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NKAME: Un altar en blanco y negro para Belkis Ayón
03December
Artículos

NKAME: Un altar en blanco y negro para Belkis Ayón

En la iglesia del Buen Pastor de Nueva York fue celebrada una misa, a instancias de Carole y Alex Rosenberg, en memoria de Belkis Ayón. En el Oficio, música de Bach. Los amigos allí congregados contaron sus recuerdos, celebraron la vida de la artista. En el altar figuraba “Sikán con chivo”, el magnífico grabado que obtuviera primer premio en la Primera Bienal Internacional de la Gráfica de Maastricht (Holanda), probablemente la obra más expuesta de todo el legado Ayón y su ícono más sobresaliente.

 

Elogio, salutación, discurso, relato, oración; hablar

Tengo delante Nkame, grueso volumen, catálogo razonado de la obra de Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999). En la cubierta, detalle de la pieza “Sin título”, 1996 [La soga y el fuego], un torso en blanco de mujer perfilándose desde la izquierda, en primer plano; su mano abierta porta / entrega el fuego.

 

¿Qué libro podría ser más esperado que aquel que suponemos va a entregarnos las claves para dilucidar un misterio? Misterio de una obra que pareciera fruto (poder) de la anticipación, y misterio de una muerte también anticipada.

 

A la grandiosa exposición –no puede llamársele de otro modo– que en el pasado 2009 ocupara el espacio del convento de San Francisco de Asís en La Habana Vieja, viene a sumarse ahora este catálogo, fruto de la pasión, la persistencia y el desvelo del Estate de Belkis Ayón, Dra. Katia Ayón, directora general del proyecto, y de un numeroso grupo de especialistas, admiradores y amigos de la artista, entre los que destacan la investigadora y curadora cubana Cristina Vives, colaboradora y amiga personal de Belkis, a quien corresponde el concepto editorial del volumen, así como José Veigas, investigador, curador y crítico cubano, que asumió la dirección técnica del catálogo razonado.

 

Como es de rigor, según señala el prólogo, el libro-catálogo se propone documentar de manera minuciosa la vida y la obra de de Belkis Ayón, reunir los elementos suficientes para el estudio de su poética, mostrando cronológicamente toda la obra conocida y propiciar así que galeristas e investigadores interesados en su trabajo cuenten de antemano con una herramienta de autentificación y estudio. Les ha sido preciso bordear algunas dificultades como es la ausencia de antecedentes en Cuba en cuanto a proyectos de esta naturaleza y la falta de especialistas que hubieran ejecutado catálogos razonados de artistas plásticos, con la salvedad de Wifredo Lam en las colecciones cubanas, del estudioso José Manuel Noceda, publicado en el 2002 por el Centro de Arte Contemporáneo “Wifredo Lam”, único ejemplo al que han podido remitirse en nuestro medio.

 

El lector privilegiado con este catálogo notará cómo el preciosismo de sus búsquedas y la flexible aplicación de las normativas técnicas que exige tal proyecto han concluido en una entrega de excelencia. Notará (sentirá) seguramente cómo la estructuración, todo el ordenamiento del material, tanto teórico, como testimonial y gráfico, obedece a un criterio de crecimiento y densificación que consigue movernos (y conmovernos) como dentro de una espiral, bajo el efecto de una música que penetra, ¿música de Bizancio / tambores abakuá? La misma sensación, amplificada, que esta observadora tuviera al caminar un año atrás por las salas de exposición del Convento de San Francisco de Asís.

 

“La Consagración”, primera parte del volumen, recoge tres enjundiosos acercamientos críticos: de Cristina Vives (“Su propia voz”); de David Mateo (“El grabado como recurso y determinación”), y de Lázara Menéndez (“Para destruir un miedo”).

 

“Mi alma y yo te queremos”, segunda parte, incorpora catorce testimonios de especialistas, colaboradores, discípulos, coleccionistas y amigos de la artista; “Yo te di el poder”, tercera parte, corresponde al Catálogo razonado, y cuarta y quinta, incluyen Glosario, Datos biográficos e Iconografía y Material Adicional. Se añade al volumen un anexo de textos traducidos al inglés.

 

La bibliografía registrada hasta hoy [cito el ensayo de Cristina Vives, firmado en octubre del 2005, p. 22] es lamentable reconocerlo, en su mayor parte narra la leyenda, “traduce” el mito para luego de un largo periplo identificarlo con sus obras. / Cuando la sedimentación del mito ocurre en Belkis, mediante un proceso proporcional con la sedimentación de su propia personalidad; cuando las obras iban despojándose de la narración simbólica para convertirse en actos de exorcismo; cuando a los títulos de “Sikán” (1991), “Nlloro” (1991), le sucedieron “Déjame salir” (1997), “Desobediencia” (1998), “Acoso” (1998), “Hay que tener paciencia” (1998), ya la imagen de la artistaestaba echada…, como la suerte… y el tiempo había pasado.

 

Aceptó “el reto que suponía posesionarse de lo que pudiera ser el aspecto estético-plástico y poético de uno de los componentes de la cultura cubana”. [Lázara Menéndez, p. 71, cita palabras de Belkis Ayón]. Con ello aceptó el riesgo de aproximarse a un hecho situado históricamente en una marginalidad originada por diferencias culturales y transmutarlo en una estrategia y en un arranque de emancipación activa al legitimar un pensamiento crítico capaz de integrar diversas tradiciones y maneras de ver el mundo. Las “potencias” abakuá devienen una metáfora que no obliga a renunciar a la autonomía que adquiere lo estético formal en el arte occidental moderno.

 

Estas líneas refieren el centro de un dilema: receptividad y comportamiento de la crítica especializada, en vida de la artista y aun después. Y tal como corresponde, un aspecto relevante del libro-catálogo está justamente en resolver esas limitaciones, propiciar una elucidación a fondo, la sustentación teórica del proceso creativo y el alcance de la obra de Belkis Ayón.

 

Para David Mateo, p. 43:

la obra de Belkis contribuyó a disolver esa nociva dicotomía entre la estampa asumida como oficio o como recurso artístico, y en su producción se pueden verificar una serie de particularidades técnicas que inducen a pensar en un antes y un después de su persona en la aplicación del método en Cuba.

 

El libro-catálogo resulta de un trabajo editorial de suma vigilancia del sentido, aprovechamiento del espacio y una adecuada armonización de texto y gráfica. Labor conjunta, admirable de su editor, el poeta Alex Fleites y la diseñadora Laura Llópiz. Pero no bastarían estas palabras para describir la entrega que en sí misma consigue ser una digna obra de arte, que se nutre y rinde tributo a la obra que le da su razón de ser.

 

¿Qué nos queda? Abrir el libro, hallar en él lo que con su voz parece anunciar Belkis Ayón (p. 56): “Creo imágenes para las más variadas historias del mito, motivada por sus lecciones sobre el cuestionamiento humano, sobre la lucha por la conservación y la sobrevivencia, sobre las coincidencias simbólicas y de significado con otras culturas distantes en espacio y tiempo”.

 

Abrir el libro que, por conseguido, es ahora un dichoso concierto de muchas manos y muchos corazones. Veamos (con Adelaida de Juan, p. 208): “los ojos brillan, fijos, en el rostro, con un blanco que deslumbra, retando nuestra atención y capacidad de desciframiento”.

 

La Habana Vieja, 2 de noviembre 2010

 

Nkame. Belkis Ayón, Turner Editores, Madrid, 2010.