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Un mural de todos
16October

Un mural de todos

La imagen de la integración latinoamericana tiene una de sus mayores representaciones en el impresionante mural que encuentra cualquier viajero a su paso por la hermosa ciudad de Concepción, en Chile. Urgido de compartir la imagen que se presentó en la pinacoteca de la Universidad local, trato de ofrecer la visión de un viajero más, que recorriendo el basto suelo chileno se detuvo unos minutos ante tan grande obra. 

El mural Presencia de América Latina es hoy una expresión del mosaico cultural que somos los latinoamericanos. Esa «unión cultural, genética e histórica de América Latina» nos muestra el subcontinente desde la mirada de los pueblos en perenne lucha y proyección de futuro, jamás una historia pasada o estancada en un tiempo pasado.

Desde el trabajo de promoción cultural de la Casa de Iberoamérica en Holguín, Cuba, siempre sometemos a debate esas raíces que nos unen y el indisoluble lazo que se fortalece a pesar de las heridas que la empresa de conquista hincó en lo más profundo de nuestra identidad. Muchas veces, la incomprensión o el dolor acumulado en más de cinco siglos resulta argumento manido para negar el proyecto cultural de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana. 

Esa esencia, que se resume en el gigantesco mural de la bella ciudad de Concepción, es la misma invitación que hacemos cada octubre para comprendernos en un devenir que no se agota desde la lógica de una historia ortodoxa y hueca que desconoce la complicidad de los que la asumimos como propia, viva y en perenne deconstrucción.

No falta el misticismo de una América que se defiende desde su cultura, que tiene lo real maravilloso de Carpentier en el rostro de su gente. La herencia de nuestros pueblos originarios, acentuada por el símbolo rojo de Zontemoc y confundida a base de hierro y fuego con la herencia negra y blanca de Africa y Europa, arrojando los nuevos colores de esa piel mestiza de nuestra cosmogonía.

Fruto de esa solidaridad que se despierta en los momentos difíciles, se erige este inmenso mural de trescientos metros cuadrados, iniciado en noviembre de 1964 y finalizado en abril de 1965. La obra, obsequiada por el gobierno mexicano tras el gran terremoto de Chile, fue encargada al pintor mexicano Jorge González Camarena.

Presidido por el verso de Neruda «Y no hay belleza como esta belleza de América extendida en sus cerros de piedra y poderío, en sus ríos atávicos y eternos», el mural remite, desde la imagen desnuda que aparece en el centro hasta las más amplias descripciones que se reproducen en toda su dimensión, a la riqueza de una cultura que se expande desde el multicolor linaje de sus pabellones patrios.

En Concepción hay un mural de todos, nuestro, de los que amamos esta tierra que más que suelo es Patria Grande.