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El fuego jamás se apaga
02August
Fiesta del fuego

El fuego jamás se apaga

La Fiesta del Fuego, como también se conoce al Festival del Caribe, concluyó su última edición. En Santiago de Cuba, ciudad telúrica y sonante, ciudad de montañas y carnavales, ciudad rebelde, donde nadie teme mirar a los ojos de su semejante ni tiene reparo en tender una mano amiga.

Cuando el diablo simbólico arde al lado de la bahía, frente al mar Caribe, como un exorcismo, parece que se extingue la fiesta, pero es solo una figuración. La llama se resguarda, cual rescoldo vivo, en lo más sagrado de la tierra.

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Santiago de Cuba recibió con los brazos abiertos a la República Oriental del Uruguay. El Caribe va más allá de estas aguas, va saltando continentes, va fundando amores, va con sus ancestros y herencias, sus toques y olores. Impone la paz en la diversidad.

El son y el candomble se dieron la mano. El tango y el bolero. Cubanos y montevideanos.

 

Embajador de Uruguay en Fiesta del Fuego

 

En la tierra de José María Heredia, el cantor del Niágara; en los predios de Cos Causse, El Quijote Negro, se homenajeó a Juana de América, a la Ibarborou, a su libro Lenguas de diamante. Cien años no bastan para el olvido. Volvió Lola Rodríguez de Tió desde la Borinquen amada a Cuba, como alas de un mismo pájaro, con un solo corazón. Y Teresa Melo con su sombra protectora.

No ha sido poco lograr treinta y nueve ediciones ininterrumpidas de una fiesta que se ha transformado ya en una verdadera olimpiada cultural. A contrapelo de las circunstancias, apelando siempre a la creación, tocando puertas, juntando voluntades y cantos.

Creadores, poetas, artistas populares ―esos que inflan su pecho al calor de la tradición―, llegados de las pequeñas islas del Caribe, de las Antillas, de las costas del continente americano, de más allá… Tal vez todo se resuma en un abrazo, en la certeza de una próxima vez. Julio espera. El fuego jamás se apaga.

 

Come fuegos

 

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