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Mi son entero Sin All's Star
20August
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Mi son entero Sin All's Star

Entrevista a Andrés Hernández Font, director musical del nuevo disco de música popular cubana

Andrés Hernández Font, Director Musical del nuevo disco de Música Popular CubanaEs una propuesta de doce temas sobre el son. Llevamos más de cuatro meses buscando, investigando en la Cuba profunda para que esta selección de autores y géneros no sea un Buena Vista, ni la Fania, que se parezca a nosotros mismos, al son oriental. Es un formato y una concepción orquestal totalmente diferentes.

Está un Adalberto Álvarez porque marcó una pauta muy trascendente, y un Pancho Amat sin el cual el tres cubano sonaría distinto. Mas también hay autores muy poco difundidos, como Juanito Márquez. Es que hay que revisitar lo que hizo Chepín en Santiago de Cuba, o un Pachy Naranjo desde Manzanillo.

Hay un balance de géneros como en todo disco que se graba. Recuerda que el Trío Matamoros grababa catorce. Y solo se comercializaban dos que hoy te lo encuentras en todas las agrupaciones musicales que trabajan en los hoteles: Son de la loma y El paralítico. ¿Y todo lo demás?, que son iguales hermosísimas grabaciones y apenas se divulgan. Ese es nuestro mayor tesoro.

Y por eso volvemos al bolero, que uno no se explica cómo ni se baila aquí ya. El otro día pasé una vergüenza tremenda, porque una de mis cuñadas, que es colombiana, quería que yo la llevara a un lugar donde bailar bolero. Terminé buscando un grupito musical para el patio de mi casa. Ella vive en Medellín, donde como mínimo hay quince sitios nocturnos donde se enseña y baila el bolero.

Los músicos y hasta los cantantes han venido a conocerse entre sí en el estudio de grabaciones, aquí no hay ningún amigo mío. Vienen de Bayamo, como El Ruiseñor y Reynerio, de Las Tunas, o nuestra hermosa cantante, que enseñó apreciación musical en Pinar del Río. Dime, ¿cómo no va sonar el son? Vivimos apegados al terruño, y cuando cada cual sale de gira, se lleva una maleta de regreso en la cabeza.

Sonero soy


Me sentí muy honrado cuando Vitico, quiero decir Víctor Rodríguez, director del Centro Nacional de la Música Popular, que ha estado liderando este proyecto, fue a mi casa, a proponerme que hiciera esta selección. Después nos recibió en su despacho Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música. Y ambos, de común acuerdo, me designaron como director musical.

La selección debía ser representativa de los autores de las provincias orientales, aunque hubiera un camagüeyano o un artemiseño. Yo vivo en Morón y soy sonero, aunque me encanta el jazz. Debo tener más jazz en mi casa que música tradicional cubana, pero lo que me define es el son. Nací en Pina, que queda veintidós kilómetros al sur de Ciego de Ávila, al centro de la Isla. Hoy se llama central Ciro Redondo. Tengo el olor del bagacillo aquí, en la punta de la nariz.

En mí hay muchas mezclas: dirigí artísticamente Son 14 allá por 1986, viviendo en Santiago de Cuba. Después estuve en Regla, entre los guaracheros y los plantes de abakuá, hasta 1991, y por eso sonaba Rumbabana. Y entonces me fui catorce años a Colombia, y con la famosísima Totó La Montosina viajé a muchos lugares dirigiendo su espectáculo.  Y eso te nutre. Como Martí, porque «Patria es humanidad». Yo se lo explicaba a mis alumnos allá. Que la música popular se nutre de tus esencias. Y uno tiene que venir, y preferiblemente estar. Y oír eso de «Fulana, llegó el pollo» o «Asere, qué volá» te enriquece.

Aquí no se van a encontrar el cuento del Buena Vista, de que nos estamos muriendo de hambre y viene un yanqui a descubrirnos. ¿No te llama la atención de que no nos hablaron de cómo vivía Puntillita, en un penthouse, en El Vedado, en las calles G y 17, gracias a los ingresos que ahorró toda la vida y que bien supo utilizar? Juancito vive en una buena casa en Mayarí, donde dirige la Banda de Conciertos, tiene una agrupación de pequeño formato y hace la dirección musical de la orquesta Los Taínos hace más de veinte años. O Andrés, con su casa digna. O Miguel, en Rancho Feliz, como a cien kilómetros de Santa Clara.

No nos estamos muriendo de hambre, por más que han querido esa imagen de pobres, con la riqueza de nuestra alma. Todos nosotros tenemos nuestros ingresos y vivimos por y para la música. Aquí hay otro enfoque: aquel melodrama lo que hizo fue justificar el mal trabajo técnico que escuché: esa guitarrita de Ray Cooder desafinada en medio de los grandes.

Grabación en los Estudios Abdala, en La Habana. Al centro, Juan Manuel Seruto, productor del nuevo disco.

Sin todos estrellas


Gracias al Instituto Cubano de la Música me fui con Vitico a ver a estos artistas en sus lugares de trabajo. Instrumentistas en activo, defendiendo una música cubana que no muere, aunque varios la hayan querido matar. Ni juveniles que nos imponen en las emisoras a toda hora, sin brújula histórica, ni asunto de geriatría, que para eso ya está el cuento que nos hicieron.

Esto es un conjunto. Y aquí la concepción y el formato son definitivamente distintos: tres trompetas y dos trombones como sesión de metales, y la base armónica de la música tradicional cubana, y un tresero del monte, y el piano y la tumbadora  pacá, como en tiempos de Arsenio. ¡El conjunto! Ese es el esqueleto del asunto.

Arsenio Rodríguez significó un antes y un después; hasta él lo que había eran sextetos y septetos. Los conjuntos salvaron la música cubana, la renovaron, cuando se oía más música norteamericana que ahora. Nat King Cole y Elvis Presleey sonaban a toda hora en Cuba cuando los mafiosos norteamericanos comenzaron a construirse los mejores hoteles en La Habana. En la fonoteca de Radio Progreso están los hit parades de aquellos años, y se oye a Lino Borges junto a The Platters.  

Y fue esa labor de colectivo la que nos trajo hasta hoy, de nuestros grandes junto a los más humildes. ¿El Benny habría sido el mismo sin una jazz band que construyó y lo define? ¿Quién ha dicho que el bajista es más importante que el que toca el güiro? ¿El pianista mejor que el trompeta? Todos tienen un papel, y son muy importantes en el conjunto, en la manera de hacer.

Y es que el día que a la estrella le cae coriza, se acabó el proyecto. El Benny se murió, y se acabó la orquesta. Perdimos a nuestro Barbarito Diez, y casi se muere el danzón. Nosotros pretendemos algo diferente, sin esos protagonismos desmedidos. Conjunto significa unión, igualdad, definitivamente sin estrellatos.