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Vortex: diálogos y cohabitaciones entre escenas artísticas de Latinoamérica y Barcelona
09September
Swab Barcelona

Vortex: diálogos y cohabitaciones entre escenas artísticas de Latinoamérica y Barcelona

Arte por Excelencias, por un año más media partner de Swab Barcelona, se ha interesado por el programa Vortex y ha conversado en exclusiva con sus curadores Santiago Gasquet y Lena Solà Nogué.

 

Santiago, tú llevas cinco ediciones al frente del programa. ¿Cuál ha sido la mayor transformación que has vivido desde Emerging Latam hasta Vortex?

Durante estas cinco ediciones, contando la de este año, la sección ha atravesado una transformación orgánica. Comenzó como una plataforma de visibilidad para proyectos emergentes de América Latina, con énfasis en escenas locales, modelos autogestivos y prácticas colectivas.

 

Con el tiempo, el foco se amplió para incorporar una mirada más transversal, tanto en términos geográficos como curatoriales. En esta edición, el comisariado de la sección Vortex lo llevamos adelante junto a Lena Solá Nogué y marca una apertura: por primera vez incorporamos a seis galerías de Barcelona y planteamos una dinámica de diálogo directo, a través del formato de stands compartidos. Es un giro que responde a la necesidad de pensar las escenas no solo en términos de representación, sino de interdependencia, afinidad y fricción. Y es también una forma de forjar lazos entre los proyectos que viajan de Latinoamérica con espacios que habitan el escenario de Barcelona.

 

Lena, te incorporas por primera vez a este proyecto. ¿Qué te atrajo de Vortex y qué aportas desde tu experiencia en el comisariado español?

La idea de Vortex me atrajo por su formato curatorial y transformador dentro del programa de ferias internacionales. Más que limitarse a presentar espacios latinoamericanos, este año la propuesta busca, en aras de reflexionar sobre los recursos y la sostenibilidad de los propios proyectos, establecer vínculos entre espacios de Latinoamérica y espacios de Barcelona, con la intención de crear y consolidar lazos tanto geográficos como afectivos. Mi experiencia siempre ha estado a caballo entre Latinoamérica —he trabajado principalmente en contextos como México y Cuba— y España. Por ello, esta iniciativa también conecta de manera natural con aquello en lo que vengo trabajando desde hace tiempo.

 

A través de esta convivencia de escenas artísticas, ¿qué tensiones o afinidades han detectado entre las propuestas de las galerías latinoamericanas y las españolas? ¿Y cómo han conseguido solventarlas o unirlas?

Una de las tensiones más visibles tiene que ver con las condiciones estructurales: los recursos, la institucionalidad, las formas de sostenibilidad. Sin embargo, encontramos muchas afinidades en lo micro: intereses comunes por lo performativo, lo narrativo, lo político desde lo íntimo. En lugar de buscar una armonía forzada, apostamos a visibilizar las diferencias como potencial productivo. El formato de cohabitación permitió que las afinidades surgieran a través del dialogo, en el cruce de identidades, los objetos y las formas de trabajo.

 

A nivel de ideas, ¿cómo se traducen estos vínculos emocionales entre las dos regiones en las propuestas artísticas concretas que veremos?

Si bien las propuestas están en desarrollo, esperamos ver en Vortex trabajos que abordan temáticas como el desplazamiento, la memoria colonial o cuestiones vinculadas a las discusiones sobre género. Esas resonancias no fueron impuestas por una línea curatorial estricta, sino que emergieron en las obras mismas. Hay una sensibilidad compartida en torno a lo afectivo como campo de negociación simbólica entre cuerpos, territorios e imaginarios.

 

Observando la relación histórica entre España y América Latina, ¿qué aspectos y valores simbólicos les han sorprendido al investigar estas dos escenas que la reflejen?

Una sorpresa es constatar que los vínculos simbólicos entre ambas regiones siguen siendo muy fuertes, pero no siempre conscientes. Desde Latinoamérica hay un trabajo de reapropiación crítica del legado colonial, mientras que desde España emergen cada vez más voces que cuestionan sus narrativas fundacionales. Lo simbólico aparece menos como herencia y más como campo de disputa. Vortex busca habitar ese espacio intermedio, donde lo histórico no es un peso muerto, sino materia viva.

 

El concepto de cohabitación entre galerías es central. ¿Cómo se gestionó esa convivencia artística y logística? ¿Qué criterios se siguieron para emparejar espacios?

La cohabitación fue un experimento deliberado. No buscamos emparejar según afinidades formales o temáticas, sino abrir el juego a cruces inesperados. Alguna dupla ya se conocía, pero las restantes no. Trabajamos junto a los proyectos para que el stand se convierta en un espacio de negociación: ¿cómo compartir una pared?, ¿cómo articular discursos distintos sin jerarquías? La logística de stand compartido es un desafío, pero también una oportunidad para pensar en modos de cooperación más horizontales dentro del sistema ferial.

 

¿Qué papel creéis que debe jugar la crítica y el pensamiento contextual hoy en el ecosistema del arte emergente?

La crítica y el pensamiento contextual son importantes para equilibrar el ecosistema del arte— donde muchas veces prevalecen la velocidad del mercado y las narrativas establecidas— y permiten situar las prácticas emergentes en relación con sus entornos sociales, políticos y culturales. Resulta necesario pensar en marcos que posibiliten leer las prácticas más allá de lo comercial, que vinculen la obra con su contexto y activen preguntas capaces de cuestionar las inercias dominantes, funcionando como herramientas que aporten nuevas lecturas, genealogías y diálogos. La crítica y el pensamiento contribuyen a que haya una escena joven en el que las prácticas artísticas puedan no solo existir, sino también ser comprendidas, discutidas y proyectadas hacia el futuro.

 

A la hora de seleccionar qué formará parte de Vortex, ¿qué tipo de obra o propuesta les ha conmovido y por qué?

En esta edición, tenemos proyectos de La Habana (Cuba), Buenos Aires (Argentina), Bogotá (Colombia), Nueva Guatemala (Guatemala), Tucumán (Argentina) CDMX (México) y Barcelona (España), y dentro de la diversidad de propuestas, nos conmovieron aquellas que intentan desplegar una sensibilidad sincera que responde a sus posibilidades contextuales. Que no hablan por un territorio sino desde una vivencia situada. Esa honestidad, esa fragilidad como forma de resistencia, fue un criterio decisivo.

 

¿Qué les gustaría que se llevara el visitante tras pasar por este programa?

Nos gustaría que el visitante se lleve una sensación de complejidad, de cruce. Que perciba que las escenas artísticas no son bloques cerrados, sino espacios porosos, en tensión, en movimiento. Si logramos que alguien salga del stand preguntándose cómo se construye una relación cultural hoy —entre España y América Latina, pero también entre artistas, instituciones, públicos— entonces Vortex habrá cumplido su propósito.

 

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