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César López, desde la inmensidad de su poesía
08April
Artículos

César López, desde la inmensidad de su poesía

El escritor cubano César López, Premio Nacional de Literatura en 1999, falleció en La Habana este 7 de abril. Su deceso, hecho público por Alberto Marrero desde la Asociación de Escritores de la Uneac, es una pérdida sensible para las letras cubanas: la despedida del necesario autor de Primer libro de la ciudad, Quiebra de la perfección, Ceremonias y ceremoniales, Manos de un caminante, Circulando el cuadrado, y otros libros.

Nacido en Santiago de Cuba, el 25 de diciembre de 1933, César López tenía al morir 87 años. Narrador, ensayista y crítico literario además, cursó sus primeros estudios, hasta graduarse de bachiller en el año 1950, en la ciudad natal a la que dedicara varios libros; posteriormente cursó Filosofía y Letras en La Habana, en Madrid y Salamanca, donde obtuvo el doctorado en Medicina en 1959. César López fue también miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española.

Como escritor, se dio a conocer en la revista Ciclón, una de las precursoras de la vanguardia literaria cubana, fundada por el importante dramaturgo y narrador Virgilio Piñera. Su poesía lo ha llevado a ser una de las voces más relevantes de Cuba en la segunda mitad del siglo XX, y aunque incursionó en la narrativa y el ensayo, es considerado, con sus tres Libros de la Ciudad, uno de los escritores más significativos dentro de la poesía cubana del siglo XX. Varios de sus poemas y relatos han sido llevados al inglés, francés, ruso, alemán, húngaro, italiano, rumano, checo, búlgaro, griego y japonés. Tradujo del inglés a Lawrence Durrel, y del francés al griego Yannis Ritzos.

Además de los anteriores, reeditados en varias ocasiones, César López publicó los siguientes libros: Silencio en voz de muerte; Apuntes para un pequeño viaje; La búsqueda y su signo; Consideraciones, algunas elegías; Doble espejo para muerte denigrante; Seis canciones ligeramente ingenuas; Pasos, paseo, pasadizos, y Ámbito de los espejos. Además del Nacional de Literatura, César poseía otros reconocimientos, tantos por su trayectoria como por su obra literaria, entre ellos el Maestro de Juventudes, entregado por los jóvenes miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

Con su fallecimiento, una generación fundamental en las letras cubanas –con autores como Pablo Armando Fernández y Antón Arrufat– pierde a uno de sus grandes exponentes. Pero queda, ante el adiós a uno de los cimeros nombres de nuestras letras, siempre su obra. Ha muerto el escritor, es cierto, pero está la inmensidad de su poesía.