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Ignacio Tovar nos canta bajito
01November

Ignacio Tovar nos canta bajito

Hasta inicios del 2018 usted tiene la oportunidad de visitar la exposición Cantándote bajito que recoge en pinturas y dibujos de las últimas dos décadas de creaciones de Ignacio Tovar.

El pintor abstracto sevillano encuentra la inspiración para el título de sus obras en la poesía del flamenco, así, titula sus obras con versos de soleares y con nombre de cantaores y de bailaoras. La precisión de los tonos de sus pinturas se debe a los colores vivos conseguidos gracias a los pigmentos utilizados por el artista que aportan además una opacidad y brillo que hacen únicas las líneas ondulantes de sus obras.

“Quisiera que el curso de mi obra fuese como el de un río, que después de tímidos e inciertos comienzos, se nutre con las influencias del mundo exterior, cruza por paisajes diversos, siempre nuevos, llenos de gratas sorpresas, superando pasos angostos, dudas y meandros, enriqueciéndose, ensanchándose con el tiempo, hasta llegar al mar, hasta llegar a la plenitud”, define el artista Ignacio Tovar sobre su obra.

Según Fernando Francés, director del CAC Málaga, “en los últimos años, la obra del artista sevillano ha ganado en interés por lo espiritual y el espacio vacío, creando una atmósfera más neblinosa, menos contundente y definida donde ya no toman tanto protagonismo las variaciones o contrastes cromáticos, sino los matices y profundidades espaciales que se generan en la extensión de un mismo color. La carga expresiva en las pinturas abstractas de Ignacio Tovar es evidente, el color parece desbordarse del lienzo y crear en su ambiente una especie de bruma. En su obra es tan importante el color, que antes que teñir, se expande y dispersa. En la obra de Tovar, la participación afectiva del espectador es clave, sin la cual no es comprensible la totalidad de la obra de arte. Una posibilidad para el conocimiento real de la obra es proyectar sobre ellas nuestra subjetividad. Es cuando se produce esa conversación de tú a tú con el artista. Al igual que el flamenco, las obras de Tovar no son solo un espectáculo de fuerza, sino también estético, de estilo y lleno de carisma”.

Ignacio Tovar (Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1947) lleva más de cincuenta años realizando pinturas y recientemente también abarca la fotografía. Constante, sus obras rebosan optimismo, y piensa que todas sus creaciones han sido totalmente necesarias, para que cada una diera pie a la siguiente. Por eso le emociona su exposición en el CAC Málaga, puesto que hay varias obras que forman parte de Cantándote bajito que hace años que no se exponen o que nunca lo han hecho. Gracias a esta selección de obras de Ignacio Tovar, el espectador podrá observar como se ha ido desarrollando el esquema de composición del artista y como ha ido cambiando la forma de solucionar los problemas pictóricos que este ha ido encontrando.
 
El principio de los setenta fue una etapa intensa donde el artista, autodidacta, estará en permanente contacto con los ambientes artísticos de la ciudad de Sevilla. En 1973 será distinguido por Juana de Aizpuru para exponer en su galería como seleccionado en el primer concurso para artistas jóvenes que había convocado. Muy importante para el artista será el viaje que realiza en 1974 donde visitó la Tate Modern de Londres, donde le impresionaron de tal modo los cuadros rojos oscuros de Mark Rothko como Red on Maroon (1959) o Light Red Over Black (1957) que ni siquiera se fijó en que estaban realizados al óleo. Lo que realmente le marcó fue esa sensación de entropía, de poder entrar dentro de la obra, la sensación de poder  introducir levemente los dedos dentro de la obra, pues esta se desarrolla hacia dentro además de conseguir envolver al espectador en su clima.
 
En el año 1977 dos hitos marcarán la carrera artística de  Ignacio Tovar, su primera exposición individual en la Galería Juana Aizpuru de Sevilla y la concesión de una beca de una estancia en la Casa de Velázquez de Madrid. A principios de los ochenta, Tovar tendrá un periodo de exploración que le lleva a probar diferentes posibilidades y construye nuevas soluciones plásticas, con capas más acuosas y rompiendo la simetría, que le permiten mayor libertad de composición. A mediados de la década de los ochenta fue nombrado responsable de exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, impulsando la carrera de creadores como Guillermo Paneque, Curro González, Federico Guzmán o Salomé del Campo.
 
Las obras de los finales de los ochenta de Tovar son más figurativas debido a los movimientos europeos del momento el artista se centra en la investigación entre el hombre y la naturaleza evitando la mera representación paisajística. Pero el año realmente clave en su carrera será el 1987 cuando la United States Information Agency le conceda una beca para estudiar algunos meses en EEUU, y así pueda admirar de primera mano las obras de los expresionistas americanos que tanto le entusiasmaban. Cuando llega a España decide dibujar sobre cartulina con carbón y pinturas al óleo que le permiten realizar trazos más contundentes y dar soltura a las sombras, llegando incluso a abandonar el uso del color. Tras estos años, comienza a realizar grandes mosaicos dibujados a carbón o sanguina sobre papel. También pasó con naturalidad de las cabelleras que había ido desarrollando desde finales de los ochenta, a unas formas más esenciales de ríos y meandros, donde irá separando poco a poco forma y fondo. Así, el agua se convierte en un motivo central en estos años y  en los sucesivos.
 
Sobre la forma de escoger los títulos de sus obras, desde el 2001, Ignacio Tovar admite que mientras escucha música, escribe en una lista los versos que le parecen mejores como títulos de cuadros, llegando a  tener una lista enorme. Titula sus obras con versos de soleares, si la obra es de pequeño formato y con nombre de cantaores y de bailaoras si son de mayor. El artista lo toma como otro método de trabajo más. Cada vez que termina una obra, acude a su lista y toma el primer verso que esté libre. De esta manera conoce de antemano los títulos de los cuadros que todavía no ha pintado. Este sistema aleatorio le resulta muy útil, ya que cuando escribe el título en la parte de atrás del cuadro y lo marca como hecho en la lista, parece totalmente apropiado para el cuadro. En muy pocas palabras estos títulos cuentan una historia y al asociarla al cuadro, casan de manera innegable. Además, el espectador al leerlo, creará una relación entre el título y la obra ya que se le vendrán a la memoria experiencias propias que las volcará entre ambos. Curiosamente, el título de la exposición en el CAC Málaga Cantándote bajito no existe aún como obra pictórica, el artista ha querido realizar un contraste entre el título y las diferentes obras que lo componen.
 
Tovar consigue una sensación algodonosa en sus pinturas gracias a la técnica única que emplea y que ha ido perfeccionando a lo largo de los años al pintar. Lo hace por la parte trasera de los lienzos, la de la trama de tejido, en el caso de las obras de Cantándote bajito, de algodón. Para pintar, posiciona el cuadro tendido en horizontal una vez realizado todo el dibujo de líneas que marcan el ritmo de la obra, empapa con agua la tela, y aplica una capa de pintura. Tras esto, una vez seca, vuelve a repetir aplicando más pigmentos donde cree conveniente y así poco a poco hasta que logra una atmósfera que le satisface. Las líneas de color más fuertes las pinta a posteriori y en ocasiones vuelve a aplicar pintura encima para envolverlo todo en la misma atmósfera. Al principio utilizaba pigmento y látex, con el tiempo óleo y finalmente volvió a los pigmentos que le dan una superficie mate que permite ver la trama de algodón cuando se mira de cerca y pensar que la superficie es blanda y suave, aterciopelada.
 
Forman parte de la exposición catorce obras, de las cuales, doce son pinturas sobre lienzo, y dos de ellas, carbón y sanguina sobre papel. En los dípticos Antonio Mairena (2005-2006), Matilde Coral (2006-2007) y Milagros Mengíbar (2006-2007), su manera de trabajar ha sido un proceso lento de decantación de un tema, el agua, representado por líneas curvas paralelas que hacen referencia al fluir de una corriente de ese líquido vital. En sus primeras obras, las líneas recorrían el espacio del cuadro cambiando constantemente de dirección, como un río que se mueve lentamente por una llanura o una corriente marina que se va adaptando a la forma de la costa. Poco a poco, ha ido eliminado curvas, como si a través de una lupa, se aproximara a la pintura y tomara un fragmento de un cuadro anterior para realizar la obra siguiente y así sucesivamente hasta llegar a estas piezas en las que una sola curva, a modo de gran ola, con un color predominante sobre los demás ocupa la totalidad de la pintura. Esta justificación sirve al artista como hilo argumental que le sirve de pretexto y de asidero para desarrollar una pintura en la que trata de crear una atmósfera y un espacio para que a través de la sugerencia, el espectador pueda dar rienda suelta a sus propios pensamientos mientras su vista recorre los detalles de la pintura.
 
En el políptico de más de seis metros Pastora y Tomás (2013) predominan las discontinuidades, tanto por la invasión de la luz en la oscuridad en la zona izquierda, la perturbación de las cadencias entre los dos paneles de la derecha y en parte por el propio formato. La idea base en esta ocasión, no es diferente a la utilizada en las otras obras, sino más complicada, pues las alternativas de la luz se hacen de forma espontánea. Esto consigue que no haya un orden considerado lógico de observación de la obra, sino que el ritmo y el tiempo de la mirada no esté establecido, consiguiendo confundir la mirada, perdiéndola en los rayos que atraviesan la neblina pictórica creada por Tovar.
 
Los enormes espacios de color intenso y sus líneas verticales de Barnett Newman han sido una clara influencia en las obras de Tovar. Así, Yo que me vi publicado (2014) y Gordito de Triana (2014) poseen una marcada verticalidad que rompe toda posibilidad de iluminación homogénea de la obra. Tovar también se siente influenciado por la racionalidad de Mondrian, pero también por los crisantemos que pintaba para ganar algo de dinero y que demostraban la sensibilidad de la persona que estaba detrás de aquellas estructuras básicas. La pasión de José Guerrero, su desbordamiento y también la intimidad de Giorgio Morandi con una pintura que no se sabe si absorbe la luz o la desprende, el temblor de las fronteras entre los colores, como ocurre en Como quieres que te quiera (2017), una de las obras más recientes del artista donde predomina el amarillo. También será importante el manejo de las líneas curvas de Ellsworth Kelly, como ocurre tras la reducción a unas formas más esenciales de ríos y meandros en los dos dibujos que acompañan la exposición Sin título (2000) y Sin título (2001). Todos estos artistas no solo han influido en Tovar por sus pinturas, sino por su especial manera de tratar la obra.
 
Rafael Romero (2013) es un claro ejemplo de la destreza de Tovar creando ondulaciones incluso cuando pinta líneas rectas, en esta ocasión, será la degradación de los colores, y la importancia de la luz, la que muestre varios surcos  en la zona inferior izquierda de la obra. El mismo efecto se produce en Tomás Pavón (2010). Por otro lado, Repompa de Málaga (2008) consigue continuar su punto de luz y la mirada de izquierda a derecha, interrumpida por el propio material, ya que se trata de un díptico, pero se produce como un engaño visual con dos líneas rojas que parecen no estar fragmentadas. Las mismas líneas que parecen interrumpir Fernando Terremoto I (2010) y Fernando Terremoto II (2010), donde la sombra creada por los azules y negros escogidos, son nuevamente alterados, desmenuzados y entorpecidos por el tratamiento de la luz que hacen únicas las obras de Tovar.
 
Entre sus exposiciones más importantes destacan Así suceden las cosas, Galería Rafael Ortiz, Sevilla, 2017; Pinturas y fotografías, Galería R.O. Proyectos, Madrid, 2015; Cera que arde, se gasta, Galería Fúcares, Ciudad Real, 2012; Bach 4 Art Contemporani, Barcelona, 2004, entre otras. También ha participado en numerosas exposiciones colectivas en el Centro de las Artes de Sevilla, 2009; Centro José Guerrero, Granada, 2006; Museo Patio Herreriano, Valladolid, 2004 o Reales Atarazanas, Sevilla, 1999, entre otras. Ha recibido varios premios y becas: Beca de la United States Information Agency, Fund. for Artist Colonies and Ragdale Foundation, Lake Forest, Chicago, EE.UU, 1987; Beca de la Fundación Juan March, 1980; Beca del Centro de Promoción de Artes Plásticas e Investigación de Nuevas Formas Expresivas del Ministerio de Cultura, 1979 y la Beca Juana de Aizpuru, Casa de Velázquez, Madrid, 1977. Su trabajo está presente en las colecciones del Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca; Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla; Colección Fundación Caixa de Pensiones, Barcelona; Biblioteca Nacional, Madrid, Banco de España, Madrid o en el Museo Patio Herreriano, entre otros.