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Miguel Alvear y la identidad arrendada
01July
Artículos

Miguel Alvear y la identidad arrendada

Próximamente Blak Mama, largometraje de Miguel Alvear, será exhibido en junio durante la Bienal de Venecia 2013. Su participación constituirá un paso importante en la visibilización del arte ecuatoriano fuera del marco nacional, pues “agallas” sobran, aunque falta operatividad, promoción, institucionalización del impulso creativo que muchos artistas muestran en su diario quehacer, al margen de una identidad a lo Guayasamín o Kingman, más conocida por el público en general, dentro y fuera del país. Con formación en cine, radio, TV, en Bélgica, y estudios de arte en EE.UU., el artista (que prefiere llamarse gestor, pues dice sentirse incómodo en el ámbito de galerías, museos o ferias) actualmente se desenvuelve como productor y realizador de audiovisuales, incluyendo películas de ficción, documentales y video arte. Es Director de la Fundación Cultural Ochoymedio y gestor de diversos proyectos de exhibición audiovisual. Su espíritu inquieto lo llevó a encontrarse con Nelson Palacios, uno de los productores de cine ecuatoriano underground, que ha aprovechado los mercados DVD piratas en la Costa del Ecuador para que sus películas circulen en grandes números. Juntos emprenderán proyectos de cine donde el lenguaje de la cultura de masas (películas producidas de manera precaria por directores autodidactas con temas violentos, dramáticos, y sin guión profesional) pudiera fundirse junto al de clásicos como Un tranvía llamado deseo, de Tennessee William. De esta hibridez surgió Trici-taxi deseo, una adaptación hecha a cuatro manos por ambos cineastas. Esto no quiere decir que Alvear no se comprometa también en proyectos de artes visuales, como lo hiciera en el 2010 con Arte Contemporáneo y patios de Quito, curado por Gerardo Mosquera. En su caso la participación siempre contempla el trabajo en equipo; como en esta oportunidad, donde empoderó a un grupo de personas dedicadas a oficios populares, -desplazadas en favor de un turismo “de vitrina”-, para que le ayudaran a conformar su inflable del Niño Dios. Es el típico artista multidisciplinario que tanto demanda nuestra realidad cultural.

Cuando una llega a Ecuador (si se mueve en el mundo artístico), enseguida sale a relucir Blak Mama (1), filme donde Miguel, junto al bailarín, coreógrafo y profesor de danza Patricio Andrade, proponen un alucinante ensayo -so pretexto de la festividad de la Mama Negra en la ciudad andina de Latacunga, provincia de Cotopaxi- que deconstruye los vericuetos e intersticios de la nacionalidad y pensamiento ecuatorianos, marcados por la hibridación cultural. La festividad opera con muchas constantes presentes en la realidad de Latinoamérica, y ese denominador común es aprovechado por los autores para minar desde adentro el sentido barroquizante, simulador y anacrónico de nuestras realidades sociales. El filme desata conceptualizaciones psicológicas, políticas, sexuales, transgenéricas,  desde un lenguaje que cita al surrealismo, Dadá, el accionismo, la performance, como un universo sobresaturado y caótico que por obligación nos contiene a todos. El filme se erige en la apoteosis del relajo para convidarnos a la lucidez. El travestismo como metáfora de la doble moral es recurso usado en esta película donde todos se re-conocen y re-enuncian. Poética inclusiva para exorcizar falsedades. Una suerte de “limpieza espiritual”.

El tamiz erótico del tratamiento de la historia se asocia con ese ethos hedonista postmoderno que no nos permite actuar con raciocinio, dejando a la vera del destino decisiones cruciales como la libertad, los derechos humanos, los proyectos de vida, la lucha por los derechos civiles y en contra de la guerra, por sólo mencionar algunos tópicos caros al libre albedrío y el crecimiento personal. Blak Mama remite al pensamiento de Gilles Lipovetsky, y su concepto de hipermodernidad. Humor,  permisividad, hedonismo, hiperindividualismo, son algunos de los síntomas de esta cultura-mundo, que absorbe lo antitético para entronizar lo psi y el zombie, diría el citado autor. De manera similar se comportan los personajes de Alvear. El filme alude constantemente al impacto en nuestra existencia de una sensibilidad derivada de las tecnologías mediáticas que produce en los individuos una nueva forma de experiencia: la estetización de la vida y la fragmentación del sujeto. Existe un texto que se repite en la película: “Vos mismo eres”. Esto Lipovetsky lo traduciría como un yo que se ha convertido en un “conjunto impreciso” (2), y alude al desencuadre que opera en nuestras identidades. En el texto del francés aparece una frase de Woody Allen: “political solutions don´t work”, fórmula relacionada con el nuevo espíritu de los tiempos y su deserción hacia lo político (3). La evolución de esta cultura donde se incrementa el factor psicológico está refrendada en Blak Mama mediante una sobrecaracterización de los personajes de tamiz erótico-grotesco-lúdica. Con este filme fue ganador en el 2008 del Premio Augusto San Miguel, otorgado por el Ministerio de Educación de Ecuador al mejor largometraje de ficción.

Esta ópera prima de Miguel Alvear y Patricio Andrade mezcla de manera irreverente danza, teatro, música, humor negro, cine musical, con una carga simbólica estentórea.  Invita a reconocerse a las mayorías por su discurso psi, que se convierte en un “nuevo ethos de masa” (4).

Hay tópicos que han sido recurrentes en su trayectoria: el replanteamiento de las identidades, las sesgadas conceptualizaciones en torno a “baja” y “alta” cultura, los imaginarios culturales, y los ha trabajado como proyectos donde intenta involucrar siempre a la mayor cantidad de espectadores. No son obras para galería, sino más bien tesis para ser mostradas en eventos, coloquios, cines, bares, fuera del recinto habitual, porque están pensadas para la confrontación, no para el simple disfrute. De hecho comenta que en sus inicios percibió su incompatibilidad con el circuito de venta. Dice que no sabría cómo vender una pieza de arte. Son propuestas pensadas en torno al otro, que pueden desembocar en procesos de empoderamiento, donde cualquier persona pueda emplearse en cambiar el orden de cosas. Así sucede con Mec-Pop. Mecánica popular, una serie de fotos tomadas dentro del mundo de la tecnocumbia y sus rizomas de sentido: el machismo, la mujer como objeto, las estrategias de sobrevivencia. Sin embargo, Miguel las muestra como parte de una realidad que resulta contravenida, al mostrarse en su desnudez, pues estas imágenes no son vistas como dignas de pertenecer al universo artístico. En ellas, según Barthes, no hay máscara y (…) la máscara es el sentido, en tanto que absolutamente puro (tal como lo estaba en el teatro antiguo)” (5). Más allá de remarcar el drama al colocar a los personajes en ciertas poses, aquí no se miente. Más bien el fotógrafo consigue “punzarnos” -al decir del filósofo-, cuando juega con el Studium y el punctum, como por ejemplo en Me voy pero volveré, donde “construye” una composición en la que el “macho” entra en acción de manera subrepticia. Es captado de soslayo por la cámara a través del espejo, o la tela colgada de la máquina de coser, subrayando la omnipresencia de un alter ego en la escena.

El quiteño también participó en la muestra El  d_efecto barroco. Políticas de la imagen hispana, proyecto exhibido en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC) con el propósito de revisitar los relatos de la hispanidad creados desde identidades coloniales, neocoloniales y España conjuntamente, para detectar erratas en las emisiones de sentidos culturales homogeneizadores. Una de las piezas del artista fue el video La mano y cultura creadoras, anclada en el discurso de Benjamín Carrión, prócer de la patria cultural ecuatoriana, quien a mediados de los años ´40 del pasado siglo, declaró: “somos un pueblo demográficamente pequeño (…) nuestro mandato en lo espiritual es Cultura y Libertad”; sin embargo, se refería en el mismo discurso a (…) la audacia española de la aventura heroica fecundiza el vientre de la tierra descubierta”, minimizando de forma soberana la impronta arrasadora de España en dichos predios. Miguel se pronuncia desde el simple gesto de volver a escuchar la voz de Carrión, ahora animada con imágenes que hablan por sí solas sobre la diversidad identitaria del ecuatoriano, marcado por una huella indeleble.

El artista pesquisa representaciones todo el tiempo. Tiene un proyecto llamado Arquitecturas y Monumentos, que aún está en progreso. En él trata de cualificar en el campo urbano la incidencia de una migración masiva de ecuatorianos hacia el exterior debido a la crisis en el sistema financiero. Según las estadísticas, un cuarto de la población del país vive en el extranjero después de 1999. Esto incide, entre otras maneras, en edificaciones privadas megalómanas, que no responden a las características tipológicas del contexto, con un alto acento kitsch; encomendadas por familiares que viven precisamente fuera de Ecuador. Al mismo tiempo existen monumentos que exaltan a próceres, héroes del pasado, o determinados estereotipos culturales,  que forman parte de anhelos oficiales por diagramar una identidad en construcción. Los mismos, en la mayoría de los casos, están planteados también con talante de mal gusto.

Miguel fue invitado a la Bienal de Panamá para este año; pero decidió no asistir. No sabía aún que formaría parte de la Bienal de Venecia con la exhibición de Black Mama. Esperamos la misma contribuya a cambiar ciertos clichés acerca del arte que se produce en Ecuador.

 

Notas:

  1. Antes de producir Blak Mama, Alvear había realizado varios cortometrajes exhibidos en Anthology Film Archives, de N.Y; San Francisco Cinematheque; Berkeley Independent Video Festival; Festival de Cine Latinoamericano, Wash. D.C; New Langton Arts, San Francisco.
  2. Lipovetsky, G. (1986) La era del vacío. Editorial Anagrama, Barcelona, p.56. El francés refiere la pérdida de unidad de un Yo narcisista por el exceso de atención, vaciado de identidad, se produce una desubstancialización. Menciona que en esta era Narciso ya no está inmovilizado ante su imagen fija, ya no hay ni imagen.
  3. Lipoversky, G. (1986) La era del vacío. Editorial Anagrama, Barcelona, p 51. Explica  el filósofo que el neonarcisismo nace de la deserción de lo político. Fin del homo politicus y aparición del homo psicologicus, al acecho de su ser y de su bienestar.
  4. Según Lipovetsky, la fractura del sujeto da lugar a un “narciso colectivo” que comporta, como también apuntara Nietzsche, una “voluntad débil”.
  5. Barthes, Roland. (1989) La cámara lúcida (10ma edición), Ediciones Paidós, Barcelona, pp.68-71.