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De submarinos y castillos en el aire
03May
Artículos

De submarinos y castillos en el aire

(Dedicado a Rafael Díaz-Casas)

“The sea is everything. It covers seven tenths of the terrestrial globe. Its breath is pure and healthy. It is an immense desert, where man is never lonely, for he feels life stirring on all sides. The sea is only the embodiment of a supernatural and wonderful existence. It is nothing but love and emotion.”
Julio Verne (1828 -1905), The Man of the Seas

“La maldita circunstancia del agua por todas partes
me obliga a sentarme en la mesa del café.
Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer
hubiera podido dormir a pierna suelta.
Mientras los muchachos se despojaban de sus ropas para nadar
doce personas morían en un cuarto por compresión….”
Virgilio Piñera (1912-1979),La isla en peso

“In the town where I was born
Lived a man who sailed to sea
And he told us of his life
In the land of submarines
So we sailed on to the sun
Till we found a sea of green
And we lived beneath the waves
In our yellow submarine
We all live in a yellow submarine
Yellow submarine, yellow submarine
We all live in a yellow submarine
Yellow submarine, yellow submarine.”
The Beatles, Yellow submarine, 1969

El nuevo proyecto de instalación escultórica de Esterio Segura para la Oncena Bienal de La Habana (2012) implica la construcción de una serie de limosinas y autos submarinos hechos a mano para ser situados en el Malecón y otras zonas de la ciudad, con el fin de que el público se embarque en una inusual travesía fantástica. Mirando el proyecto por primera vez, tres ideas concurrentes surgen de inmediato. La primera es la relación profundamente romántica que los autores de tierra firme tienen con el mar. Para Julio Verne, en Francia, o Ernest Heminway, en Estados Unidos, así como para otros autores de todo el mundo, el mar y el océano se convierten en metáforas de la vida, el amor, el placer, la compañía, la pérdida, la reconciliación y, finalmente, incluso, del alumbramiento. Por contraste, una segunda idea es el especial vínculo y la lucha en curso que los cubanos tienen con la Isla –su isla, casa y patria. Al igual que sucede con el poeta cubano Virgilio Piñera, cuya obra La Isla en peso tiende a expresar la pesadumbre que supone vivir rodeado y delimitado por el agua permanentemente, como si se tratase de una maldición: en sus palabras, el mar se convierte en una alegoría del dolor, la desesperación, el abandono, y, finalmente, de la muerte. Una tercera idea señala las ensoñaciones y juegos “de niños”, y nos habla de la imaginación que evoluciona partiendo de una necesidad instintiva de comprender el mundo en toda su extensión, incluyendo los límites que establece el mar.

La fantasía y las pretensiones de un niño, al margen de ser divertidas y creativas, conllevan el potencial simbólico de superar la ignorancia y la dificultad, al tiempo que ocultan el hecho de que tarde o temprano las condiciones sociales prevalecerán. En el proceso de crecimiento, el niño tendrá que enfrentarse con lo que es posible y lo que no lo es. Desde otra perspectiva, la condición isleña de un adulto se alimenta de un constante anhelo de salir, volando o navegando. Esta necesidad de despegar hacia lugares aparentemente prometedores para llevar una vida mejor va de la mano de un deseo profundo e implícito de regresar y “get back to where you once belonged”. De la misma manera, el niño y el isleño se ven frenados ambos para alcanzar sus metas imaginarias por las realidades sociales circundantes, cualesquiera que estas sean. Al crear y facilitar un grupo de limosinas y autos submarinos, Esterio Segura afronta todos estos asuntos y circunstancias mediante un gesto teatral, invitando a todo el mundo que quiera viajar fuera de Cuba.

En la literatura del período romántico, el idealismo y la valentía de los marineros –esos audaces exploradores y descubridores de nuevas tierras pobladas de fauna y florapreviamente desconocidas– son el material en bruto de extraños cuentos, que generalmente van acompañados de ilustraciones estrafalarias. Uno de ellos es la creación lírica Balada del marinero de antaño, escrita por Samuel Taylor Coleridge  a finales del siglo xviii. Esta obra ha sido interpretada una y otra vez desde su primera publicación hace centurias, como parábola cristiana y como alegoría política. El asunto de este poema épico es que el marinero, tras regresar de su increíble travesía, recibe instrucciones de un sabio ermitaño para “dejar ir” todas sus “maldades” y, con el fin de aprender del pasado y ser capaz de seguir el orden social, contar su historia a desconocidos. Se trata de un ritual que parece “una limpia” o lo que hoy en día constituye convertirse en “políticamente correcto”. Por otro lado, está el ejemplo de la obra del siglo xix Moby Dick, de Herman Melville, que hace referencia a los límites del conocimiento, el engaño del destino, la naturaleza explotadora de la pesca de ballenas en paralelo a otras abusivas actividades como la caza del búfalo, la minería aurífera y el comercio injusto con indígenas que caracteriza la expansión territorial europea y estadounidense. Posteriormente, a principios del siglo xx, Entre la tierra y el marde Joseph Conrad incluye un cuento titulado Copartícipe secreto que también ha dado lugar a innumerables interpretaciones, llevando a Conrad a decir: “que piensen lo que quieran, pero no pretendía ahogarme. Tenía intención de nadar hasta hundirme –pero no es lo mismo.”

Al igual que las posibles lecturas e interpretaciones que recibirán los excéntricos submarinos caseros de Esterio Segura, es previsible, aunque restrictivo, situar su proyecto para la Bienal dentro de la historia del arte cubano de los noventa, resultado de décadas de constantes transformaciones políticas que impactaron en las artes y la cultura de Cuba. Este tipo de arte cubano canónico, con el tiempo, ha desarrollado un mercado internacional concomitante, con solicitudes por parte de coleccionistas, curadores y profesionales del arte; sistema del que los artistas cubanos son en cierta manera cómplices.

Sin embargo, este cuerpo de obra en particular de Segura escapa al reduccionismo esencial de ese mercado de “arte cubano” internacional, ofreciendo otros significativos niveles de lectura crítica. Por ejemplo, de forma indirecta la imagen del submarino se asemeja a la carrera del artista y puede ser interpretada como una analogía de su fantasía infantil de abrirse paso y encontrar un territorio fresco, nuevo y fértil, para su trabajo como narrador. Por otra parte, la pieza simboliza la fase actual de su obra conceptual al imitar la ingenuidad y cualidad artesanal del “Hecho en Cuba”. Algo que consigue al crear sus limusinas y autos submarinos en una especie de collage en base a pedazos de chatarra de la carrocería de los –en su momento– atesorados carros americanos de la década del cincuenta.

Al igual que sucede con series previas, los submarinos de Esterio Segura derivan de un relato ficticio escrito por el artista. La narración, fábula o parábola, habla de otra isla llamada Cuba, con las mismas coordenadas geográficas, la misma forma que Cuba, la misma topografía, los mismos cocodrilos y manatíes. La única diferencia de esta Cuba gemela es que la isla es virgen y está deshabitada. La historia también cuenta con un grupo ficticio multidisciplinario integrado por un ingeniero naval, un mecánico y un artista que de forma conjunta diseñarán y construirán los submarinos. Para ampliar esta fábula, Segura está invitando tanto a cubanos como a foráneos que visiten la Bienal de La Habana y que deseen participar en la travesía hacia este nuevo mundo, a despegar en uno de sus submarinos adaptados. De alguna manera, esta idea desenfrenada parece rememorar la canción y película de los Beatles, Submarino amarillo, y la ilusión de que todos vivimos en un submarino (amarillo). Su mensaje sobre la libertad de elegir una vida llena de alegría, paz y fraternidad hoy en día puede parecer idealista o romántico, pero, en su momento, gente de todo tipo y de todas las partes del mundo abrazaron la idea.

Al margen de los varios significados de la pieza, para convertir el cuento en obra de arte, Segura tuvo que abrir varios talleres simultáneamente en toda La Habana para construir los submarinos. Llevar esta manufactura en un entorno sin recursos o con pocos medios es una tarea monumentalmente ambiciosa que, sin duda, demuestra la capacidad del artista para hacer posible lo imposible.

Al visitar uno de los talleres para ver el progreso de sus empleados intentando resolver cómo convertir un carro en un submarino-obra de arte, la frase hecha “la necesidad es la madre del ingenio” de repente se convirtió en un lugar común. Lo que pude ver era cómo Esterio Segura se convertía en un puntal de primera clase de una empresa sobresaliente y generosa. También son dignos de considerar los subtextos ideológicos de este tipo de gestos de Segura, que, como otros artistas que viven y trabajan en Cuba hoy en día, piensan que las creencias trascendentales pueden convertirse en realidad.

Varios paralelismos pueden ser establecidos entre la poética de Esterio Segura y la famosa novela de ciencia ficción de Julio Verne Veinte mil leguas de viaje submarino. Una de ellas es la investigación que un proyecto de esta magnitud requiere y Segura, por supuesto, ha buceado en la historia naviera cubana y en la actividad submarina caribeña, desde los primeros submarinos, durante y después de la segunda guerra mundial, como el Foxtrot y el Whisky, hasta los submarinos nucleares rusos construidos en el puerto soviético de Leningrado, hoy San Petersburgo.

De la misma manera, Julio Verne introdujo una mezcla de investigación del siglo xix sobre oceanografía, ciencia marina, mapas de navegación y guerra marítima. Es probable que Verne, habiendo formado parte de los salones literarios del París del xix hubiese conocido al poeta francés nacido en Cuba José María Heredia y Heredia (1842-1905), sobrino del importante poeta cubano José María Heredia (1803-1839). De ahí las nociones que Verne tenía de Cuba y sus descripciones de los lugares a los que fue el Nautilus. A modo de ilustración, en determinados episodios de la historia de aventuras, la ideología del capitán Nemo surge defendiendo los derechos de los desfavorecidos, los desvalidos y los oprimidos en India, Asia y África. Verne también se vale de la obra de Victor Hugo de 1866 Los trabajadores del mar en la cual un pasaje habla de obreros que luchan contra un pulpo gigante, que simboliza la revolución industrial que comienza en torno a 1750. Más tarde, más que probablemente, parafrasea esta idea en la escena en la que la tripulación del Nautilus se enfrenta a un calamar gigante, en alusión a las revoluciones europeas de 1848.

Releyendo el libro de Verne y examinando las ilustraciones hoy en día, resulta asombroso ver como a bordo del Nautilus todos los protagonistas están equipados con una variedad de invenciones proféticas. Debería hacerse la pregunta de ¿por qué no intentar profetizar hoy en día? Y dado el tema de la Oncena Bienal de La Habana de este año, Prácticas artísticas e imaginarios sociales, parece el momento ideal para dejar volar la imaginación y jugar con nuevas profecías, como la posibilidad de tener un submarino “Hecho en Cuba” que pueda llevarnos a una isla completamente virgen bajo el océano.

Los nuevos submarinos de Esterio Segura no están pensados para una fuga física como la de los “balseros”, sino que son creados como obras de arte para transportar a todo el mundo en un viaje fantástico y simbólico, y para imaginar y creer en un nuevo mundo. Su intención es inducirnos a soñar, anhelar, proyectar y, quizás, incluso profetizar una nueva era, un regreso al hogar de cubanos y no cubanos.

Nueva York, 29 de marzo de 2012