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Premios Excelencias: La excelencia de Eusebio Leal
04January
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Premios Excelencias: La excelencia de Eusebio Leal

Por: Jorge Fernández Era

 

 

Andar La Habana es lo que hacemos quienes a diario partimos al trabajo o al estudio cada mañana, los que desandamos las avenidas para volver al hogar y no salir hasta mañana, o tomamos un respiro antes de irnos a cualquier sitio a matar el tedio. Andar La Habana es lo que hacen también los que ya jubilados no desean encerrarse entre cuatro paredes, e incluso aquellos que deambulan sin sentido y siembran su desidia en cada rincón de la urbe.

 


Pero Andar La Habana posee hace años la distinción que le ha dado quien la conoce como ninguno y nos ha enseñado a amarla a pesar de que ya no es la ciudad que fue y amenaza con no ser siquiera la que soñamos. Eusebio Leal es su nombre. Pocas personas tienen la dicha, como él, de saberse veneradas lo mismo por trabajadores, estudiantes, jubilados, que por vagos que su verbo fustiga.

 


La capital es otra desde que él comenzó a andarla. La palabra historiador perdió su académico significado y se nutrió de sinónimos: movilizador de almas, rescatador de utopías, hacedor de milagros. Fachadas, muros, balcones de la capital son otros cuando Eusebio Leal se empeña en rescatarlos, y hasta cuando no puede lograrlo pero nos cuenta su historia.

 


Cuando el Grupo Excelencias le otorgó a la Oficina del Historiador de la Ciudad uno de sus premios anuales —los mismos que en su edición del 2015 serán entregados próximamente en su querida villa de San Cristóbal y en Madrid—, era un secreto a voces que la distinción tenía nombre y apellidos y pertenecía por justicia a quien ostenta como mejor reconocimiento ver en su Habana o en Cuba toda el fruto de su paciencia.

 


El autor de imprescindibles libros, folletos, ensayos, prólogos y artículos sobre historia, restauración y museología publicados en todos los confines, es además el orador que deja boquiabierta a cuanta persona escucha sus conferencias o aguza el oído para participar en las simples conversaciones que su locuacidad convierte en clases magistrales.

 


Y es que su sabiduría solo ignora la existencia del monumento que ya se erige a su figura en el corazón de todos los cubanos y que algún día se levantará en alguna de esas calles que a diario recorre Eusebio así… como si nada.