La Fiesta del Fuego por la resistencia cultural.
A pesar de las adversas circunstancias atmosféricas que marcaron el inicio de la Fiesta del Fuego en la provincia de Santiago de Cuba, el festival mantuvo sus actividades principales. Otro golpe fue el que la pandemia le asestó a esta festividad de pueblo que hubo de mudarse, por seguridad, para las plataformas digitales.
Vea además: Fiesta del Fuego 2020 en versión online
La cuadragésima edición del Festival Internacional del Caribe, prevista a celebrarse desde el pasado día 3 y hasta el 9 de julio, rinde homenaje a la resistencia cultural en la región y a Belice, en la continuidad del reconocimiento a los legados artísticos de estas naciones en estas cuatro décadas.
El comienzo del Coloquio El Caribe que nos une, espacio teórico del evento, sobresale en el programa, y abarcará 11 talleres con diversas expresiones como la oralidad, la religiosidad popular, la música, la poesía, el teatro y las artes plásticas.
De acuerdo con el comité organizador, unos 600 artistas y estudiosos de alrededor de 25 países respondieron a la convocatoria, con una destacada representación de República Dominicana, México, Puerto Rico y Chile.
Uno de los más significativos momentos del Festival fue la entrega del Premio Internacional Casa del Caribe al investigador cubano Tomás Fernández Robaina, quien acumula una fecunda trayectoria en los estudios de la identidad nacional y caribeña.
A tono con las circunstancias epidemiológicas tuvieron lugar disertaciones acerca del impacto de la Covid-19 en los espacios y procesos culturales, una de ellas la denominada Ursulas y Amarantas en pandemia, a cargo de la profesora María N. González, de Colombia.
De la sopa de Wuhan al ajiaco caribeño. Del coronacrisis a la primavera de ébano, fue el título de la conferencia impartida de forma virtual por el intelectual Agustín LaO Montes, de Estados Unidos, una presencia habitual en este encuentro de las culturas de los pueblos caribeños.
La muestra Amar de Alberto Lescay Merencio y el doctor Máximo Martínez Rondón también quedó instalada. Según los especialistas “en la obra de Lescay se aprecia un punto de inflexión en sus argumentos pictóricos abstractos, influido por la visualidad de la gráfica tradicional japonesa. Amar es para él un ejercicio de sanación espiritual en tiempos de pandemia.”
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