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Museum of Fine Cuban Arts en Viena
14February
Artículos

Museum of Fine Cuban Arts en Viena

El Museum of Fine Cuban Arts, ubicado en el distrito 13 de la ciudad de Viena, fue inaugurado en noviembre de 2009 con la exhibición de una notable selección de arte cubano que incluye pintura, escultura e instalación. Otrora sede de la Embajada Cubana en el país, el edificio ha sido ampliado y acondicionado especialmente con la más alta tecnología durante más de cinco años para acoger esta institución de elegante diseño y aspecto contemporáneo, cuyo costo está valorado en alrededor de cuatro millones de euros.

Este ícono de la cultura visual exhibe una síntesis del importante repertorio de arte de la Isla perteneciente al Sr. Maximilian Reiss, coleccionista y presidente de una institución que atesora un valioso y amplio tesauro adquirido durante más de quince años, iniciado con la compra de una obra a instancias del ex embajador Alberto Velasco en ocasión de la muestra personal de un artista cubano realizada en esa ciudad. Desde entonces Reiss se inició en el coleccionismo de las artes plásticas de este país, y ha sido cliente asiduo de Subasta Habana y Galería La Acacia, de artistas y coleccionistas particulares, así como de otras galerías en el mundo, principalmente españolas.

Crear una instalación de esa naturaleza fuera de Cuba constituye una verdadera novedad y una distinción. Su apertura resultó un significativo reconocimiento a la labor de sus gestores, protagonistas y colaboradores, y un reto para su futuro desempeño como importante enclave cubano dentro del continente europeo. La amplia labor que se propone desplegar redundará en el conocimiento de las artes plásticas de la nación caribeña y servirá para promover y difundir la cultura cubana en sus más variadas disciplinas. Su posición geográfica debe contribuir al diálogo y a la retroalimentación de los artistas cubanos contemporáneos con la vasta cultura de ese país centroeuropeo, una vez que exhiban en dicha institución concebida con una adecuada infraestructura para garantizar hospedaje y taller a los artistas invitados.

Este proyecto excepcional contó con la colaboración del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) de La Habana durante la etapa inicial de recepción, embalaje y exportación de las obras, y posteriormente en la curaduría, restauración y montaje de los exponentes con vistas a su exhibición en dos de los recintos previstos para la apertura.

El proyecto curatorial se centró en la selección exhaustiva del amplio tesauro del Museo mostrado en dos de sus áreas: una dedicada principalmente a la pintura, otra a la escultura. Se exhibieron obras realizadas por un núcleo importante de creadores desde las vanguardias artísticas del siglo xx hasta las más jóvenes promociones de creadores. En la sala principal se apreciaron veintiocho pinturas y dibujos junto a cuatro esculturas y una instalación, mientras que en la sala del primer nivel se asumió el despliegue de dieciocho esculturas, antecedidas por seis nichos que albergaban exponentes escultóricos de pequeño formato.

La concepción museológica y museográfica, por otro lado, se adecuó a las condiciones del inmueble y se consideró el emplazamiento en la portada del edificio de sendas esculturas de la autoría de Roberto Fernández y Agustín Cárdenas para garantizar la identidad del centro. En el vestíbulo dio la bienvenida la obra “Meditación” –una elegante y sobria figura de monje de la que irradia un aura sorprendente– realizada por Teodoro Ramos Blanco. La terraza cobija seis esculturas contemporáneas, cuatro de ellas de gran formato.

El despliegue expositivo se inicia con la primera vanguardia cubana, representada por tres obras claves de Víctor Manuel García: un exponente del paisaje americano junto a un virtuoso retrato, así como una pareja de jóvenes en una cartulina resuelta con el característico tratamiento ágil y vigoroso de su pincelada. Le siguen, Jorge Arche, Fidelio Ponce y Eberto Escobedo. Dentro del recorrido por la segunda vanguardia destacan piezas de Mariano Rodríguez, Carmelo González y dos obras sobre papel de Wifredo Lam. El visitante al Museo podrá disfrutar posteriormente de la poética de Adigio Benítez, Raúl Martínez y José Mijares, para continuar con Ángel Acosta León, Antonia Eiriz, Umberto Peña y Servando Cabrera Moreno. Dentro de las generaciones más recientes participan, de los años setenta, Ever Fonseca, Manuel Mendive y Zaida del Río; y de otras promociones Flavio Garciandía, José Bedia y Alexis Leiva, Kcho.

El devenir del núcleo escultórico está presente en la muestra con obras paradigmáticas de autores como Juan José Sicre, iniciador del modernismo en Cuba, autor de la gigantesca estatua de José Martí en la Plaza de la Revolución en La Habana, y de importantes monumentos en América del Norte y del Sur; Teodoro Ramos Blanco, con una amplia y diversa producción escultórica e importantes premios; Roberto Estopiñán, ejemplo de tendencias internacionales adaptadas a un estilo personal y Eugenio Rodríguez, escultor, dibujante y grabador. Destacan además Alfredo Lozano, de voluntad americanista, con sus ansias de simplicidad, abstracción y monumentalidad; Armando Fernández –escultor, dibujante, grabador y profesor en varios niveles de escuelas de arte en La Habana como pedagogo y director indistintamente–, con un desempeño artístico donde cohabitan lo humilde y lo cotidiano en franca armonía; y Fernando Boada, maestro del retrato tridimensional, especialmente monumental y funerario, cuyo legado se encuentra ubicado en lugares públicos en el territorio cubano y en instituciones extranjeras.

Mención aparte merecen Florencio Gelabert, con un estilo evocador del art nouveau y la estilización expresionista; Rita Longa, quien realizó composiciones llenas de gracia, donde lo decorativo alterna con el realismo en una labor diversa y compleja que hace énfasis en lo sensual, lo táctil y la sublimación de las formas; Manuel Rodulfo Tardo, en el que el movimiento muralista mejicano deja hondas huellas; Francisco Antigua, miembro del Grupo Los Once; Marta Arjona, notable ceramista, escultora y destacada intelectual y Agustín Cárdenas, distinguido por su trabajo de la talla directa en madera. De esta vanguardia histórica del arte cubano debe destacarse, por último, Tomás Oliva, representante de la abstracción.

Se suman exponentes de las más jóvenes generaciones como José Villa (Premio Nacional de Artes Plásticas, Cuba, 2008), Tomás Lara, René Negrín, Juan Quintanilla, Eliseo Valdés, Rafael Consuegra, Aimée García y, nuevamente, Kcho.

La apertura de esa institución en el corazón de Europa constituyó una primera fase del trabajo, pues en breve se habilitaron otras salas expositivas para muestras transitorias de artistas de la Isla. Este centro cultural deberá incorporarse íntegramente a la clasificación del término “museo”, tal como lo define el Consejo Internacional de Museos de la UNESCO: una institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que realiza investigaciones sobre los testimonios materiales de la humanidad y de su medio ambiente, adquiridos, conservados, comunicados y expuestos para fines de estudio, educación y deleite. Esta conceptualización garantiza que sean las instituciones encargadas de la preservación y difusión del patrimonio cultural y les conmina a estructurar propuestas de capacitación destinadas al desarrollo de sus funciones según el estatuto administrativo que genere y controle la ampliación de su desempeño.

Tan singular espacio denota, en el ámbito internacional, la presencia y trascendencia de las artes plásticas de este país caribeño en su multiplicidad y riqueza, desde las primeras vanguardias del siglo xx hasta los más recientes creadores. Su apertura constituyó un privilegio y marcó el inicio de un amplio movimiento de promoción y divulgación del arte cubano más allá de las fronteras nacionales.