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Seis artistas, dos ciudades
02June

Seis artistas, dos ciudades

El artista cubano Antonio Eligio (Tonel) es curador, junto al canadiense Phil McCrum, de la muestra colectiva Seis artistas, dos ciudades, que exhibe el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de Cuba.

En la siguiente entrevista, Tonel explica cómo surgió el proyecto y cuáles son los principales conceptos que desarrolla.

La exposición Seis artistas, dos ciudades surge de una idea mía y de uno de los artistas canadienses que participa, Phil McCrum. Nosotros pensamos exponer juntos por afinidades estéticas, somos colegas, artistas que estamos trabajando y viviendo en Vancouver, y los dos enseñamos en la Universidad de Columbia Británica, en el Departamento de Historia del Arte.

Del conocimiento mutuo de la obra de cada uno de nosotros salió la idea de que a lo mejor podíamos hacer algo juntos. Después pensamos que sería aún más interesante si involucrábamos algunos artistas, un grupo pequeño de creadores con los que teníamos afinidades artísticas y estéticas. Phil me hizo una propuesta de dos artistas canadienses y yo le hice una propuesta de dos artistas cubanos. En ese sentido queríamos cubrir, digamos, un espectro amplio desde el punto de vista artístico, estético, queríamos cubrir también diferentes generaciones, queríamos que hubieran hombres y mujeres, y que hubiera gente trabajando diferentes medios.

¿Cuál es la idea o concepto que unifica las obras de esta exposición?

No es una exposición en la que Phil y yo como comisarios impongamos vectores curatoriales o teóricos. Nosotros más bien adaptamos nuestras ideas a las posibilidades que las obras y los artistas escogidos nos sugerían. O sea, la exposición más que establecer líneas sólidas desde el punto de vista curatorial, lo que hace es crear una red donde las obras comienzan a dialogar.

Se trata de crear un espacio que posibilite el diálogo entre artistas y obras diferentes, artistas que están trabajando en contextos muy distintos y que, sin embargo, pensamos que manifiestan afinidades y una coherencia que va más allá de especificidades culturales, sociológicas o políticas. Esos diálogos, para hacer más específicos, se establecen entre un grupo de artistas que están trabajando sobre el cuerpo: la obra de Ana Olema con la idea del tatuaje de los pioneros, la obra de Phil con el abrigo y lo que eso significa en Canadá, la masculinidad y el hombre trabajador que es una cosa con la que ese tipo de abrigo se identifica mucho. También está la obra de Jade Yumang con la idea del cuerpo desde el punto de vista del homoerotismo y la homosexualidad.

Hay otras líneas más formales, más morfológicas, en la manera en que algunos artistas prefieren trabajar con materiales industriales, prefabricados, la obra de Robyn Laba con los globos, la obra de Ponjuán con el chapapote. Al mismo tiempo esas obras establecen relaciones puramente visuales por el color, son obras monocromáticas, trabajan sobre el blanco y negro. Hay una especie de gradación, de tonos, en esa sala donde está lo de Jade que es totalmente blanco, que trabaja con el volumen y las sombras por el calado, lo de Robyn en el piso y lo de Ponjuán trabajando con volumen, con superficie, pero a partir de la textura del chapapote.

Nos interesaban también artistas que manejaran la relación entre textos e imágenes, y ahí está la obra de Ponjuán, algunas de las pinturas de Phil, y está también mi trabajo. Mi trabajo lo vimos, por ejemplo, relacionado con el mundo que está abordando Ana Olema hasta cierto punto, porque el mundo de Ana tiene que ver mucho con la ideología y la marca que deja lo ideológico, y mis obras son una reflexión sobre la historia, sobre la guerra fría, sobre los capítulos de la carrera espacial y cómo eso se enfocó desde el punto de vista cubano. Por ahí están algunas de las relaciones que va creando esa red de la que te hablaba. Yo creo que el papel de Phil y mío en este caso fue de propiciar ese espacio de diálogo entre estas obras y estos artistas.

¿Crees tú que pudiera haber entonces similitudes entre el arte actual canadiense y cubano?

Sinceramente, yo no tengo una visión panorámica del arte canadiense actual, tengo quizás una visión más completa de lo que está pasando en Cuba, pero sí tengo una idea más precisa de lo que ocurre en Vancouver, en la ciudad donde vivo que es la más importante de la provincia de Columbia Británica, y conozco un poquito de las cosas que pasan en Montreal, Toronto. Lo más importante para mí es que sí, que hay muchas potencialidades para crear y extender este tipo de diálogo entre los artistas de ambos países.

Nosotros queremos llevar esta exposición a Canadá, ese será el paso siguiente, estamos conversando con instituciones en Canadá para tratar de llevar la muestra a la provincia donde vivimos y a otras provincias, en algunos casos con las mismas obras y en otros con obras diferentes. Pienso que se podría, y a mí me interesa mantenerme activo en ese sentido, propiciar otros tipos de diálogos entre artistas que están trabajando en Cuba y Canadá.

Una cosa que se da en Vancouver con frecuencia es la de los artistas con iniciativa para establecer centros de arte, pequeñas galerías, para organizar exposiciones, para abrir sus talleres y que la gente venga a ver lo que hacen. Eso es algo que yo creo que en Cuba ahora es relevante. Creo que en este momento en Cuba, a pesar de la fuerza y el papel de las instituciones, se hace obvio que los artistas tienen que asumir una actitud más activa ante la creación, promoción y despliegue de sus obras. En Canadá hay experiencias que pudieran aplicarse aquí. Por ejemplo, en el mundo del grabado hay talleres importantes en Vancouver que tienen mucho prestigio. Al igual que hay una tradición en Cuba, talleres y artistas con una experiencia en el grabado, y en el mundo de los nuevos medios que ahora está tomando fuerza, de las imágenes digitales y la fotografía trabajada digitalmente. En ese universo también Vancouver tiene mucho que aportar; tiene toda esta Escuela del Pacífico de la fotografía conceptual, que es realmente por lo que se conoce esta ciudad en el arte contemporáneo con Jeff Wall, Stan Douglas, Ken Lum… El ambiente que estos artistas han creado allí, alrededor de este tipo de obra, pudiera también ser muy beneficioso si se conociera más de cerca en Cuba.

No hay actualmente muchos artistas cubanos viviendo en Canadá. ¿Cuáles son las razones por las que te has radicado allí?

En Vancouver están Manuel Piña, Osvaldo Yero y yo; quizás haya algún otro artista por ahí, seguro los hay… Empecé a vivir en Vancouver a final del 2005, hace ya casi cinco años, y anteriormente estuve viviendo en la costa del Pacífico, en el área de la Bahía de San Francisco, un poco hacia el sur en esa propia península. Mudarme más hacia el norte no fue un cambio demasiado radical porque hay una cultura norteamericana del Pacífico, mientras más te vas al norte ya se habla de una cultura del noroeste. En Vancouver estoy viviendo por situaciones personales, porque a mi esposa le interesaba trabajar con una institución de esa zona, ella es bibliotecaria en la Universidad de Columbia Británica, es la jefa de la biblioteca de arte. Aunque yo había hecho algunas exposiciones, hice una exposición en el año 2000 con la galería Belkin and Morris, que es la galería de la Universidad de Columbia Británica.

Ahí mismo, con el curador principal y director de esa galería Scott Watson y otros curadores cubanos y canadienses, se había hecho una presentación grande de arte cubano en el año 97, en la que participé con una bipersonal donde estábamos René Francisco, Ponjuán y yo en la Or Gallery. Quiere decir que había un cierto conocimiento de mi trabajo, realmente a mí me han acogido muy bien, me han invitado a enseñar en la Universidad, tengo colegas con los que intercambio regularmente. Es una realidad muy diferente a la de Cuba; pero es también una región muy interesante culturalmente, muy atractiva para mí desde el punto de vista geográfico, de la naturaleza, es además una ciudad pequeña, tranquila.