Vaso de tiempo: un puente entre el arte de Cuba y México

El arte constituye un puente entre países y culturas, permitiendo un diálogo al que no alcanzan, en ocasiones, la política u otras esferas de la sociedad. En el caso de Cuba y México, se ha establecido una relación bilateral a lo largo de los años que posibilita el intercambio entre artistas de una y otra nación. Tal vínculo se puede percibir en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, popularmente conocida como Casa de México, perteneciente a la Oficina del Historiador de La Habana. El espacio de este recinto acoge la exposición colectiva Vaso de tiempo desde el pasado 1ro de noviembre de 2023 –día en que coincidentemente se celebra el XXXV Aniversario de la fundación de dicha casa y la festividad del Día de los Muertos-.

La muestra, curada por Beatriz Hernández Jiménez, cuenta con 18 obras - entre ellas fotografías, pinturas, dibujos, instalación, arte objeto, videoarte y cerámica-. La propuesta curatorial tiene como premisa abordar las diferentes perspectivas con las que artistas cubanos y mexicanos asumen el tema de la muerte para su representación en el arte, partiendo de un análisis filosófico, experiencias de vida, la religiosidad –yoruba o católica-, y costumbres que trascienden de los pueblos originales de la civilización mexicana.

La diversidad técnica, estética y generacional entre autores aporta riqueza a la exhibición. Tenemos el caso de Aldo Soler Pérez, artista más joven de la nómina, quien con su videoinstalación, Entre cristales rotos, ofrece una mirada más conceptual y contemporánea sobre el proceso mortuorio. Las piezas correspondientes a la serie Anatomía de un desastre de Nerea Vera llaman la atención dentro del conjunto expositivo al transmitir una profunda sensibilidad y melancolía. Visualmente, parecen remitir a los estudios anatómicos renacentistas, y se aprecia un minucioso trabajo técnico de su creadora en los elementos óseos realizados con puntos de tinta, así como detalles en acuarela y la ejecución de un boceto de la Piedad de Miguel Ángel Buonarroti.

En las obras de los artistas mexicanos se percibe una marcada referencia a íconos propios de su folclor. Tales son los casos de La llorona de Manuel Ontiveros y Xibalba de Alan Avreg. En el caso de la escultura Transfiguración eterna, elaborada a cuatro manos por Otón Rivera Samaniego y Víctor Dávalos Salas, se asume la muerte no como un final definitivo, sino como un proceso cíclico de transformación, en el que la desintegración del cuerpo garantiza el florecimiento.

Cabe destacar que para apoyar los discursos artísticos, la curadora hizo una selección de textos que complementan el significado de la muestra. El enlace artes visuales- literatura se puede distinguir desde el primer acercamiento a la exhibición hasta en el catálogo presentado, donde se establece una analogía entre las obras y fragmentos de diferentes escritos.

Siempre se agradece poder disfrutar de una exposición que presente obras no solo con una fuerte carga conceptual, sino también cuyo arte puede ser fuente de placer estético para un público heterogéneo. Vaso de tiempo contiene en cada uno de los detalles que la conforman, desde el título hasta las creaciones propiamente dichas, un conjunto de símbolos y códigos a descifrar. Los cuestionamientos a los que incita este proyecto expositivo llevan a reflexionar sobre la percepción de la muerte y el sentido de la vida. Se trata de una propuesta diferente a la que propongo acercarse antes de que finalice el venidero mes de febrero.