud, pero lo maravilloso es que de alguna manera coincide conmigo o tuvo la gentileza de ponerse al servicio de mi sentido artístico, de cómo yo quería que sonara el concierto y eso se vio claramente en la respuesta del público, porque no se puede poner a un público frenético si no hay una trasmisión más allá del virtuosismo o de la categoría de la obra. Es una cosa muy hermosa poder compartir el escenario con un artista de la talla de Fukumura. Yo creo que hoy es un día de fiesta. JC: Frank, el maestro nos decía que llevaba un año preparando los conciertos. ¿Ha estado usted en colaboración permanente con él? La colaboración mía no ha sido directa con él. Esto es una jornada y cuando él te dice que ha estado preparándolo, se refiere a un grupo de solistas importantes japoneses, el único cubano soy yo. Todos los demás son solistas, famosos mundialmente. El próximo domingo toca un violinista que está considerado entre los diez mejores del mundo, después vienen unos cantantes y luego dos guitarristas. Todos son de primera talla mundial, y por razones de cariño, de respeto o por lo que fuera, él me escogió a mi para abrir la jornada. Es una jornada de casi un mes pero yo no trabajé con él, yo he trabajado con él en otros momentos, ahora nada más que nos hemos visto en los ensayos, pero él confía mucho en mi, somos amigos. JC:Sois contemporáneos. Él tiene 68 años y usted tiene 70… Así es, aunque él dice que yo soy mucho más viejo que él. JC: Hoy decíamos, o pensábamos, los que estábamos escuchándolos que el buen vino se añeja con el tiempo pero parece que en usted, la buena obra perdura y se hace más sólida todavía con el tiempo. ¿Cómo se siente a sus 70 años, en un concierto de este tipo, con el esfuerzo que esto requiere? Hoy me parece que tengo 40, pero la preparación de eventos como este cada vez me está llevando más tiempo. Para lo que antes yo preparaba en dos meses, ahora necesito 4 meses o sea que, aunque la gente me dice que me conservo bien, es más difícil a los 70 que a los 40. Lo que pasa es que –tu dijiste una cosa importante–, también hay detalles de la madurez, de la experiencia, de la felicidad y el sufrimiento que tiene vivir 70 años que se incorporan al mensaje y yo estoy seguro que el público capta eso y que el público oye cuando tu tocas en un susurro o haces un fuerte que te sale del alma, el público lo capta, el público es muy inteligente. JC: Hemos podido notar que mientras toda la orquesta usaba sus partituras, usted no toca con partituras, toca absolutamente de memoria. Eso es otro dato muy importante de su brillantez y su lucidez. Bueno, desgraciadamente no me puedo coger los meritos porque todos los solistas que tienen una categoría internacional están obligados a tocar este tipo de conciertos sin partitura. Eso lo inventó un húngaro, Franz Liszt, que fue considerado el más grande pianista del siglo XIX. Hasta que él inventó tocar de memoria, todo el mundo tocaba con partituras lo cual, se supone, que requiere un poco de menor esfuerzo porque no hay que tener tanta música en la cabeza ni tantas anotaciones. Yo quisiera ver a Liszt en sus últimos años –él vivió mucho y se hizo sacerdote en los últimos 10 o 15 años–, quisiera ver si seguía tocando de memoria porque el esfuerzo que hay que hacer es un plus que realmente demanda más estudio, demanda más energía. Sobre todo que con la edad a uno le va llegando la arteriosclerosis quiéralo o no y entonces es terrible estar 50 minutos memorizando miles y cientos de miles de notas. Pero bueno, hoy salió. JC: Una última pregunta. Este concierto de hoy, no solamente ha sido un acto cultural, ha sido un acto de hermanamiento de pueblos porque los 400 años de la visita del primer japonés al país es algo inédito. Yo creo que casi conocía este dato por tanto, para nosotros como espectadores ha sido un orgullo ver a un cubano y a un japonés tocando a la vez y compartiendo el escenario. Entonces, ¿qué opina usted de la fusión de culturas y de la mediación del arte para unir a esas culturas del pueblo que sea con el pueblo que sea? Yo creo que el único medio que existe para tratar de que este mundo nuestro no explote, no fracase, no se autodestruya, es el arte y esto es una demostración. El mundo caribeño nuestro no tiene casi nada que ver con el mundo asiático y dentro de Asia los japoneses también son una especialidad y hoy, además, tocamos la obra de un ruso, Rachmaninov. Yo pensaba que me iba a preguntar cómo era posible que llegaran a una comunión tan identitaria tres culturas tan diferentes. Yo creo que esa es la capacidad que tiene el arte de unir las almas, de unir las mentes y creo que es la única posibilidad de salvación. Yo creo que hay que cultivar los intercambios culturales, el amor a la cultura, el respeto al arte, por eso yo me siento muy feliz de haber puesto mi granito de arena en la celebración de estos 400 años del encuentro Cuba-Japón. Es increíble cómo puede haber una comunicación con solo dos días de ensayo. Yo creo que el primer día ensayamos una hora solamente, entonces yo creo que lo de hoy es la demostración de que el arte está por encima incluso no solo de la ideología, no solo de la política, no solo del comercio, el arte está por encima de las culturas, entendiendo como cultura las manifestaciones que identifican a un pueblo, a un país porque de lo contrario cómo se explica la comunicación tan maravillosa, tan brutal, diciéndolo en sentido metafórico que tuvimos hoy. Por eso, yo creo que hoy es un día en estado de gracia, como diría Federico García Lorca: entraron los duendes al teatro y se quedaron con nosotros.