Pasar al contenido principal
La yunta que son Frank y Luis Alberto
17November

La yunta que son Frank y Luis Alberto

Canción de invierno, un tema de Silvio que me sé de memoria, comienza con una frase que repaso mientras bajo las interminables escaleras que llevan a la terraza de la Embajada de España en La Habana: «Es día de frío y llegas a casa, vienes de la tarde cansada de un jueves…». Y es que el espacio Terraza España, que dos jueves al mes acontece en esa casona del litoral de la bahía habanera, trajo esta vez al proyecto Máquina de la Melancolía, que puso a bailar al más pinto con frente frío y todo.

No se deje engañar por el nombre, dice muy poco. Sepa simplemente que Máquina de la Melancolía está conformado por dos artistas de pies a cabeza nombrados Frank Delgado y Luis Alberto García. El primero nos enseña desde hace una tonga de años que «la vida es como un segundo de un gran acontecimiento, y debes tener bien claro su fundamento; la vida es como un pasaje de una canción que marea, y aquel que no se la sabe la tararea». El segundo tiene en su haber algunas de las actuaciones más memorables del cine y la televisión de la Isla, como el del joven revolucionario de Clandestinos, el combatiente internacionalista de Algo más que soñar, y el ya legendario y no menos revolucionario Nicanor de los cortos de Eduardo del Llano.

Los reunidos en la terraza de la sede diplomática española pudimos constatar el vigor y la actualidad de las canciones de Frank, quien se mantiene ajeno a cualquier moda y cliché reduccionista y dispara en forma de canciones esos dardos certeros que alumbran nuestras más oscuras sombras. Y acertamos a constatar el buen gusto de Luis Alberto como DJ —más que disc jockey hay que definirlo como un «déjenme joder»— para espantarnos lo más variado del universo musical de todos los tiempos.

Algunas reglas básicas imponen al auditorio: cero reguetón, cero música romántica estúpida, cero chusmería, cero alusión discriminatoria a las mujeres… «Dicho esto, ya saben a qué atenerse, no queremos estafar a nadie», advierten.

A ambos los abordé con la siguiente pregunta: ¿Por qué Luis Alberto/Frank para este proyecto de tantos años? ¿Cuánto lo admiras? ¿Cuánto lo aborreces?

Frank: ¿Aborrecer a Luis Alberto? ¡Muchacho…! Este proyecto me ha permitido a mí hacer un montón de cosas. Nunca imaginé que iba a ser DJ. Siempre me invitaban a poner música en las fiestas, pero nunca pensé que iba a ser de una manera profesional, y me ha salvado la vida, porque todo lo que tengo en la actualidad, incluido los instrumentos, se lo debo a esa discoteca que hemos creado. Comenzamos con siete personas y hemos tenido hasta mil quinientas. A Luisito no lo aborrezco, lo amo. Fíjate que la semana pasada no pudimos hacer la discoteca en El Sauce y yo no sabía qué hacer, al final nos fuimos para el Maxim Rock y la pasamos muy bien. Ya no concibo un domingo sin hacer la Máquina de la Melancolía. Esperamos que dure todo el tiempo que pueda. La música cambia, nuevas canciones surgen, y nosotros las combinamos bien, tratando de respetar el arte, marcando su territorio, la gente sabe a lo que va cuando asiste. Siempre tenemos una audiencia magnífica. Soy bueno para inventar cosas, esta Máquina y los Nicanor son un ejemplo. Ojalá siga ocurriendo, porque a mis 58 años no puedo vivir de la leyenda».

Luis Alberto: «El proyecto de la Máquina de la Melancolía lo vengo haciendo en El Sauce con Frank hace ya diez años, pero llevamos muchísimo más tiempo compartiendo poesía, canciones, hartazgos y hallazgos. Él es mi carnal, mi cúmbila. Nos unen la edad, gustos… Yo lo admiro un montón, porque es un tipo muy valiente. Frank tiene una obra sólida que ha ido construyendo de a poco, sin éxito fácil, porque los grandes artistas no lo tienen, y él es un gran artista. Si no bastaran sus canciones y si no bastara su deseo de pensar una Cuba mejor y un mundo mejor… Cuando la gente me pregunta sobre los cortos de Nicanor, siempre les digo que la idea primigenia partió de Frank Delgado, fue él quien le dijo a Eduardo del Llano: “Ya que escribes tantos cuentos buenos, ¿por qué no los filmamos? Tengo una camarita que no será muy buena, no será el último modelo de la tecnología, pero la cosa es que hay que hacer cosas”, y así surgió Monte Rouge, que fue el primero de todos los Nicanor. La idea fue de Frank, como lo fue también la de hacer La Máquina de la Melancolía, o los conciertos de rock de tres o cuatro días en El Sauce. Es un tipo vago, le gusta por las noches ver series, comer, dormir, acostarse a las siete de la mañana, pero tiene unas ideas prodigiosas. Si nada más existiera por eso: por tener ideas prodigiosas, ya yo lo tendría en un anaquel en mi casa. Frank Delgado es mi hermano hasta que me muera, y ninguno de los dos somos “delgados” ahora mismo. Él es mi yunta. Es una frase marginal, pero a los bueyes se les pone yunta; uno soy yo, el otro es él».