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Avistamientos al arte cubano contemporáneo. La pasión de José Busto
03May
Artículos

Avistamientos al arte cubano contemporáneo. La pasión de José Busto

En opinión de varios artistas y curadores cubanosde gran experiencia, una de las mayores debilidades de nuestro campo artístico de caras a la competencia internacional por la visibilidad, posicionamiento en el mercado, ferias y circuitos expositivos de primer nivel, radica en la inexistencia de un coleccionismo de arte, privado e institucional, que respalde, patrocine, promocione, eso es, que contribuya a catapultar la producción artística nacional en los circuitos internacionales.

Dentro de este panorama desolador –en lo que al coleccionismo privado se refiere– comienza a cobrar importancia en el ambiente artístico habanero el nombre de un sujeto y de un proyecto: José Busto y su Galería Avistamientos. Busto, nacido en La Habana el 23 de marzo de 1969, es un cubano singular, sui generis. De refinada educación familiar, le da una importancia central al papel que juega lo estético en todos los aspectos de la vida del hombre. De ahí que su modo de vestir, por ejemplo, signado por una elegancia formal, sea una expresión estética que proyecta la singularidad de su personalidad. Busto es un cubano elegante, que va de traje y corbata a las exposiciones sin importar el calor, la ineficiencia de los sistemas de aire acondicionado y los tumultos entusiastas. Él mantiene su formalidad impecable, y eso le hace ser auténtico.

A comienzos de la década del noventa del pasado siglo, José Busto entró en el mundo del coleccionismo, pero de arte europeo y antigüedades de todo tipo. No es hasta el año 1998, que se interesa por el arte nacional, y se concentra en la adquisición de obras de la vanguardia cubana. Esa fue la transición necesaria para que más tarde, específicamente en el año 2004, Busto comprara su primera obra de arte cubano contemporáneo en una galería estatal: Autorretrato 6,deJorge López Pardo. El contacto con este artista marca el inicio de su pasión por coleccionar arte contemporáneo cubano. Busto cuenta que fue la experiencia de ver al artista en pleno proceso de creación de otra obra, Avistamiento I, lo que desató en él, de súbito, la pasión que es hoy el sentido de su vida profesional. Lopez Pardo había pintado un avión enterrado de nariz en un cañaveral, pero después, como en un arrebato, desdibujó el cañaveral con una capa de color blanco, que modeló cual bruma en las alturas del cielo; así, quedaba el avión enterrado, hasta medio cuerpo, en una espesa capa de nubes, avistando no sabemos que realidad inalcanzable. Busto no se pudo resistir, y adquirió la obra. Después de ese suceso, no ha podido detenerse (ni los artistas del patio desean que lo haga). Su colección actual la integran cerca de veinte artistas cubanos de primer nivel. Entre los más consagrados, posee obras de Pedro Pablo Oliva, Roberto Fabelo, René Francisco, José Manuel Fors, Reynerio Tamayo y Carlos Quintana. De las promociones más jóvenes: Yoan e Ivan Capote, Lidzie Alvisa, Rafael Villares, Mari Claudia García, Kcho, R10, entre otros.

Nos cuenta Busto que en su decisión de adquirir una pieza no es capaz de influir el criterio de ningún galerista, curador o crítico. Debe experimentar una conexión especial, instintiva, entre su mundo existencial y el mundo de sentido que está en potencia en la obra; cuando esto sucede, de manera insospechada, sabe al instante que está frente a una obra que tendrá que ser parte de su colección. Así le sucedió, con singular intensidad, ante Isla pertenencia, de Yoan Capote. Busto conoce de la obra cuando aun era un esbozo de proyecto; y persistió hasta que el artista finalmente la realizó. Esta pieza tiene un significado muy especial para él, pues su propia sangre fue utilizada por Capote para darle un tono rosáceo a los empastes de color, que junto a áreas hechas con anzuelos y zonas de un denso color blanco configuran un mar revuelto y brutal. Un mar de anzuelos, que parece sangrar; un mar desierto, espumoso, intransitable… Sin dudas, se trata de una obra de un lirismo inquietante, espinoso (incluso literalmente); lo cual demuestra que las intuiciones de José Busto están preñadas de aciertos estéticos. De este mismo artista acaba de adquirir Demagogia, una de las mejores obras, en mi opinión, de la muestra Fonemas y Morfemas, exhibida en Galería Habana desde finales de noviembre de 2011 hasta comienzos demarzo del año en curso. Se trata de un lavamanos de bronce, con forma de oreja humana, que se instala en la galería con servicio de agua corriente y accesorios correspondientes –como un jabón–, para que el público pueda hacer uso del artefacto. Al ver el agua residual correr por el pabellón auricular, quedamos tentados a pensar que de la misma manera en que se escurre el agua sucia por un lavamanos, se escurre por nuestras orejas la contaminada materia fónica de la demagogia. Si prolongamos la metáfora por contigüidad metonímica, entonces podemos asociar los sistemas albañales hacia los cuales drenan los lavamanos, con nuestros sistemas psíquicos: lugar de recepción de toda la inmundicia léxica que produce la sociedad en su conjunto...

Además de su trabajo como coleccionista profesional, hace cerca de un año que Busto comenzó a desarrollar otro proyecto: Avistamientos (galería de arte contemporáneo cubano), con los objetivos fundamentales de darle apoyo material a los artistas más jóvenes para la producción de proyectos, así como promocionar el arte que aún no cuenta con el respaldo y favor de los circuitos institucionales más legitimados y legitimadores. Desde el 2011 y hasta lo que va de año, ha patrocinado la producción de once proyectos artísticos. De ellos nueve estarán presentes en la próxima edición de la Bienal de La Habana: La voluntad de los huéspedes, de Aluan Argüelles; Capital, de Reynaldo Echemendia; Con todo el gusto del mundo, de Grethell Rasúa; Paisaje itinerante, de Rafael Villares; Fango, de Elizabet Cerviño; Inmersión, de Gabriela García; y en el proyecto colectivo de la 4ta Pragmática, Ciudad Generosa, que ocupará el espacio desolado de 3era y E en el Vedado, en el que Busto participa con el patrocinio de tres de las intervenciones arquitectónicas, PREié, de Víctor Piverno, Humus, de Dania González y Un exágono, de Fidel Yordán Castro.

Como se ve, es incalculable la ganancia que aportaría a nuestro contexto artístico el surgimiento y desarrollo de proyectos similares a Avistamientos. Un tipo de colaboración, de gestión, en la que José Busto está fundando un precedente que me parece vital para el futuro inmediato del campo del arte en Cuba. Al igual que el avión de López Pardo, Busto parece empeñado en avistar un futuro –una tierra firme–, en el que la iniciativa privada también pueda participar con todas las garantías legales –junto al mecenazgo estatal–, en el desarrollo de la plástica insular. Como el avión empalado, puja con paciencia persistente para abrir un camino a través de esa espesa e incierta capa de nubes que es hoy el coleccionismo privado de arte en Cuba.