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Leyendas habaneras: El rey de la Melodía
12July
Artículos

Leyendas habaneras: El rey de la Melodía

Por Emir García Meralla

El barrio de Los Sitios ha cambiado mucho a lo largo de sus cuatrocientos cincuenta años. Sus terrenos ahora lo ocupan casas, fábricas de tabaco y hasta un teatro. Sus actuales habitantes ignoran que los terrenos donde habitan fueron en una época los más fértiles que rodearon a la “habana de intramuros” y que fue asentamiento de aquellos primeros negros libertos de los que se tiene noticias. Los Sitios ahora incluye en su interior desde hace algún tiempo los barrios de San Nicolás, Chávez y Peñalver y nadie recuerda la plantación de cocoteros de Don Gervasio Rodríguez.

El siglo XX será testigo del nacimiento de algunas importantes figuras de la cultura cubana, como son los casos del escritor Alejo Carpentier y el músico Joseíto Fernández, entre otros. El primero será nuestro gran novelista por excelencia; el segundo es y será el compositor del tema musical más interpretado e internacional de todos los tiempos: la Guajira guantanamera.

Centremos nuestra mirada de habanero curioso en la figura y personalidad de Joseíto.

El hijo de José y doña Rosario Fernández, nacería el 5 de septiembre de 1908 en medio de las festividades por la fundación del barrio, trescientos cuarenta años atrás. Por aquel entonces además de los toques de santos la moda musical eran los llamados “coros de clave” y los desfiles cada sábado en la tarde de la comparsa de Las Bolleras; tras la que corrían todos los niños de aquel barrio para recibir como regalo una de aquellas memorables frituras de maíz que repartían a su paso.

La curiosidad infantil llevó al pequeño José a acercarse a la sastrería de su padrino Antonio Luis Fernández, donde cada viernes al final de la jornada se armaban “rumbitas” a golpe de clave y guitarra y en la que para participar era necesario estar incluido en la categoría de aprendiz de sastre o de cualquier otro oficio.

Cuentan, y así lo afirmo, que a los dieciséis años Joseíto ya era considerado todo un posible sastre con un gran futuro en el oficio; sin embargo, a nadie era ajena su vocación de cantar las canciones de moda y su constante presencia en el café Vista Alegre conocido cuartel general de los trovadores de aquellos años.

Cuentan,  también, que fue el músico Raimundo Valenzuela quien primero le permitió cantar con sus músicos en una fiesta en casa de la familia de Gervasio Escobar –era común que los hijos de uno de los fundadores del barrio dieran una misa, retreta y fiesta de alcurnia en homenaje a quien le antecedió—y que fue tal la sorpresa del músico que le convenció para que dejara el oficio de sastre. Por aquel entonces Joseíto acababa de cumplir dieciocho años.

Antonio Luis Fernández no lo pensó dos veces y ofreció a su protegido mejoras laborales: desde ese instante solo cosería la ropa de los músicos del barrio. Así, entre coser ropa y cantar donde quiera que le invitaran, llegaría a Joseíto la oportunidad de que Raimundo Pía --director y dueño de una de las orquestas danzonera de moda—le tomara como cantante en el mismo momento en que Pablo Quevedo y Cheo Marquetti marcaban el gusto popular. El primero con la orquesta de Antonio María Romeu y el segundo como “el Rey de la guajira de salón”.

Era 1928, el mismo año en que Ignacio Piñeiro funda su Septeto Nacional en el límite de los barrios de Pueblo Nuevo y Los Sitios.

Cierto es que Piñeiro había cambiado las reglas del juego musical. Ahora era necesario terminar los bailes con una canción de estreno; y el recién llegado cantante le propone a su director “un temita en tiempo de guajira que acaba de componer” y que había ensayado con el pianista Ramón Dorka. La propuesta constaba de una cuarteta sencilla sobre la que improvisaban determinados motivos. Los asistentes a aquella gira de torcedores el domingo 2 de febrero de 1928, en el parque de Palatino serán los primeros testigos y admiradores de aquella composición a la que nombró Guajira Guantanamera.

Después de esa tarde - noche su vida cambió, dejó de ser “Joseíto el sastre de Escobar” para ser llamado “el Rey de la melodía”. La Guantanamera se convirtió en el tema de moda lo mismo para abrir que para cerrar los bailes, y las cuartetas improvisadas servían para saludar lo mismo a las autoridades que a las personas presentes en el baile.

Joseíto Fernández ahora era un hombre famoso. Famoso entre los músicos, admirado por las mujeres y uno de los ilustres habitantes del barrio de los Sitios; por lo que su condición social le permitió mudarse a una de las casas que por aquel entonces aún pertenecían a la familia de Don Gervasio en la calle del mismo nombre: la que había prometido a su madre y en la que vivió hasta su muerte.

La Guajira Guantanamera comenzará su andar por la música, la cultura y la vida cubanas. Durante un tiempo será el tema de un programa radial de máxima audiencia en el que se comentaban los sucesos de la crónica roja. Será el motivo musical que usará el músico español Julián Orbón –para ese entonces residente en Cuba y fundador del grupo literario Orígenes—para recrear los Versos Sencillos de José Martí y, lo más importante, es el tema que une a todos los cubanos donde quiera que se encuentren sin importar credo raza o religión.

La Guajira Guantanamera nació en el habanero barrio de Los Sitios, ese al que han cantado por casi quinientos años hombres y mujeres. Ese que hoy se abre al mundo y crea sus nuevas leyendas y mitos.

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