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Esculturas Nómadas de Ángel Ricardo Ríos
02April

Esculturas Nómadas de Ángel Ricardo Ríos

El escultor Ángel Ricardo Ríos (Holguín, Cuba, 1965) presenta su proyecto Esculturas nómadas en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, como parte del programa de exposiciones que esta organización y su galería Villa Manuela han preparado para la X Bienal de La Habana.

¿Cómo surgió el proyecto Esculturas nómadas?

Llevó casi un año concretar el proyecto, por lo complicado que es hacer una obra de intervención en la ciudad, pero había un interés inicial que era hacer una propuesta a nivel urbano, como continuidad del proyecto de los muebles y las esculturas que he venido realizando hace ya algunos años. Me planteaba una disyuntiva de hacer esto en la ciudad, ¿cuál sería el material más eficaz?, ¿cómo intervenir de manera rápida en la ciudad sin que fuera un proyecto costoso, sin que tuviera que cambiar la geografía del sitio… Lo más sensato que se me ocurrió fue optar por los inflables, tomar esta práctica que utiliza la publicidad tradicional. Esto me permitía intervenir de manera rápida, no tocar el espacio, utilizar poco transporte, tener poco peso y, al mismo tiempo, desarrollar un volumen muy grande, un diálogo con la arquitectura desde el punto de vista de la escala, de la relación con los colores; hacer una intervención nómada, a semejanza de los mercados ambulantes mejicanos que llegan y montan las carpas con plásticos y cambian toda la geografía del lugar. Ésa es la idea esencial: llegar, intervenir, y moverme a otros sitios.

¿En qué lugares has mostrado esta obra escultórica?

Mi idea es hacerla itinerante por todo el país… En la ciudad de México se hizo en tres puntos: la plaza San Ángel, que tiene un mercado de arte los fines de semana y posee un público flotante cautivo con el que a mí me interesaba interactuar. Después en la Torre Latinoamericana que está en el Centro Histórico, al lado de Bellas Artes; luego en la parte de atrás de la Catedral que tiene una calle peatonal, la calle Guatemala, paralela al Zócalo, donde construí con los inflables una especie de corredor o galería al aire libre, de hecho éste ha sido el lugar que me ha reportado experiencias más gratas.

¿Cómo eliges las figuras para reproducir en ese formato?

Estas esculturas constituyen la continuidad de algo que vengo haciendo hace ya algunos años. Hay una serie de elementos que de alguna forma relaciono, intervinculo en mi obra escultórica, que vienen de la arquitectura, como lo sólido y lo blando, la hembra y el varón…, son constantes en todas las piezas que manipulo. Trabajo sobre la base de esa dualidad, en casi todas mis piezas hay una carga muy importante, no erótica, sino más bien sensual, que tienen que ver mucho también con una memoria dentro de la arquitectura, dentro del mueble, del objeto blando, de la cosa acojinada. En algunos casos me inclino un poco más hacia la arquitectura, en otros hacia una voluntad más lúdicra. Hay un tipo de referencia a las plantas ornamentales, aunque las plantas son la justificación ideal para proponer todos estos elementos eróticos de que te hablo, como los cactus, las plantas con frutas, las figuras que parecen senos.

Llevas unos cuantos años sin exponer en Cuba. ¿Qué representa para ti volver a exhibir en nuestro contexto artístico, hacer una muestra en la UNEAC y participar del programa colateral de la Bienal de La Habana?

Cuando surgió la propuesta de exponer en la UNEAC por parte del escultor José Villa Soberón y de Sandra Contreras, especialista de la galería Villa Manuela, me pareció una idea fabulosa. Regresar no solamente a La Habana, sino a los mejores lugares para exponer es algo importante para cualquier artista, es un golpe de suerte. Se trata de regresar y regresar bien. Me interesa cada vez más regresar a Cuba y hacerlo en condición de artista. Casi todos los años vengo en plan turístico, pero hacerlo en el plano profesional es para mí un interés mayor. Uno es cubano donde quiera que esté y el hacer cosas en tu país es lo lógico, lo orgánico.

¿El medio mejicano ha acogido bien tu obra?

Llevo mucho tiempo en México. Hay una frase que dice: “Tú pagas uso de suelo”. O sea, llevas tanto tiempo que la gente termina aceptándote. En general es un país amable con mi persona, con un medio artístico completo, pero en el cual existo y soy reconocido. Trabajo con galerías de cierta relevancia y tengo lo que llamamos “un nicho”. Siento, en una buena parte de los artistas cubanos, que hay una necesidad de volver a Cuba; hay una necesidad de volver a tener un reconocimiento de identidad, de entrar en contacto con la gente que tiene que ver con uno, no solamente a nivel intelectual sino también generacional, es una identificación a nivel de pensamiento, de valores. Cuando la gente interesada va a buscar artistas cubanos lo lógico sería que no fueran a hacerlo en Jamaica, a Haití, o algún otro país, sino en Cuba. Me he encontrado en esta Bienal con gente que ha vivido, o vive, una experiencia similar, por ejemplo, Flavio Garciandía o David Torrens, ellos pasaron un tiempo en el extranjero haciendo su obra, siendo reconocidos, y de pronto sienten la imperiosa necesidad de regresar a Cuba, se dan cuenta de que tienen un diálogo pendiente con la gente que entiende y valora lo que están haciendo y diciendo como artistas. Probablemente en unos años haya mucha gente de vuelta, y eso sería muy bueno.