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Carlos Alberto Fernández, hechizos visuales de mundos paralelos
16January
Artículos

Carlos Alberto Fernández, hechizos visuales de mundos paralelos

Una buena obra de la plástica es aquella que plantea preguntas, que nos hace sentir, imaginar, soñar…, en las infinitas relaciones del hombre con su entorno, con el mundo externo/interno…, salpicado, todo ello, de la fantasía que nutre, de sentimientos como el amor, la ternura y otros que tanta falta hacen a la Humanidad en estos tiempos.

Con la sabiduría de alguien que tiene pleno control de su mirada sobre lo visible y coherencia en su interpretación, este artista no es otra cosa que un narrador extraordinario que ha sabido eternizar en sus cuadros, la capacidad y la voluntad imaginativas de un adolescente que descubre, deslumbrado, el mundo y lo vive, en y desde su imaginación, en toda su intensidad y dimensiones físicas, cronológicas y fantásticas.

Hay una estrecha vinculación entre artista, naturaleza y pintura. Tres elementos que se reúnen en el instante preciso para existir en el ARTE. Serenos, apacibles, tranquilos..., resaltando lo hermoso de la existencia…, van juntos, como en la búsqueda de una verdad que vibra, en estado de pureza o a flor de piel, y que en sus creaciones podemos bautizar como irrealidad. Más bien, un mundo paralelo, que no solemos ver a simple vista, sino a través de un “lente” artístico/sensible que nos comunique con esa maravillosa escenografía que nos rodea, y que, vista en el plano del arte, nos acerca a los sueños, lejos del mundo terrenal. ¿Paradoja? Él vive ahí, como esa naturaleza que lo envuelve en sus obras, reflejo de una realidad que hasta llegamos a pensar… ¿existe?

Ese universo que evoca en sus trabajos, pasa primero por el “filtro” de su existencia y sensibilidad, amén de la cultura, vivencias, sueños, realidades…, “ingredientes” que, trasladados a piel de lienzo o cartulina, despliegan su vida con todo lo que llevan dentro… No hay magia. Son las sustancias de las que estamos hechos los humanos, y que los ARTISTAS utilizan para crear, a su imagen y semejanza, y hacernos sentir mejor en este lado del mundo. Formas, ideas, imágenes, matizadas con sus experiencias en óleo o acrílico, recorren caminos que entroncan lo externo/interno, y acampan en una estancia casi silvestre, en la que anidan anhelos e ilusiones para decir en ARTE…

Les presento a Carlos A. Fernández (La Habana, 1967), graduado del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), (La Habana, Cuba, 1989), y de la Academia Nacional de Bellas Artes, San Alejandro (La Habana, Cuba, 1994). Es un creador del mundo, o simplemente diseñador de un universo que no podemos ver con el simple lente humano y que tiene la capacidad de colocar, en su justa medida, para que podamos alcanzarlo con nuestros sentidos. Él nos regala, desde hace más de tres décadas, estas imágenes “retratadas”, desde lo más profundo, y quizá también, desde lo más superficial –que él puede sentir-, y luego transforma en un paisaje onírico, donde anida la vida que nos conmueve a cada paso. Imperceptible, serena, hermosa, casi irreal para ser verdadera, y que sus manos construyen con toda la capacidad humana que tiene para levantarla, en una escala artística, que conmueve por su pureza, limpieza, exaltación de lo bello, y que subsiste a nuestro lado. Aunque no seamos capaces de verla en su dimensión real.

 

Carlos Alberto Fernández

 

Elocuente silencio…admirativo

Muchos pueden ser los elogios que pueden hacerse a la obra del pintor, dibujante y diseñador cubano. La maestría y creatividad de sus trabajos siguen un proceso en ascenso que se enriquece con los años. Su quehacer artístico se abre pues a la celebración verbal; a la vez que consolida el elocuente silencio admirativo, propio, de toda obra grande.

 

 

Revelaciones III
Revelaciones III 

 

En sus cuadros se puede hallar la composición definitiva que, tantas veces, inaugura posibilidades insólitas y llenas de admiración. Su dibujo, exquisito, decantado en las finas líneas, se desdobla, con carácter caleidoscópico, en la precisión final de ciertas formas y rasgos, y en la evaporación de un conjunto que, por sus espejismos, dota a sus piezas de la fuerza del enigma.

 

Revelaciones IV
Revelaciones IV 

 

Se puede añadir a esas calidades la sabia utilización del color. Este, naturalmente rico, es siempre justo y, al mismo tiempo, hasta en lienzos que podrían considerarse monocromáticos, hace proliferar un clima ideal (casi paradisíaco) que se oculta en las apariencias. No menos central es su ejecución, que refleja el desarrollo de un lenguaje pictórico personal. Su pincelada crea capas de pintura que son trabajadas con la espátula para crear una textura de líneas física y visual; líneas que sugieren el movimiento y volumen de la forma representada, cual si de un dibujo a pluma se tratara. Las veladuras y golpes de luz, sobre los que utiliza nuevamente la espátula, completan las piezas. El resultado atrapa tanto por su misterio como por su brillantez. Es, en pocas palabras, un artífice que, por encima del tema que aborde (el vuelo de un pájaro, las flores, monedas, dioses, nidos, un paisaje…), reafirma, tan deliberado como gestual, esa condición sin la cual no hay pintura. La pasión por el arte de las formas. Eso va grabado en su quehacer pictórico.

 

 

Revelaciones VI
Revelaciones VI 

 

En esta obra figurativa, que por momentos adquiere tintes abstractos, según lo que él sienta adentro, donde todos los recursos se proyectan en función de la eficacia del conjunto, se mueve un elemento central que singulariza y da realce a estos cuadros, que llevan en sí el espíritu de lo real maravilloso nuestro: la luz. Una luz que no importa qué figuras, cosas, acciones... exalte en pos de una indiscutible belleza. Es la luz de Cuba. Pintura de intimidad e intemperie (como la propia naturaleza), el trabajo de Carlos A. Fernández se nos entrega como testimonio de lo posible y también de lo increíble a ras de mundo, como inventario de una dimensión que es preciso redescubrir con tanta ingenuidad como exactitud. Pero, al mismo tiempo, es una pintura tan de fijación de lo que se cumple en el devenir del tiempo que se presenta también como un reto. Sus piezas son, a partir de esa inmediatez, producto de la imaginación. Creación incontaminada. Pintura en toda su pureza. Las imágenes recolectadas en su camino artístico, que surgen y viven en la Naturaleza, se definen por el reconocimiento de la realidad y la imaginación, inmersas siempre en un paisaje espléndido que nos hace vivir o soñar despierto...

 

Revelaciones VII
Revelaciones VII 

 

El artista, hoy. Miradas mágicas, reales…

Alejo Carpentier sentenció: “Lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de estado límite”.

Carlos Alberto Fernández, en sus más recientes trabajos, crea una dimensión que está más allá de la que tenemos conciencia, para abrirse paso entre los misterios de la existencia. Armado y amado de muchas sustancias que los seres humanos no logran, no pueden o no quieren reconocer, propone imágenes que revelan miradas o nos transportan a los tiempos primigenios cuando las flores, nunca plantadas, fueron besadas a la vida por el cálido aliento de los Céfiros.

 

Céfiros II
Céfiros II 

 

Con la capacidad intuitiva para hacernos sentir que abrimos por primera vez los ojos a la luz, provoca que el espectador se involucre, que sea capaz de percibir hasta el perfume, y alcanzar, detrás del lienzo, como en un espejo, el mundo irreal, devenido abstracción, de la vida.

 

Céfiros III
Céfiros III

 

Las piezas de esta colección nos observan, desde su cosmos o infinitud, haciéndonos reflexionar en cómo nos ve la naturaleza, cómo somos percibidos por ella, y sentir que podemos ser también el sujeto expuesto a las consideraciones del universo. Nosotros, cargados de tantas materias, seguimos el rumbo de la vida dejando huellas, imperceptibles, que muy pocos pueden contemplar. Solo serán percibidas por aquellas almas que, en sus universos paralelos, humano o vegetal, se dignan a mirar, sentir y esculpir los momentos que pasan al azar, para seguir el camino, sin fin, de la vida con sus misterios.

 

Céfiros IV
Céfiros IV 

 

Las obras que más me cautivan son aquellas que podemos bautizar como silenciosas... Esas que parecen haber sido arrancadas de su hábitat natural y colocadas en otro espacio, quizá hasta en contra de su voluntad, esas que una vez que las encuentras y las contemplas… simplemente se van contigo.   

Fotos: Cortesía del artista 

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