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Algo más que Recuerdos
27May

Algo más que Recuerdos

Texto e imágenes: Jorge Luis Rodríguez Aguilar

Confieso que la primera vez que me adentré tras los amplios telones de seda que encierran Souvenir, no pensé que quedaría tan impactado. Por esos días había sido testigo de un despliegue increíble de cajas, cables, bolsas contenedoras de algunas pequeñas «cosas» negras y, sobre todo, de un grupo de montadores que, con una profesionalidad extraordinaria y con apego a su idiosincrasia, trabajaban encerrados en algo que me llamaba la atención pero que no llegaba a comprender. Por eso, una de esas tardes, cuando aún la pieza no estaba terminada, me asomé a ver qué pasaba y comprobar aquello de que «los sentidos saben bien cuando una obra va por buen camino». En efecto, me di cuenta enseguida que «eso» que se cocinaba a fuego lento delante de mis ojos, era algo realmente impresionante.

 

A la mañana siguiente, ya no había manera de pasar por enfrente y no sentirme llamado. Tomé mi cámara y me dispuse a juzgar, en serio, lo que sucedía dentro de aquel ambiente reservado, donde una serie de objetos equidistantes y bien dispuestos, se acomodaban con acierto al trasluz de una ventana.

 

Casi al instante me llamó la atención que, aunque Souvenir es una obra instalativa-objetual, a la vez es muy fotogénica. Es decir, que puede funcionar independientemente de su condición factual. Un punto a tener en cuenta desde la visualidad, pues el buen diseño se aprecia desde su disposición, emplazamiento y puesta en escena. Las fotografías fueron un golpe de efecto. Me arrodillé en el piso y, jugando con mi cámara, tomé una buena cantidad de imágenes que me permitieron guardar para mí un recuerdo de la obra. Y sucedió que, por cada una, necesitaba hacer otra más.

 

Existen obras que son así, que te invitan a conversar y no te sueltan jamás. Y esta es una de ellas; completamente impactante. Narra una historia conocida y no por eso menos desafiante. Habla de los miles de desaparecidos en Colombia, los que no se olvidan nunca. Pero no es una obra privativa y que toca la superficie de un problema. Hace reflexionar y cuestionar en el presente, porque aún continúan las desapariciones, porque es un mal que no se acaba y que se sigue sufriendo.

 

Cuando uno la percibe a primera vista es imposible comprender la dimensión real del asunto. Nadie —a no ser que esté advertido—, se da cuenta de la fuerza expresiva que encierran esas cajas de luz. Solo después, cuando la vista se acomoda, en ese espacio oscuro que forma la memoria, comienzan a aparecer preguntas que, poco a poco, van quedando resueltas al interactuar con la propia obra. Los rostros articulan el hilo conductor.

 

Uno no puede dejar de reconocer el dolor que se siente tras la pérdida de alguien cercano. Cada grabado en luz impele a la reacción, sin que haya manera de evitar sentirse observado, seguido, mirado o cuestionado, sin que se pueda quitar la mirada de encima de cada rostro, porque ellos dialogan con uno, tientan, escrutan y vibran.

 

La obra de Sair García está hecha con mucho ímpetu y con persistencia, con elegancia y con lirismo. Es un Réquiem a la memoria de los desaparecidos.

 

 

Fuente: Cubarte

 

Nota del editor: La exposición Souvenir forma parte de las muestras colaterales de la XII Bienal de La Habana. Puede visitarse en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro.