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De nuevas figuraciones…
06September
Artículos

De nuevas figuraciones…

Ah, la “nueva” pintura… ¿cuánta tensión ha provocado en la mente y el hacer de artistas, críticos, curadores, art dealers? Hoy supone una toma de conciencia empeñarse en permanecer fiel al lienzo, cuando tanta tradición cuelga de él, y los nuevos medios parecen sobornar, atraer a sus cultivadores, incitándolos a abandonar temporal o permanentemente sus predios.

Pretender ser noveles en el terreno pictórico, tan fértil como explotado, pareciera un exceso… no hace mucho el propio Rufo Caballero apuntaba que “lo nuevo puede ser lo viejo”,[i] en medio del canibalismo estético que nos rodea. La cita, el plagio y la “libre empresa” han tomado el mando en el arte contemporáneo… ¿y por qué no habrían de hacerlo? ¿qué de bueno tendría cuidar la “forma” (la norma, cuál norma)?

Que la pintura de todo el siglo xx osciló en un movimiento pendular de la abstracción a la figuración, en sucesivas gradaciones más o menos felices, es una verdad de perogrullo. ¿Cómo leer la pintura actual en la región latinoamericano-caribeña sino desde esta lógica, casi tanto como la de cualquier parte? La transferencia y similitud en las poéticas de artistas de diverso origen y cultura afirma, por un lado, el mito de lo global, y por otro, la pretendida universalidad como coartada a la apropiación de repertorios estéticos ya acuñados, probados en el devenir de la historia del arte.

Por mucho que se afirme que ya no queda nada nuevo bajo el Sol, uno vuelve una y otra vez a “motivarse” cuando algún crítico habla de un “punto de giro”, “un antes y un después”, “un parteaguas” para presentar el trabajo de un joven creador respecto a sus coetáneos. Esas frases… que de tan dramáticas nos gustan tanto, tienen su efecto, y sin duda llegan a muchos más de los que se cree. ¿Cómo se puede ser “un antes y un después” hoy día? Si seguimos viendo eternas variaciones sobre un mismo género, estilo, tema… en mucho de la pintura actual; aquello del eterno retorno. Pero coincido que tampoco importa mucho lo que se diga o cómo se diga, si la obra tiene su “público”, lo tiene y punto.

Y ahora bien, por ejemplo, en medio de tanta diversidad, ¿qué es lo que nos atrae de la pintura figurativa actual, aquella que bebe (sacia su sed) en las fuentes neo y trans (neoxpresionismo, transvanguardia, neo-neofiguración, bad painting), como repertorio que bien pudiera también rastrearse sobre todo mucho más atrás (vanguardias históricas mediante)? Pues lo mismo que sus antecesoras: desenfado, agresivo y arbitrario uso del color, libertad formal, temática. Su apariencia, ni más ni menos. Y no obstante, not everything shines on… Como se podría esperar, es un tipo de pintura que no intenta sermonearnos –No lecture us, no… Nada de grandes gestos (aunque sí un gusto por lo gestual del trazo), ni grandes ideas (se conduelen algunos), pues estos artistas no creen necesario preconizar su “genialidad” a través de tópicos densos o su filiación ético-política, como en décadas pasadas.

Para los nostálgicos, los que siempre miran atrás buscando razones o referentes (básicamente los históricos, o los fans de la historiografía), atentos a cualquier gato por liebre que quieran pasarnos, resulta un reto asumir esta “nueva pintura”, la que se está haciendo hoy (o desde hace 5 años). Los historiadores pues, la mirarán con escepticismo, independientemente que les atraiga, a su pesar, el tufillo de la cita o el estilo revivido –que otrora aprendieron a admirar.

Ya se sabe que los contextos se imponen, y hay quien busca explicar esa “ligereza” de contenido en parte de la pintura actual de la región latinoamericana, como una reacción ante el arte-crónica, el arte-político, el arte-neoconceptual; o insiste en verlo como un resultado del mundo en que vivimos: ¿caótico?, ¿tecnológico?, ¿interconectado?, ¿superficial?, ¿sobreinformado?...

Lo cierto es que, durante el proceso de investigación que llevamos a cabo el equipo de curadores de la Casa de las Américas con motivo de su Año de la Nueva Figuración,[ii]me motivó volver sobre las diversas “rupturas” del canon figurativo acaecidas a lo largo del pasado siglo. Pareciera osado decir que si bien se avanzó en el tiempo, y grandes firmas y sensibilidadesaportaron visiones (y alucinaciones) muy particulares, belleza y horror a partes iguales, la pintura continuó siendo la misma, en su esencia y potencial expresivo.

Más allá de los contextos que impulsaron al expresionismo y al fauvismo de principio del siglo xx; o de la postguerra, los movimientos de liberación en América toda y las luchas poscoloniales internacionales, de donde brota la Nueva Figuración; o de los años ochenta tan decisivos en el balance político mundial, en que fuimos del pop al post y llovieron los neo-esto, neo-aquello…; todo deviene re-lectura, no necesariamente mejor o peor que su antecesor, aunque sí presumiblemente diferente. Y el mito de lo “nuevo” y lo “contemporáneo” vuelve a rondarnos, para perderse en frases hechas y una temporalidad engañosa, inasible. Porque… ¿cuánto de novedoso tuvo el neomexicanismo de los ochenta, o el bad painting que irradió y fascinó a tantos en Cuba, Brasil, Argentina, Chile? Muchas capas hay asentadas en cien años de modificación al canon, y pese a la incorporación de aspectos de la cultura popular y el campo extra-artístico, nuevo parece… pero no es. La prueba fehaciente es que aun para referirnos a la obra de algunos de los pintores emergentes actuales, se siguen utilizando los mismos términos y adjetivaciones que hace un siglo o cincuenta años se usaron para caracterizar (criticar), aquel tipo de figuración emergente y belicosa.

Pasada una centuria, la actual pintura figurativa llega a nosotros, limpia de toda densidad o drama –aunque en algunos se sienta como trasfondo–, y se promueve, con marcado interés, como algo “distinto” de la generación anterior –a saber, la década de los noventa. Se aprecian entonces poéticas asentadas en el “humanismo”, la “nostalgia”, la “nada”, la “descarga”, los vericuetos de la “memoria infantil” y el Yo, lo “popular”, el “erotismo”, lo “efímero de la existencia”…

En Cuba destacan poéticas que, cual los “nuevos fieras”, se proponen a sí mismas como inquietantes, aunque su visualidad no sea tan irreverente, por lo general.[iii] Por otro lado, es imposible obviar a otro conjunto de artistas que se insertó con paso firme en el circuito promocional (y comercial) cubano, poniendo por delante el “placer” de lo pictórico: Alejandro Campíns, Carlos Loriaga, Michel Pérez (Pollo) y Niels Reyes, por mencionar algunos. Cada uno con un decir singular, en el que el regodeo pictórico parte de la base del sarcasmo, el "pasar de todo"; donde se explora del pequeño o mediano formato hasta la monumentalidad inesperada de un paisaje, por ejemplo, para crear suerte de espejismos.

En cuanto a esa “efusividad” cromática, palimpséstica e indiscriminada, sobresalen también las obras de Orestes Hernández y Alberto Lago, en Cuba, o Giovanni Sánchez en Colombia. Sin descuidar a los neo-poperos que, como el colombiano Juan Melo (serie Gente Brillante, 2006) o la cubana Osy Milián (Escalera azul, 2010), presentan una galería de retratos de “gente común”. De Dilsa Jiménez y Andrea Valencia (Colombia), a Mariel Sanhueza (Chile) o Yornel Martínez (Cuba), destaca un componente existencial, vivencial, en el cual se percibe a veces lo social en lejanía, cual referente puntual, pre-texto.

Es claro que no se trata de epatar a nadie, líbrenos Dios de ello a esta altura… más bien de seducir, y en la medida de lo posible, pactar con el espectador, el coleccionista, el curador un territorio común de legitimación –como tantos otros hicieron 15 años antes. Eso también es válido, por supuesto, aunque no merezca tanto revuelo.

Nueva figuración no es, ni creo que se pretenda novel o de “ruptura”. Podrá criticarse, pero de algo ha de vivir y crear el hombre de estos tiempos, más si se elige a la pintura como medio. Lo contrario sería la inercia, abandonar. Y se sabe que los tiempos no son ya de quemar las naves... ni siquiera de rehacerlas.



[i] RUFO CABALLERO: “¿Ha muerto el arte contemporáneo, como todo un giro de etiqueta?”. En: Arte por Excelencias, No. 7, 2010, p. 20.

[ii] Proyecto que responde a una estrategia de posicionamiento y promoción de los fondos de la Colección Arte de Nuestra América, de la institución, que se ha venido desarrollando desde 2006 con la celebración del Año Matta (dedicado al artista chileno), con una segunda edición, el Año Cinético, en 2009. El Año de la Nueva Figuración, inaugurado el 28 de abril pasado, se extenderá hasta el 31 de marzo de 2013 y está dedicado a la corriente que durante los años sesenta y setenta irrumpió en América y Europa con grandes exponentes en Latinoamérica y el Caribe. Véase: www.casadelasamericas.org /nuevafigura/index.html

[iii] En la Academia de Bellas Artes de San Alejandro de Cuba, tuvo lugar en 2009 un taller pedagógico impartido por la pintora Rocío García, que resultó fundamental para la formación del grupo conocido como los Nuevos Fieras. Entre ellos, Lancelot Alonso, Enrico D. Álvarez y Carlos Ramón Garcés. Como indica su nombre, el grupo tomó el estilo de los fauves como suyo y de ahí dio rienda suelta a intereses particulares en tópicos como el retrato, el erotismo, el paisaje, las escenas citadinas...