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A propósito de la Duodécima Bienal de La Habana
23March

A propósito de la Duodécima Bienal de La Habana

Por: Loliet Marrero Delachaux

 

Volver sobre la Bienal de La Habana, abordarla en cualquiera de sus tiempos, resulta siempre un ejercicio incompleto. La facultad endeble de un modelo que se agota para unos y se expande para otros, la aparente coherencia de una estructura que algunos defienden, la existencia de verdaderos giros en su concepto o la huella que quizás dejó, son sólo algunos de sus elementos más problematizados. Lo cierto es que la Bienal se asoma cada dos o tres años ratificando su existencia, a pesar de los pesares. Hoy es un evento que, sin dudas, el tiempo ha cargado de eternidad. De su historia, permanencia y próxima celebración nos comenta Margarita González Lorente, subdirectora del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y curadora de la Bienal de la Habana.

 

¿Qué entiende por “modelo bienal” y en qué medida ese modelo ideal se acerca o aleja del que concibe hoy la Bienal de la Habana?

 

Hay un viejo proverbio que expresa: «Cuenta tu aldea, y habrás contado el mundo». Hoy pudiéramos decir: «Cuenta tu bienal y habrás contado las bienales del mundo». Para mí, una bienal es una mega exposición. El modelo del que tanto se habla es simplemente eso: una gran exposición con un tema, que puede estar exhibiéndose en cualquier parte, es decir, galerías, centros de arte, museos u otros espacios con condiciones para mostrar una obra de arte. Desde hace algunos años, se dice que el modelo bienal está en crisis. Cada uno tiene en su mente “uno distinto” y, de seguro, muchos no coinciden. En este caso, nuestra bienal se diferencia por no tener tanta obra en espacio interior. Creo que la duodécima edición es una mezcla del modelo bienal que conocemos, o el modelo que hemos visto en las bienales internacionales, con una extensión al espacio público con acciones, intervenciones y performances. Por una parte se aleja, al salir a la calle con mucha fuerza y por otra se acerca al continuar, en espacios interiores, con algunas obras de los invitados.

 

Existe una duda generalizada para varias generaciones de artistas y especialistas del medio acerca de la manera en que se realiza la selección de las obras y los proyectos. ¿Es la BH una convocatoria abierta o cerrada?

 

El sistema de trabajo de la Bienal de La Habana es único, pienso. Según cuentan mis colegas fundadores del evento, y con él del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, este método ha ido variando según las direcciones y las circunstancias. Hace muchos años, cuando la Bienal se estaba iniciando, se seleccionaba un tópico, una idea curatorial, un eje. Ese documento era la plataforma de trabajo. El equipo de curadores hacía ante todo una labor de pesquisa en la biblioteca de la institución. Luego se producían los viajes de investigación. En los territorios, se continuaba con un trabajo de campo. Esta investigación corroboraba o se contraponía al texto planteado por la Bienal. Así podían modificar, ampliar o cambiar ese tópico. Posteriormente cada curador presentaba al equipo sus investigaciones. Se hacía de forma colectiva, se trabajada con mucho tiempo.

 

En las reuniones, se presentaban los resultados de trabajo, por áreas geográficas. Se hacía una selección primaria y luego se cotejaba toda la Bienal en su conjunto. Ya para entonces se tenía una noción más o menos general del evento. Ahí se decantaba, se revisaba con rigor y se eliminaban aquellas propuestas que denotaban alguna repetición de ideas, esquemas o conceptos. Finalmente, se depuraba la lista de los invitados. Es un evento por invitación del comité curatorial, no es convocatoria abierta.

 

Si la Duodécima BH no va a tener un núcleo central de exposiciones y se propone salir a la ciudad y trabajar con los espacios y su gente a través de investigaciones, acciones e intervenciones puntuales, es posible que no existan “obras de galerías”. En ese caso, ¿cómo se afrontaría la ausencia o pérdida del objeto? ¿Interesa a esta Bienal exhibir la documentación de sus propuestas?

 

No pensamos ser tan radicales. Habrá obras en galerías. No hemos renunciado tampoco a los objetos artísticos, pues es algo que continúa -y seguirá, pienso- en los caminos del arte. Habrá instalaciones, performances que ocurrirán en espacios cerrados, objetos, esculturas instalativas; en fin, obra de galería. En cuanto a la documentación, hay proyectos que pueden resultar de interés, eso se verá en la práctica. Siempre un evento de esta naturaleza debe tener obras en espacios de galerías -los ya conocidos “cubos blancos”-; lo cual tampoco deja de ser atractivo para un público tan amplio como el de las bienales de arte.

 

¿Cuáles serían los espacios y contextos de interés para esta edición?

 

Hay proyectos y obras prácticamente en todos los municipios. La Bienal se ha extendido a plazas, parques, y sitios, muchos de los cuales se emplean ahora por primera vez: Casablanca, la Terminal de Ómnibus Nacionales, el Parque Trillo; otros ya son espacios habituales de la Bienal: La Universidad  de La Habana, la Universidad de las Artes, el Pabellón Cuba y sus alrededores, la zona histórica de la Habana Vieja, con sus instituciones nacionales como el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, la Fototeca de Cuba, y los espacios de la Oficina del Historiador, como la biblioteca pública Rubén Martínez Villena y su galería, el Convento de San Francio de Asís, entre otros. En fin, habrá mucho que ver y visitar.

 

¿Cuál sería la huella que dejaría la Duodécima Bienal de la Habana como experiencia Latinoamericana al resto del mundo?

 

Todos hablamos de la huella, de dejar algo para la posteridad y es cierto, es algo importante. Pero creo que lo mejor es el momento de disfrute, de participación, de integración, ahí está la verdadera huella. Tengo algunas anécdotas al respecto. En la pasada edición, el público disfrutó y valoró tanto uno de los proyectos que se exhibió en el Centro Hispanoamericano de la Cultura, que los que no pudieron asistir con sus familias, decían: “lo dejaremos para la duodécima bienal”. Que la gente lleve el número del evento es importante. Así como cuando oímos repetir la palabra “imaginarios” por la prensa, la radio, la televisión, la gente; palabra casi desconocida hasta la oncena edición, Prácticas artísticas e imaginarios sociales.

 

 

Fuente: Boletín Ojeada