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TRIENAL DE CHILE
20October

TRIENAL DE CHILE

A partir de comunicados enviados a nuestro periódico por la sección de prensa, compartimos con nuestros lectores la esencia del proyecto curatorial de la Trienal de Chile, definido por el ministro de cultura paraguayo Ticio Escobar, Curador General de ese magno evento que se está desarrollando en el país desde el 5 de octubre hasta el 5 de diciembre.

La Trienal tiene como objetivo abordar temáticas y problemas culturales locales, poniéndolos en agenda y visibilidad a nivel nacional, fortaleciendo las instituciones artísticas, fomentando la construcción de escenas visuales nacionales y promoviendo la circulación internacional del arte chileno contemporáneo, revitalizando la producción de publicaciones, ediciones y estrategias comunicacionales.

En este contexto, busca potenciar las capacidades de las artes visuales como un proceso de exploración de las realidades locales, vinculando formas de colaboración entre distintas instituciones públicas y privadas.

La idea básica de la Trienal consiste en explorar los límites del arte a partir de situaciones que en sí mismas son limítrofes: Chile tiene la configuración de un límite y su propia disposición erguida permite trabajar diferentes escenarios segmentando su mapa en franjas horizontales. Estas secciones, arbitrarias como todas las correspondientes a un diagrama curatorial, desmarcan zonas ubicadas en el norte, el centro y el sur del país.

Cada zona plantea operaciones diferentes. La pregunta es cómo se ponen en obra –cómo se exhiben ante la mirada– situaciones vinculadas a acciones relacionales, a intervenciones comunitarias, a hipótesis políticas, geográficas o históricas, a gestiones de políticas culturales que trascienden los contornos de la representación del arte. ¿Cómo se traza un contorno estético mínimo para estas cuestiones tradicionalmente extra-artísticas?

Así, la Trienal incluye exposiciones, pero también reflexiones, coloquios, talleres de arte, clínicas, intervenciones y residencias de artistas, propuestas museales desplazadas, ciclos de video, discusiones políticas sobre la cuestión indígena, y preocupaciones sobre la intersección entre el arte indígena, el popular y el contemporáneo.

El desafío es, por lo tanto, intentar que todas las acciones que configuran esta compleja Trienal puedan ser “operables”, es decir, puestas en obra, colocadas en situación que interpele la mirada… Pero el límite entre lo que es y no es arte, entre lo que forma y no forma parte de la puesta en obra, de la puesta en escena, conforma siempre una zona dudosa y espectral habitada por actos, objetos y gestos que podrán ingresar por un instante en el círculo de la representación o ser registrados como los diagramas documentales, los mapas secretos que sostengan las operaciones del arte.

Por eso, asumiendo esa contingencia, muchas de estas acciones podrán ser, aun brevemente, sujetas al régimen estético, y otras, no: quedarán afuera, en una zona de espera que permite, quizá, que en otro momento puedan provocar ese extraño juego de distancias y miradas que llamamos arte.