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Los secretos bien guardados de La Virgen del Cisne
14February

Los secretos bien guardados de La Virgen del Cisne

Virgen del CisneCátedra Abierta de Historia, Universidad de Cuenca

En uno de los ramales de la cordillera occidental de los Andes ecuatorianos, a setenta kilómetros de la ciudad de Loja, se ubica la parroquia El Cisne, tierra que resguarda celosa una de las imágenes más veneradas a nivel nacional: la popular Virgen del Cisne, también conocida como la Churona.

Desde la advocación a la Virgen del Cisne, otorgada en 1596, hasta los presentes días, las festividades religiosas que comúnmente se celebran en el mes de agosto van integrando cada vez más adeptos y cobrando mayor importancia, no solo desde el ámbito religioso sino también social, antropológico y académico. Sin embargo, muy poco se sabe de la historia de la imagen original de la Virgen del Cisne. ¿Cómo, cuándo y por qué llegó? ¿Qué proceso tuvo que seguir para su conservación a lo largo del tiempo? Pero sobre todo: ¿qué secretos guarda esta escultura?

Un pueblo que guarda la imagen más venerada

En 1595, en la ciudad de Quito, por petición de los nativos de El Cisne de Loja, el artista Diego de Robles elaboró una fiel réplica de la imagen de la virgen del Quinche, es decir, de la virgen guadalupana de México. Un año después, en 1596, la delicada virgen morena con su niño en la mano llegó al pueblo de El Cisne y fue ubicada en una sencilla capilla de adobe y paja.

 «La creación de la Virgen del Cisne fue el cumplimiento de una promesa que los indígenas de este pueblo le habían hecho a la virgen María; una vez que les permitiera la siembra y la abundancia de agua para su tierra».

La noticia del milagro de la Churona se extendió a la ciudad de Loja y poco después a todo Ecuador e incluso a gran parte del norte peruano, razón por la cual el Obispo Fray López de Solís inicia en 1596 el proceso de advocación a la Virgen del Cisne, señalando como meses de celebración tanto a diciembre, por ser considerado tiempo de la concepción, como el 12 de octubre, por haber sido el día de la aparición de la Churona.

Procesión popular con la Churrona.«Durante estas fiestas se realizaba una misa solemne que duraba tres días. El primer día estaba a cargo de representantes mestizos de la ciudad de Loja; el segundo, de los indígenas de la doctrina de la Virgen del Cisne y, el último, de los indígenas de toda la comarca y de otros sectores fuera del país».

Tal fue la importancia de la advocación a la Virgen del Cisne, que en 1829, desde el cuartel general de Guayaquil, el Libertador Simón Bolívar expidió un decreto indicando se concediera privilegio de feria desde el 10 de agosto hasta el 12 de septiembre de cada año, durante la festividad de Nuestra Señora del Cisne. Señaló además que de acuerdo con la autoridad eclesiástica de la diócesis de Loja, esta fiesta debería trasladarse anualmente a la ciudad de Loja.

La Virgen del Cisne ha pasado por algunas situaciones de riesgo, la más peligrosa el día 3 de noviembre de 1956: en la Iglesia de San Sebastián de Loja la imagen sufrió un deterioro importante al ser víctima de un voraz incendio. Dentro de este contexto y bajo previa licencia exigida por el canon 1280 y entregada por el diocesano monseñor Nicanor Roberto Aguirre, de la comunidad de Oblatos, encargado del santuario de El Cisne, se restauró la imagen, pero también se permitió la elaboración de una réplica exacta de la escultura original a fin de salvaguardar esta última de cualquier daño futuro.

El proceso de restauración

En 2012, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural Regional puso en marcha el proyecto denominado Conservación y Restauración de treinta bienes muebles existentes en diferentes contenedores en las provincias de El Oro, Loja y Zamora Chinchipe, a cargo de un equipo amplio de profesionales y expertos entre restauradores, artistas e historiadores dirigidos por el licenciado Danilo Delgado Espinoza. Pertenecí al equipo como miembro investigador del componente histórico.

Las dos imágenes de la Virgen del Cisne, es decir, tanto la original como la réplica, se encontraban en el listado de bienes a intervenir. La prioridad se centraba en la conservación más que en la restauración de las mismas.

Durante el proceso, en la imagen original se identificaron tres bases, dos de las cuales fueron retiradas. Al momento de mover la segunda base, sujeta con clavos de forma cuadrangular —de inicios de la República—, se detectó un orificio en la parte inferior de la base original, hecho que ocasionó una serie de expectativas, más aún por los comentarios de algunos sacerdotes de la comunidad de El Cisne, quienes indicaron que en el interior de la escultura se podría encontrar un documento que develaría grandes secretos.

Este orificio, con una profundidad de cinco centímetros aproximadamente, se encontraba vacío. Sin embargo, en la parte posterior un segundo orificio reveló la presencia de un tubo de ensayo que guardaba dos documentos: el de mayor tamaño databa de 1956, y del más pequeño, al poseer un texto ininteligible por su estado de conservación, no fue posible conocer de inmediato su fecha. Se supo más adelante que fue escrito en 1837. Una vez finalizado el proceso de conservación se procedió a colocar cada uno de los elementos retirados con antelación.

¿Qué contenían los escritos encontrados dentro de la imagen? Los documentos históricos señalan que fue Diego de Robles el autor de la imagen original de la Virgen del Cisne, pero muy poco se sabía de los responsables de restaurar este importante ícono religioso.

En 1956, después de la destrucción de gran parte de la escultura de la Virgen del Cisne como consecuencia de un incendio y previa autorización canónica, un grupo de escultores y artistas intervinieron la imagen.

Durante este proceso y por efecto del fuego, el rostro de la virgen, que estaba construido de plomo, se debilitó de tal manera que al momento de desplomarse develó en su interior un pequeño documento antiguo de inicios de la República que indicaba una restauración previa.

Para dejar constancia de este hallazgo, tanto los artistas contratados como los sacerdotes oblatos —quienes en aquel momento se encontraban a cargo de la administración del Santuario— transcribieron e inscribieron el documento original en la notaría tercera del cantón Loja, señalando lo siguiente: «Para la debida autenticidad, haga constar mediante esta escritura pública, el documento que con motivo de retocar la imagen de la reina coronada de El Cisne, en el presente año, fue encontrado, por los señores: Luis Alberto Aguirre, escultor; Guido Aguirre, escultor; Miguel Ángel Aguirre, modelador, ecuatorianos; y Antonio Preising, pintor, ciudadano alemán». Líneas más adelante, la misma escritura expone otro suceso importante, indicando que el día 2 de mayo de 1837 fue restaurada esta imagen por Felipe Santiago Herrera.

Existe un documento que está por develar.

Es importante mencionar a quienes fueron testigos y dejaron constancia de esta declaración, como «el Obispo titular del Cisne y Vicario Capitular de Loja Monseñor Nicanor Roberto Aguirre, el Sr. Dr. Francisco Valdivieso, el Sr. Don Manuel E. Eguiguren; el Sr. Don Miguel Ángel Guerrero; el maestro escultor Sr. Luis Alberto Aguirre y el Notario Público, Dr. Filoteo Ortega». El escrito más antiguo guarda todavía datos por develar.

Los documentos históricos encontrados son, en muchas de las ocasiones, la brújula para identificar pistas y encontrar respuestas a preguntas que creemos nunca serán resueltas. Sin embargo, en ciertos momentos estos documentos son el sentido de la búsqueda, es decir, dejan de ser el mapa para convertirse en el tesoro.

Importantes documentos fueron encontrados dentro de una de las imágenes religiosas más significativas del Ecuador, uno de ellos aún no es develado por las autoridades

Pie de foto: Virgen del Cisne

Pie de foto: Procesión popular con la Churrona.