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ARCO 2012: jugar, trascender, comprar
03May
Artículos

ARCO 2012: jugar, trascender, comprar

ARCO 2012 ha cerrado su última edición dejandolas puertas abiertas a un cierto optimismo generalizado. Analistas del mundo del arte y –cada vez más– economistas describen en sus crónicas un panorama menos desolador del que cabría esperar, dados los tiempos que corren. Un paisaje marcado, cómo no, por los vaivenes de la macroeconomía que ha colocado, más que nunca, a este ARCO 2012 en el punto de mira de inversores y compradores que buscan la rentabilidad de sus adquisiciones. Nada nuevo por otro lado, pero no deja de sorprender que, en plena crisis financiera, se disparen las ventas, tanto en subastas como en ferias de arte. Las cifras del 2011, según la consultora Artprice, hablan de ocho mil millones de euros de ventas en el mundo, solo en subastas, un incremento del 21%, unos mil millones más que durante 2010.

En este contexto, Carlos Urroz, flamante y renovador director de ARCO desde hace dos años, afirma: “El arte contemporáneo no es un lujo, es un derecho”. Prometedora e idealista afirmación, aunque la realidad a la que nos enfrentamos, tratándose de una actividad comercial, es que el coleccionismo de arte, particularmente España, es aun muy minoritario. La adquisición de objetos artísticos sigue siendo una actividad relacionada de manera general con el lujo, las grandes fortunas y empresas, el consumo elitista y, en definitiva, el disfrute de unos pocos. Para muestra un botón: solo el 2% de la población de China compra arte, porcentaje que representa ¡un 23% de todo el mercado artístico mundial! (datos de la consultora Deloitte, citados por la agencia Bloomberg).

En parte para combatir esta “gran” desidia adquisitiva, Urroz nos trajo a esta edición de ARCO, 215 galerías de 29 países, con Holanda como invitada especial. Nos ofreció propuestas que demostraron ser muy eficaces en la anterior edición de la feria: Solo Projects: Focus Latinoamérica, 22 propuestas de artistas latinoamericanos, seleccionados por seis prestigiosos comisarios de la región. Repitió el programa Openingdirigido este año por Manuel Segade, que reunió las galerías europeas menores de ocho años: 24 galerías de 10 países, algunos consolidados como Alemania, con siete stands, aunque se trató más bien de dar relevancia a los emergentes, como Bélgica, Polonia, Rumania, etc. Y, como novedad, el programa Artista destacado, que todas las galerías presentaron en sus stands, ofreciendo al comprador / visitante interesantes sugerencias individuales. No olvidó Urroz a los coleccionistas, invitó esta vez a 280 y consolidó el programa First Collector, que ofreció un trato especial y un asesoramiento esmerado a los nuevos compradores con vocación colectora. Prolongó ARCO sus actividades al cierre de la feria con AfterARCO, ocupó espacios públicos en la ciudad, ofreció conciertos de pop y electrónicos, programas de vídeo en plazas, sesiones de DJ, actividades de ocio y gastronómicas, etcétera.

Pero frente al análisis económico y financiero de la feria, inherente a su propia naturaleza mercantil, y al panorama general de propuestas y actividades que este ARCO 2012 nos regaló, quiero, para acabar, ofrecer en esta crónica un análisis más personal: el de un pintor en activo que observa y contempla este fantástico despliegue de fuegos artificiales a pie de feria, que se acerca a dos o tres obras dentro del mar infinito de propuestas y las disfruta con pausa. Sin ser ARCO el sitio idóneo para la contemplación artística, como espectador siempre disfruto de este festín. Mis impresiones se basan necesariamente en sensaciones, normalmente desde el puro gozo de unas pocas obras.

Decía el insigne escritor Josep Plá que: “es infinitamente más fácil opinar que describir, por eso todo el mundo opina”. Obviamente yo voy a describir, eso sí con brevedad, pero con la mayor certeza y objetividad posible, un puñado de creaciones que, en mi recorrido por los stands de ARCO, llamaron mi atención, asaltaron mi retina y hurgaron en mi sensibilidad de espectador/creador.

Me vuelve a impactar el dúo cubano Los Carpinteros, formado por Marco Castillo y Dagoberto Rodríguez, esta vez con una pieza/instalación de excelente factura y acabado, en la Galería IvoryPress: unos instrumentos musicales (conga, tambores, violonchelo) de apariencia cromada, blanca y metálica, se derriten y funden con el suelo formando charcos de ese mismo material en un caos estático y controlado, con aspecto de accidente programado, como un hermoso, limpio y brillante desastre, un inevitable y surrealista final: la música no suena, se consume, se licúa, se deshace, se va.

Diego del Pozo Barriuso, artista vallisoletano multidisciplinar (dibujo, vídeo, objetos, instalación), me atrapa con una pantalla de televisión discretamente ubicada en la galería salmantina Adora Calvo. Diego propone una pieza de videocreación en la que un grupo de actores hablan ante la cámara como personas y ciudadanos de a pie, sobre su personal visión del nuevo orden mundial. A partir de un guión lleno de referencias a personajes políticos históricos, estas personas acaban cantando, llorando y gritando, ya sin guión, con brutal sencillez y sinceridad, sus anhelos de afecto más profundos.

Acabo con Tàpies. Espectacular siempre Tàpies, más emocionante su presencia aquí, en ARCO 2012, tras su reciente fallecimiento. La galería parisina Lelong me impacta con un mural de dos por tres metros del catalán que preside su stand, como perfecto homenaje: cruces, gestos arañados, excavados en materias terrosas de miel y barro, trazos negros gruesos que son letras, números, trazos finos, caligráficos, que son dedos, manos, rojos de sangre, caricias y puñetazos en un enorme panel cercano, cálido.

Su hijo Toni Tàpies también homenajea al padre en su galería, con un cuadro reciente, emocionante, de 2011. Vertical, de dos metros de alto por uno treinta de ancho, aproximadamente, presidiendo, a la vez potente y humilde, la entrada a su stand. Lienzo en blanco, tela blanca limpia, trazos potentes, aguados, de brocha gorda, en color arcilla, representan manos, seis manos en apariencia torpemente dibujadas, que parecen querer asir sendos objetos también dibujados, estos con carboncillo negro, trazos finos, también torpes, pero decididos a representar como sea, sin fuerzas, sin vista, un libro, un vaso, unas gafas, una cruz y algún otro objeto siempre pequeño, cotidiano: trascendencia e insignificancia de lo humano. Por siempre, Tàpies, ¡gracias maestro!

ARCO, más allá de la naturaleza comercial que le da su sentido, es, para mí, inevitablemente, la contemplación casi siempre gozosa, espectacular y variopinta de una vasta oferta de creaciones que nos proponen un puñado de lúdicos seres humanos. ¡A jugar!