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Simón Arrebola: "Itinerancias Espirituales"
15April
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Simón Arrebola: "Itinerancias Espirituales"

A trave?s del acto de caminar el homo viator ha buscado la experimentacio?n y el conocimiento para responder cuestiones que les eran imposibles de responder desde una morada fija.

 

A lo largo de la historia vemos como el impulso a viajar ha posei?do diferentes impulsos. Desde los peregrinos medievales que utilizaron su cuerpo a modo de plegaria a trave?s del acto de caminar a las expediciones del siglo XV o XIX, que trataron de delimitar, conocer y catalogar cada palmo de nuestro planeta. Estos ejemplos han fructificado en increi?bles documentos donde la veracidad de las descripciones de estos lugares aparece truncada. Se revela una suerte de apertura del inconsciente del hombre que camina. Asi? lo menciona Gaston Bachelard en su Poe?tica del espacio: “[...] hay un ensuen?o del hombre que anda, un ensuen?o del camino”. El exotismo de lo ajeno, particulares formas de pensamiento e incluso de cosmogoni?as de la e?poca en que se desarrollaron enriquecen el topoana?lisis de estas narraciones.

 

Sobre la enson?acio?n propuesta en esta exposicio?n asoma la caducidad de nuestra existencia. Podemos decir que se divide en dos tramos. Por un lado, los momentos previos a nuestro tra?nsito y por otro lado, aquellos territorios desconocidos que hay despue?s. Para este segundo tipo, se ha partido de la narracio?n estratificada del lugar que Dante realiza en la Divina Comedia. El mismo autor y protagonista de esta obra, transita por tres escenarios por los que se deambula despue?s de morir y a los que se accedi?a dependiendo de la actuacio?n en vida.

 

La estructuracio?n de estos tres lugares (Infierno, Purgatorio y Parai?so) denotan una particular cosmogoni?a del universo basado en una forma de depuracio?n y aprendizaje a trave?s de sus recorridos. Para ello el espacio se ha abordado desde un punto de vista escenogra?fico donde la geometri?a ejerce un papel fundamental en el desarrollo narrativo de las diferentes escenas y sirve para dirigir la mirada sobre los actos que realizan la multitud personajes que lo circundan.

 

Con un sentido escenográfico de la pintura, Simón Arrebola plantea un viaje narrativo cuyos trayectos son una consecuencia de la amenaza que planea sobre la transitoriedad de nuestra existencia.

 

Las experiencias vividas a través del viaje, tanto físico como espiritual, han dado lugar a diversas manifestaciones literarias y artísticas que evidencian determinadas concepciones cosmogónicas. Éstas pretenden conceder algún tipo de consuelo o una explicación de lo que sucede, si es que algo sucede, después de morir.

 

La estructura del paisaje propuesta mantiene la sucesión narrativa descrita por Alighieri y hace de telón de fondo. Sobre él, se superponen una serie de actores mudos que deambulan por dependencias y recovecos y que configuran el espacio imaginario como un lugar de lugares.