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Fernando Pérez, un cine de autor
11January

Fernando Pérez, un cine de autor

Por Diana Rosa Riesco

Fernado, usted es un artista que hace un cine de autor que ha tenido una evolución desde Clandestinos hasta Últimos días en La Habana; evolución que ha acompañado los cambios en nuestro país. Háblenos sobre eso.

 

“Siempre me he preguntado por qué hago cine y a lo largo del tiempo, tengo una respuesta clara: cuando hago cine no estoy pensando en dinero, es decir, en hacer películas taquilleras que recuperen todo lo invertido; por supuesto, recibo un salario, pero pienso que  si no me pagaran trataría de hacer cine porque ese es mi medio de expresión. Y también poder hacer cine aquí  en Cuba porque me siento muy ligado a mi ciudad, La Habana, a mi país, a lo que vivimos aquí.

 

He compartido ilusiones, desilusiones, desencantos, reafirmaciones y como todo eso va conmigo, la mejor manera que encuentro para expresarme no es a través de las palabras, sino a través de las imágenes, por eso trato que mis películas estén imbuidas de lo que siento y de cómo veo mi realidad, tanto histórica como contemporánea. Eso es lo que me motiva y me impulsa para hacer cada filme”.

 

Esa realidad la transforma en Arte, no es un lenguaje completamente realista porque si llega a ser realista estuviera haciendo periodismo. ¿Es difícil ese ejercicio?

 

“Diría que es un ejercicio riesgoso porque uno no se siente seguro del todo, al menos yo, pero es también una intención. Cuando estoy haciendo una película me entran dudas, que no se traduce en inseguridad, porque en la creación artística uno tiene siempre que buscar lo que no conoce y no quedarse con lo que ya está establecido.

 

Creo que todas las expresiones de la vida: la política, la filosofía, la sociología,… tienen su propio discurso, y muchas de ellas van hacia una visión general; sin embargo, el discurso del Arte va a lo mínimo, al individuo, a las historias que te pueden emocionar y, a partir de esa emoción es que se llega a reflexiones generales.

 

Ese es el discurso que más me interesa porque es el que pone al ser humano como individuo en el centro, sin perderse en las generalizaciones. Creo que para dialogar no debemos partir de la unanimidad, sino de los sueños individuales, de la diversidad que el Arte siempre genera”.

 

¿Cómo es el proceso de creación anterior al filme, hay una investigación de la que, por lo general, no se habla?

 

“Depende de los temas. Hay algunos que requieren una investigación de textos históricos en bibliotecas, exploración a pie de obra, recorriendo locaciones y compartiendo la cotidianidad de los personajes, conociendo el entorno”.

 

¿Podríamos decir que es trabajo periodístico o metodología  investigativa?

 

“Sí, ambas. Un artista está las 24 horas del día creando, intenté decirlo en Madrigal, pero esa idea no llegó al público, debe haber fallado algo y no conseguí  transmitirlo. Es un mecanismo muy complejo porque para un creador, todo lo que vive, lo que ve, lo que pasa a su alrededor se convierte en materia de creación artística que siempre está transformando cuando interpreta y transmite vivencias, a través de su obra.

 

Por eso, muchas de mis películas surgen de vivencias personales que no son solamente mías, sino de otros con los que comparto y por eso creo que es una manera permanente de vivir creando, filmando y por supuesto, guardando un testimonio de mi tiempo”.

 

En el caso específico de Últimos días en La Habana, multi premiada en el 38 Festival de Cine del Nuevo Cine Latinoamericano ¿cómo sucedió el proceso creativo, sobre todo del guion, lo aceptó tal y cual, trabajó en él?

 

“El autor del guion de esta película, Abel Rodríguez, se presentó un día en mi casa y me dijo: `yo no soy un guionista profesional, trabajo en un banco, pero me gusta escribir, he estudiado dramaturgia  y tengo un guion que me gustaría revisara´.

 

No era este guion, pero al leerlo me interesó por la calidad de sus diálogos, por la riqueza de sus situaciones, por la caracterización de sus personajes en un entorno muy parecido al de Últimos días en La Habana, pero la historia inicial me recordaba mucho a Fresa y Chocolate. Le dije que no me interesaba repetirla; entonces, durante tres años estuvo trayéndome propuestas con las que no me identificaba, hasta que un día se apareció con el núcleo central de este filme que se basa en la relación de profunda amistad entre Diego y Miguel personajes interpretados por los actores Jorgito Martínez y Patricio Wood.

 

 ¿Hay algo de testimonio en estos personajes?

 

“Sí, creo que hay muchas vivencias de Abel, sin embargo, sentí que era una historia universal que valía la pena; intercambiamos ideas, aparecieron nuevos personajes, sub tramas que reflejan problemas latentes en nuestra sociedad que no aparecen con frecuencia en otros medios de comunicación.

 

El Arte y la Literatura son medios de expresión en Cuba que abordan con complejidad muchos temas sociales; pienso que nuestra misión es abordarlos para tratar de resolverlos; no somos perfectos, ignorándolos se acrecientan porque están ahí y no hacemos nada por darle solución. Además, el ciudadano cada vez se reconoce menos en esos discursos modélicos que son para él una realidad virtual”.

 

En esta película, usted escoge a dos jóvenes actores: Gabriela Ramos y Cristian Jesús, a quienes les da cierto protagonismo, sobre todo a la joven, quien tiene un rol muy importante al final ¿Consiguió su objetivo con sus actuaciones, está satisfecho con el final?

 

“El cierre de la película, te soy honesto, en estos días de proyección, ha sido controvertido. Durante el festival hay muchos que se identifican y se emocionan; otros, lo sienten como un agregado que no complementa el filme porque opinan que debía terminar antes. Estas son apreciaciones que dependen de cada espectador y de ahí la riqueza del diálogo.

 

Para mí,  como propuesta era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo porque pretendía que uno de los personajes principales, al final, rompiera esa cuarta pared  y le hablara directamente al público”.

 

¿Con este discurso final qué pretende usted transmitirle a la juventud?

 

Me interesa mucho este final porque estaba buscando esa expresión franca que muchos jóvenes tienen y que se revela en el lenguaje que emplean, pues no recurren a discursos acabados, ni a las mismas palabras que se repiten en los medios de comunicación.

 

 Incluso, el hecho de que el discurso de la joven Yusisleydi pueda parecer ingenuo, denota una profunda sinceridad que le permite juzgar las conductas de los otros y a pesar de su adolescencia, termina siendo madura en sus reflexiones; lo que simboliza esa madurez precoz que caracteriza a nuestra juventud.

 

¿Proyectos futuros, algo que tenga que ver con el cine de autor que cultiva y que nos pueda adelantar?

 

Una historia del siglo XIX, basada en hechos reales: Enrique Faber es un médico suizo que viene a Cuba, se establece en Baracoa y se casa con Juana de León, otro personaje real y a los tres años se da el escándalo cuando sale a luz pública que se trata de Enriqueta Faber, una mujer que para poder ser médico, entre otras razones, cambia su identidad y  adopta una personalidad masculina. Ella fue  traicionada por su compañera a quien curó y recriminada y condenada por la sociedad.

 

Lo más importante de esta historia son las ideas revolucionarias de su protagonista y la necesidad de transgredir las normas establecidas de conducta que reducen la capacidad del ser humano de expresarse y realizarse. Mi objetivo es hacer una película que se concentre en una mujer con un pensamiento y una acción de vanguardia en su época y un drama humano que es la esencia del cine de autor que intento realizar.

 

 

 

Últimos días en La Habana Premio Especial del Jurado de Ficción, Premio de la especialidad Sonido, Premio El Mégano de la Federación de Cines Clubes de Cuba; Premio Cibervoto de Largometraje de ficción otorgada por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en el 38 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

 

 

Fernando Pérez Valdés (La Habana, 19 de noviembre de 1944), director de cine y escritor cubano, licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de La Habana. Profesor de Apreciación Cinematográfica e Historia del Cine en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. En 1975 debuta como documentalista, realizando ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano. Inicia su carrera como director de largometraje en 1987 con Clandestinos, película que le valdría un gran reconocimiento de la crítica nacional e internacional. Premio Nacional de Cine en el 2007 y  Premio Casa de las Américas, por su libro Corresponsales de Guerra.

Cinematografía: Cascos blancos (1975) - Documental, 21 min; Cabinda (1997) - Documental, 30 min; Sábado Rojo (1978) - Documental, 10 min; 4000 niños (1980) - Documental, 15 min: Mineros (1981) - Documental, 12 min; Las armas invisibles (1981) - Documental, 15 min; Camilo (1982) - Documental 24 min; Omara (1983) - Documental, 26 min; Clandestinos (1988) - Ficción, 102 min; Hello Hemingway (1990) - Ficción, 90 min; Madagascar (1994) - Ficción, 54 min;  La vida es silbar (1998) - Ficción, 110 min; Suite Habana (2003) - Ficción, 80 min; Madrigal (2007) - Ficción, 110 min; José Martí: el ojo del canario (2010) - Ficción, 120 min; La pared de las palabras (2014) – Ficción.