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DESAFÍOS DE ARCO
09February

DESAFÍOS DE ARCO

Lourdes Fernández, llegó a la dirección de Arco en pleno boom del arte contemporáneo.

Por primera vez una representante de la llamada “generación Arco”, la que vivió entre el asombro y la envidia el desembarco de las galerías extranjeras en Madrid, se hacía cargo de la feria.

Apasionada, discreta y con las ideas muy claras, no se imaginaba la conjunción de desafíos que se le venía encima; la multiplicación de ferias que le iban a hacer la competencia; la crisis sin precedentes que iba a golpear la economía mundial y la española en particular; los problemas de reorientar una cita con 25 años de solera... Un auténtico maratón de dificultades que en esta edición se ha visto coronado por un escándalo muy diferente al que habitualmente provocan las galerías rechazadas. Esta vez, el enfrentamiento ha sido entre Ifema y las galerías presentes en Arco. No caben más dificultades en los cuatro años transcurridos desde su nombramiento. Pero a esta donostiarra, entusiasta y bien templada, no le achican los retos. A la chita callando, con un protagonismo velado pero indudable, los va superando. Y está contenta. Como ella dice, su apuesta por el arte contemporáneo tiene algo de fe ciega. Y la fe, ya se sabe, mueve montañas.

Este año casi nos quedamos sin feria, a las puertas de su inauguración, por la negativa del comité asesor de Arco de aceptar la inclusión de varias galerías propuestas por el presidente de Ifema, Luis Eduardo Cortés, que a juicio del comité no cumplían con los requisitos para estar en la feria.

Afortunadamente se ha reencauzado la situación entre todos. Es más, no sólo eso, sino que las galerías españolas han apostado por Arcomadrid, han dejado claro su apoyo a la feria.

Por primera vez se han declarado unidas...

Y eso es lo más positivo de todo lo que ha ocurrido. Porque al final son las galerías las que generan el mercado de arte contemporáneo en este país. Deberemos trabajar conjuntamente con vistas al futuro. Entre todos podremos diseñar la mejor estrategia para la feria.

¿No estaba clara hasta ahora?

Evidentemente sabemos nuestros objetivos, pero la crisis económica y la globalización han cambiado todo radicalmente. El propio coleccionismo se ha modificado. Hasta ahora, la galería era prácticamente la única interlocutora entre el comprador y el artista. Era también el escaparate que daba a conocer lo que se hacía en el extranjero. Hoy, la gente viaja, se informa por sí misma, tiene Internet...

Pero los intereses de Ifema y los de los galeristas no tendrían por qué ser tan distintos a la hora de enfrentar ese nuevo panorama, ¿no?

Los objetivos no son en absoluto distintos. Y esto lo demuestra el compromiso de Ifema en trabajar más estrechamente con el sector galerístico.

Ha sido entonces un problema de malas formas. ¿No había ocurrido hasta ahora algo así?

La polémica es intrínseca a Arcomadrid. Es una feria de selección y esto siempre implica criterios encontrados.

En todo caso, su posición en este enfrentamiento parece que ha sido particularmente difícil, ¿no?

Mi responsabilidad ha sido y es en todo momento velar por la continuidad y el bien de la feria.

En su opinión, ¿cuál debe ser el espacio de Arco en ese panorama de ferias internacionales en el que parece que ya no hay nada por descubrir?

Siempre he defendido la mirada hacia Iberoamérica. Madrid es la puerta de Europa para el arte iberoamericano y debemos aprovecharlo. El mercado iberoamericano es una prioridad. El futuro de esos países, y en concreto de Brasil, va a afectar al mercado del arte.

¿De verdad piensa que podemos competir con el glamour, el prestigio y el dinero que se mueve en la feria de arte contemporáneo de Miami?

No me gusta hacer comparaciones. Art Basel Miami es una feria muy atractiva. Está en un sitio perfecto, se celebra en unas fechas muy agradables y es una ciudad con un coleccionismo muy importante. Pero Madrid ofrece otros atractivos.

Se dice que el comprador de Arco es el “de media carrera”, que no gasta más de 13 000 euros...

El comprador medio llega hasta los 50 000.

¿Se puede decir entonces que en España existe ya un coleccionismo de arte contemporáneo?

Desde luego. Arcomadrid se sustenta, sobre todo, por el coleccionismo español. Pero es un coleccionismo más discreto, no como el de EE.UU., Alemania o el Reino Unido. Estamos a años luz de ellos. Hay que tener en cuenta que nuestras transacciones comerciales en este sector son el 0,6 por ciento de las que se hacen en toda Europa. Pero dentro de esa modestia quiero destacar la fidelidad de los coleccionistas españoles a Arco. Me encanta encontrarme con ellos en otras ferias como Freeze, Basilea o Miami, y ver que también vienen y compran aquí. Ese apoyo es importantísimo.

Pero Arco sigue invitando a un buen número de coleccionistas extranjeros, creo que a 250 nada menos...
Son 300 personas, 140 matrimonios, porque la gran mayoría de los coleccionistas vienen acompañados.

¿No es un derroche ese gasto en plena crisis?

Al contrario, es algo que se debe incentivar. Es una inversión dirigida a activar el mercado. Una de las labores que hemos hecho ha sido pulir al máximo esa lista de invitados. Ha sido una tarea muy laboriosa, pero pienso que este año se ha elaborado una lista de coleccionistas “en activo” con un criterio muy formado y con colecciones muy variadas.

¿Y qué suponen para Arco las compras de las comunidades autónomas?

Las compras institucionales son y han sido muy importantes; más en tiempos de crisis porque, aunque cuenten con menos presupuesto, son una baza segura. La gran mayoría de las comunidades que cuentan con museos y centros de arte contemporáneo participan en Arcomadrid. En la edición de 2009 se vendieron obras a instituciones por valor de tres millones y medio de euros. Siendo una cifra modesta en el conjunto de las ventas de Arcomadrid, es fundamental para las galerías, ya que son obras destinadas a museos.

(Tomado de XL Semanal)