Pasar al contenido principal
Arte en América Latina: la constante búsqueda de identidad
27September

Arte en América Latina: la constante búsqueda de identidad

Por: Paula Companioni

 

El siglo XX recolocó a América Latina en el mapamundi a través de luchas y procesos que surcaron el continente. Colonia y neocolonia, liberación y descolonización, estatización y procesos sociales, cultura y contracultura… son líneas cardinales que trazan el camino de Nuestra América hacia un posible horizonte emancipador. Esta reafirmación simbólica ha tenido como acompañante al espejo de las identidades regionales: el arte latinoamericano.

 

Con esta línea en perspectiva, entre el 3 y el 10 de octubre de 1983 la Casa de las Américas —institución cubana reconocida por promover el estudio y la realización artística espacio de emancipación en este lado del mundo— convocó al Primer Encuentro de Jóvenes Artistas Latinoamericanos y del Caribe. Más de cien participantes de todo el continente, bajo la premisa de la narrativa cortazariana, asistirían a la primera edición de Casa Tomada y declararían que:

 

“Nuestra obra está en proceso de formación. Buscamos nuevas formas que expresen la realidad. Por ello, asumimos una permanente y minuciosa labor crítica y autocrítica en nuestra práctica social y artística. Reconocemos en quienes nos preceden a los compañeros de construcción de otro destino para la humanidad que aún no termina de ser escrito, pero que es previsible”.

 

El siglo XXI ha dinamizado el contexto latinoamericano; las zonas de creación artística y literaria así como los procesos sociales y culturales irradian novedad.

 

Durante cinco días del mes de diciembre del año 2009, la Casa fue tomada nuevamente por jóvenes narradores, poetas, documentalistas, dramaturgos, artistas de la plástica, pensadores, teatristas y musicólogos de la región, quienes se hicieron llamar “Generación Casa Tomada” y realizaron la segunda edición de este evento, para celebrar los 50 años de la institución fundada por Haydée Santamaría. Este II Encuentro, celebrado 26 años después del primero, indagó acerca de la producción cultural en la América Latina y el Caribe.

 

Casa Tomada ha sido pensado para que jóvenes con distintas nacionalidades, historias y formas de expresión dialoguen sobre una temática, un proceso social o cultural, una inquietud o experiencia creadora que como latinoamericanos y/o caribeños les conecte.

 

En una época caracterizada por la activa participación de los jóvenes en los actuales contextos sociales, Casa de las Américas convoca a los escritores y artistas menores de 40 años del continente a que la “tomen” para dialogar acerca del pensamiento latinoamericano desde y por los jóvenes.

 

En este III Encuentro de Jóvenes Artistas y Escritores de América Latina y El Caribe, 58 invitados de 14 países intercambian acerca de temáticas como la migración y los desplazamientos con la transculturación cultural que suponen; los movimientos sociales, la comunicación, el activismo y los procesos creativos; y las nuevas formas en que se produce hoy la circulación del arte y el consumo cultural.

 

¿Vuelta a la política? (Voces participantes)

 

Durante las efervescentes décadas de los 60 y 70, las múltiples expresiones artísticas del continente marcaron el devenir de un sentimiento latinoamericano más allá de las etiquetas del mercado. Pero la “noche neoliberal” —que desde los 80 se anunciaba—  implicó, en los 90, una pérdida de paradigmas en la constante búsqueda de identidad. A finales del pasado siglo era impreciso el papel del artista en el activismo político latinoamericano.

 

En el año 2001, el llamado Cono Sur experimentó una sacudida con aires de jóvenes: el fin del falso sueño neoliberal llevó a las fuertes protestas en Argentina contra la privatización de la vida, lo cual “despertó” políticamente a ese país y a todo el continente. El escritor, editor y comunicador social Enzo Maqueira, uno de los invitados a esta edición del evento, establece que, desde entonces, “algunos jóvenes —porque hay de todo— estamos levantando discursos y mensajes de los 70, pero con otros modos: creemos que no es el camino la violencia y sí la lucha constante, sí el trabajo, sí la conciencia, sí la educación.

 

“Lleva mucho optimismo decir: ‘América Latina despierta’, porque despertó varias veces, y así como despertaba la mandaban a dormir otra vez.Hubo que trabajar mucho y fue un proceso dolorosísimo. Pero hoy terminó el sueño falso del neoliberalismo y del consumismo y, por lo menos, una gran parte de la población despertó políticamente”.

 

Noveles exponentes de la literatura, el teatro, la música, las artes plásticas y la comunicación cruzan sus experiencias en Casa Tomada para responder a una pregunta: “¿Cómo piensa un creador la ‘vuelta a la política’ en la Latinoamérica de hoy?”

 

Desde Perú, el narrador, editor y periodista Ezio Neyra considera que “la literatura, hace mucho tiempo, se salió de esa esfera en la que siempre estaba asociada con lo político. En las últimas décadas del siglo XX empezó a ser una vanguardia absolutamente autónoma con toda la idea del ‘arte por el arte’. No creo que debería haber un ‘deber ser’ de la literatura y tampoco un ‘deber ser’ del escritor. Tengo ciertos problemas con esa idea”.

 

Pero otras realidades, que también han dialogado en Casa Tomada 2013, le otorgan al arte latinoamericano actual un papel fundamental en el pensamiento político del continente.

 

“Siempre ha sido un elemento transformador en América Latina —afirma Miriela Fernández, comunicadora popular y periodista cubana—. Cuando se habla de arte popular no tenemos que enfocarnos en los días actuales solamente, sino remontarnos hacia una historia que tiene que ver con el Teatro del Oprimido (de Augusto Boal) en los años 70, que es un movimiento artístico con raíces en los presupuestos de la Educación Popular y plantea una mirada nuevamente al sujeto”.

 

La actriz brasileña Camila Scudeler considera que, a partir de las recientes protestas en el “gigante del Sur”, la vuelta a la política en su país “no se ha dado en la mayoría, pero desde donde actúo —incluso en Sao Paulo— muchos grupos se han involucrado y se han movido a pensar el teatro y el arte desde este punto de vista.

 

“En el teatro de los años 90 se reactivó la idea de grupo; de ahí vino el Movimiento Arte contra la Barbarie, que de alguna manera involucró a la gente otra vez desde las obras que hace, los temas que toca, las experimentaciones estéticas que tiene en cuenta. Su intención no es ser panfletario en su dimensión política, sino acercase desde lo cotidiano”.

 

El poeta e investigador literario colombiano Carlos Aguasaco concluye que “los artistas somos entes políticos de siempre, porque el arte retrata todo lo que inquieta el ser y, definitivamente, la organización política, la organización desde la civilización es uno de los elementos que más nos inquieta: ¿cómo vivimos?, ¿por qué vivimos?, ¿adónde vamos?, etc… son cuestionamientos propios de la profesión. La contradicción, el ejercicio de buscar los puntos de encuentro entre el pasado, el presente y el futuro es parte del trabajo artístico.No hay manera de producir sin ser político.

 

“Lo que sí está pasando ahora es que a los artistas les está dando menos temor; hay como una primavera latinoamericana en la que el creador ha encontrado que en los nuevos medios y dinámicas de comunicación se le está dando poder a una cantidad de grupos de jóvenes emergentes que producen una cultura marcada por la necesidad del cambio. El modelo hegemónico globalizador está en crisis, está generando su propia crítica y para los artistas es más urgente la necesidad de hacer política”.

 

Desde su propio Arte

 

Las metáforas artísticas que surgen a partir de la realidad latinoamericana (migración, violencia, discriminación, transculturación, democracia y soberanía) coinciden con los puntos de vista de politólogos o estudiosos del tema. Esta recolocación de lo político como centro de muchas de las actuales producciones en América Latina desemboca en innovadoras propuestas estéticas. 

 

Desde las artes plásticas, por ejemplo, el colombiano John Aguasaco (hermano del poeta) pone en jaque a su sociedad: ofrece en venta la Casa Museo Quinta de Bolívar. “Todo el mundo pasa por ahí pero nadie reflexiona sobre su historia —explica Carlos—. Colombia está en crisis porque realmente nunca alcanzó la independencia. Entonces la gente reacciona ante el arte de John diciendo ‘hay alguien que nos quiere quitar la historia’, y resulta que es un artista que les está diciendo ‘si ustedes no visitan el museo, si no van a la Quinta Bolívar, si no protegen su territorio, si no protegen su identidad; el mercado les va a quitar hasta su memoria histórica’.

 

“Más que la paz, hoy el país quiere saber qué significa ser colombiano. Generalmente, “lo colombiano” se ha definido en términos negativos: narcotráfico, delito, corrupción... Entonces, los artistas están tratando de definir lo que significa ser colombiano en términos positivos: el colombiano tiene memoria, es autocrítico, es inclusivo y no se desterritorializa”.

 

El convulso contexto de Puerto Rico, nación caribeña que bajo las leyes de una neocolonia sirve de laboratorio a la política de EE.UU., es también pretexto de realización artística para los boricuas.

 

 “La juventud artística —cuenta el realizador de cine Arí Maniel Cruz— ha hecho lo mismo que han hecho los que ya no son jóvenes: hemos seguido con ese legado de tener una labor disidente dentro del sistema norteamericano, ser una voz que promueve la puertorriqueñidad, que promueve el estudio del ser puertorriqueño como un ente propio y no como un ente colonizado. Profundizamos en la colonización porque queremos entender nuestra realidad y partir de ella para explorar el presente y el futuro de nuestra nación.

 

“Mi trabajo debe ser de corte puramente político; porque creo que nosotros lo que hacemos es una búsqueda de identidad. Somos un país que todavía no tiene autodeterminación, por tanto la puertorriqueñidad tratar de entender las incongruencias o los contrastes que propone la implantación de una identidad (la ‘gringa’) que no es propia. Ese es mi tema”.

 

Las raíces mexicanas también están como centro de las investigaciones de la musicóloga Natalia Bieletto. “Se ha reconcebido y repensado el papel de los artistas en la sociedad, fundamentalmente en cuanto a los aportes con los que podemos contribuir para hablar críticamente de la producción artística o hacer arte desde la toma de una postura política.

 

“Mis temas tienen que ver con la construcción de un espacio social, los usos de espacios públicos, de políticas de regulación del espacio. Estoy interesada en el arte al servicio de los movimientos sociales porque me parece que necesitan traducción: aquello que los artistas crean desde su disciplina, no siempre se entienden desde los que no leen esa disciplina. Pongo mis conocimientos al servicio de hacer una traducción entre el público general y la mirada del artista”.

 

Para la literatura de Enzo Maqueira, actuar políticamente es “enfrentar el dilema de decir lo que pienso; hago el ejercicio de analizar si es de derecha, porque a la derecha le sobran voceros y le sobra espacio para desarrollarse. Ante la posibilidad de elegir entre una cosa u otra, siempre agarro por la izquierda. En el arte argentino, el tema fundamental —más que ser de izquierda o derecha—, es si el Estado está presente para controlar y ayudar; o si se retira y deja que el mercado se encargue de todo”.

 

Pero no todos piensan igual, la diversidad identitaria también se expresa en la variedad de opiniones y posturas que recorren el continente. El peruano Ezio Neyra cree que “hoy en el arte no hay una manera de hacer las cosas que sea hegemónica, sino que hay muchas maneras de hacer las cosas y cada una tiene su público. Ninguna, ni la que está comprometida con su sociedad ni la que no lo está, es peor que la otra. Cada una lo hace a su forma”.

 

La recolocación del papel del artista en el activismo político latinoamericano y caribeño lleva a esta “vuelta a la política”.

 

La necesidad de salir todos a las calles a protestar ha sido en una doble vía: luchar como artistas y trabajadores de la cultura con privatizaciones que obstaculizan su trabajo, y acompañar a los movimientos sociales. El artista pasa a ser un ente politizado que reivindica sus propios derechos y los de su sociedad.

 

Hoy, América Latina es un territorio donde lo personal se vuelve político, lo político se expresa a través del arte, y las metáforas artísticas se convierten en un reflejo de cada país.

 

Texto tomado de: La Jiribilla