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Una fiesta abierta a nuevas experiencias
05November

Una fiesta abierta a nuevas experiencias

16 FESTIVAL DE TEATRO DE LA HABANA

Ayer dejé de matarme gracias a ti, Heiner Müller, de Teatro de Konstanz, Alemania, entre los invitados al Festival.

A treinta y cinco años de su fundación, la edición dieciséis del Festival de Teatro de La Habana, que se celebra del 22 al 31 de octubre, convoca a pensar el ejercicio de la dirección escénica y propone homenajear la figura del reconocido director británico Peter Brook en su noventa cumpleaños, así como los treinta años de labor creativa de Teatro Buendía.

Regido una vez más por la máxima martiana que afirma: «En teatro como en todo, podemos crear en Cuba», en medio de un panorama que ofrece perspectivas renovadoras para la Isla, el Festival se abre a nuevos confines y procura diversas formas de actualización y permanencia.

Desde hace más de tres décadas la cita ha procurado, en primer término, establecer posibles puentes que unen a públicos y artistas, productores y actores, maestros y aficionados, estudiantes, teóricos, cubanos y extranjeros, todos en un mismo espacio de diálogo. Así han llegado a las salas habaneras personalidades tan reconocidas como Patrice Pavis, Enrique Buenaventura, Eugenio Barba, Santiago García, Darío Fo o Denisse Stoklos, o teatristas y estudiosos más contemporáneos de la talla de Óscar Cornago, Álvaro Solar o Guillermo Calderón.

Hay algo que caracteriza al Festival de Teatro de La Habana: un halo de confraternidad que parte de la voluntad de presencia de quienes llegan a la cita. Y aunque la asistencia de los participantes al evento, exenta de pagos, ha hecho converger en ocasiones propuestas de menor nivel artístico, las quince ediciones celebradas guardan en su historia momentos imperecederos de puestas delirantes, en los que la inventiva teatral ha hecho gala de su capacidad inquietante y renovadora.

Valdría señalar entonces como uno de los valores que ya exhibe esta edición del Festival, la acertada gestión de fondos por parte del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, con vistas a procurar un mejor concepto curatorial. Este y otros empeños han permitido organizar una muestra que incluye alrededor de cuarenta colectivos de dieciocho países: Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, México, Perú, Colombia, Chile, Ecuador, Brasil, Argentina, Alemania, Francia, España, Noruega, Rusia, Mónaco, Dinamarca y Australia, además de contar con más de quince espectáculos de grupos nacionales.

El Festival abre sus jornadas con la puesta de Charenton, a cargo de Teatro Buendía, bajo la dirección artística de Flora Lauten. La obra, estrenada en el año 2005, a propósito de los veinte años del grupo, evidencia el sedimento de una poética de trabajo que utiliza la técnica de máscaras como recurso esencial en la construcción de personajes.

Gris, de Teatro Tuyo, de Las Tunas, una de las mejores representaciones de la escena nacional.

El resto de la programación dirigida al público adulto agrupa algunas líneas comunes que puede vislumbrar el público dentro de la muestra. El teatro de figuras, como en ediciones anteriores, vuelve a tener una presencia interesante dentro del evento, ahora con títulos como De las manos, de los colectivos españoles Teatro Lafauna y La Tartana Teatro. Y regresa la Fundación Teatro de Títeres Paciencia de Guayaba, de Colombia, para traernos en esta ocasión 9.4.48 o El Bogotazo.

Es importante resaltar también espectáculos que corroboran la presencia de teatristas cubanos en el panorama internacional y la sustentabilidad de proyectos de colaboración con agrupaciones extranjeras. Ese es el caso de las obras Teresa —dirigida por Eduardo Manet— y Volver a La Habana, como homenaje a Flora Lauten. El último título muestra uno de los más recientes trabajos de Lauten como directora. Teresa viene a remover la añoranza de los espectadores por sus extraordinarios desempeños actorales.

Mucho ha cambiado la relación del evento con el teatro que hacen los cubanos hoy fuera de la Isla. El proyecto Fundarte, que desde hace tiempo une a actores de las dos orillas en espacios comunes de pensamiento y creación, vuelve ahora a la cita con la obra Escribiendo en la arena, que trae a la escena nacional a una artista venerada por el público como Mabel Roch.

La compañía alemana de teatro She She Pop y sus Madres será uno de los atractivos del Festival de Teatro de La Habana con la obra La consagración de la primavera.

Contamos también con el montaje que hiciera el colectivo alemán Teatro de Kontanz de la obra del nobel dramaturgo cubano Rogelio Orizondo Ayer dejé de matarme gracias a ti, Heiner Müller, espectáculo dirigido por Andreas Bauer que cuenta con la participación de la joven actriz cubana Clara González. Se realiza la residencia artística de teatro El Cuartel con el director Alemán Roland Schimmelphennig, que mostrará durante los días del evento el estreno de Esta noche todo será diferente, a partir de un texto del propio dramaturgo y director. Para cerrar el segmento alemán, la versión de la obra de Igor Stravinsky La consagración de la primavera, del grupo SheShe Pop.

En otra zona de creación, puestas de gran formato deslumbran al espectador, como lo hiciera en el 2013 el Teatro Estatal Académico Evguéni Vajtángov con Anna Karenina. Esta vez, también de Rusia llegan el Teatro Académico Komissarzhevkaya y la Compañía de Teatro y Danza Stas Namim, con los títulos Vaal, a cargo de la primera, y La victoria sobre el sol y Beatlemanía, del último colectivo. Pero es sin dudas el reconocido Ballet de Montecarlo una de las noticias más esperadas en el marco de esta edición. Programado para la gala de clausura en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, el espectador acude a una cita especial en la que disfrutará de un grupo que «por más de un siglo se ha inscrito en las mejores páginas de la historia del arte coreográfico».

Por último quiero referirme a dos espectáculos cercanos a la estética del cabaret que están dentro de la muestra. La propuesta australiana Glory Box. The Revolution, del colectivo Finucane & Smith, dirigida por Moira Funicane, resalta dentro del evento por la mirada hacia el tema de género desde una perspectiva renovada. Aquí, la condición femenina de las intérpretes no solo aboga por un discurso emancipador, sino que además determina formalmente la propuesta y hace de ella un ejercicio lúdico que va desde el poder hasta la seducción. Por la parte cubana Teatro El Portazo, de Matanzas, traerá su Cuban Coffe by Portazo’s Cooperative, una de las más transgresoras creaciones jóvenes de la Isla, en la que se alude a conflictos urgentes de la sociedad que habitamos, a partir de un material escénico que funciona como testimonio de una generación y revisita los más importantes referentes artísticos del país.

Más allá de la escena, el Festival propone un evento teórico que fue inaugurado en el cine Chaplin con la proyección del documental Tell me Lies, de Peter Brook, a cargo de su hijo Simon Brook. El resto de los encuentros, que sesionan mayormente en la sala Villena de la Uneac, cuenta con diversas mesas de debate entre las que figuran el panel dedicado a los treinta años de Teatro Buendía, con invitados internacionales de alto nivel como Diana Taylor, Eugenio Barba, Eduardo González Manet, Caroline Houk y David Wilson.

Lugar especial tienen el espacio llamado Difusión internacional de la escena cubana (Diec), el cual cuenta con el panel de programadores, el pitching de proyectos escénicos cubanos y los show case como principales acciones, que tiene lugar en la Casa de la Memoria Escénica del Festival de Cine.

Talleres y exposiciones, presentaciones diversas en plazas y parques, desmontajes de algunas de las obras para generar el debate con el público… Estas y muchas otras propuestas ha traído esta nueva edición. La cita está abierta a todos.

Queda ahora esperar de ella los mejores resultados y prometer, siempre, el regreso solidario de quienes defienden hoy el arte de la escena.