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Una escultura con espíritu danzante, regalo de la Bienal a La Habana
01June

Una escultura con espíritu danzante, regalo de la Bienal a La Habana

Por Martha Sánchez. Exclusivo para Excelencias

 


Uno de los propósitos de la Bienal de La Habana es el entrelazamiento de las artes y aunque a simple vista no se divisa en todos los proyectos casi siempre hay más de una manifestación involucrada. Desde hace pocos días, un rostro gigante de mujer mira al mar desde el Malecón de La Habana y su escultor, el cubano Rafael San Juan, reconoce en aquella figura la inspiración en el movimiento y el espíritu de Viengsay Valdés.

 


Hace siete meses, la primera figura del Ballet Nacional de Cuba lo ayudó a definir la pose y la forma del cuello de Primavera, como bautizó a la escultura de ocho metros de alto, construido con acero reciclado en México para exponerla en la XII Bienal de La Habana. El estudio del movimiento de Viengsay me transmitió el espíritu de la pieza y luego la explicación de ella sobre su concepción de mujer cubana me cautivó, una de las sugerencias que me hizo fue no mirar abajo porque aquí las mujeres son fuertes, afrontan la alegría, el trabajo, los problemas de frente, contó San Juan.

 


Por esa sugerencia de la reconocida bailarina, el escultor asegura que aunque Primavera no refleje un rostro en específico sino una conjunción de muchos, el espíritu de la escultura proviene de Viengsay, incansable trabajadora y admirable cubana. La observación y el intercambio con varias bailarinas de la misma compañía le permitió a Rafael ampliar su visión del movimiento muscular, pero la afición por la anatomía del cuerpo humano es más antigua en él. Comenzó a saciarla a los 18 años de edad, cuando durante el servicio militar obtuvo un permiso para entrar al cementerio y tomar un cráneo humano.

 


Al llegar al lugar, los trabajadores iban a botar gran cantidad de restos óseos en una fosa común y ante su inusitado interés le animaron a llevarse en su mochila los huesos de un cuerpo completo que hoy vive en su casa con el nombre de Hector. Por supuesto, para armar aquel esqueleto tuvo que pedir asesoramiento en una facultad de medicina y tan grande fue el interés demostrado que terminó siendo admitido en un posgrado de anatomía del cuerpo y esa conexión con la academia le sirvió para el empleo de órganos y huesos humanos en futuras exposiciones. 

 


Vale aclarar que el artista posee aval académico, cursó estudios en la prestigiosa escuela Nacional de Artes San Alejandro y en la década de 1990 fue diseñador escenográfico de obras de teatro como el Electra de Teatro la Luna y para Danza Contemporánea de Cuba hizo Fabio, La tempestad y Terriblemente inocente.

 


“Definitivamente, la creación de escenografía me ayudó a ver las cosas de manera monumental y favoreció mi dedicación a las obras de gran formato”, reflexionó.

 


San Juan viajó a México en 2002 con la misión de diseñar el pabellón de Cuba en una feria literaria y allí construyó su primera pieza gigante, un rostro del Héroe Nacional cubano José Martí con libros que el día de la clausura del evento se quitaban uno a uno para regalarlos a los niños. Ese fue el punto de partida del artista que en la actualidad tiene esculturas de pies, manos y rostros monumentales de acero ubicados en lugares públicos de Estados Unidos y México, donde por ejemplo cinco semblantes de mujer en el Central Park de Guadalajara representan cada uno un continente.


La mujer es una constante en los rostros porque Rafael ve ese género como punto de partida dentro de lo bello, en cambio para las manos le gusta más representar las de un hombre por la expresividad del efecto del trabajo acumulado, visto en la dureza.

 


Para la Bienal antepasada, San Juan ideó Contención, una muestra conformada con órganos humanos dentro de recipientes con formol, suministrados todos por la facultad de medicina, que también resultó imprescindible en el evento siguiente para armar una instalación con 99 esqueletos reales bajo el título La muerte es un proyecto.

 


Primavera es la primera escultura monumental que puede regalar el artista a su país, y después de culminada la XII Bienal de La Habana la donará a la Oficina del Historiador de la ciudad que lo ha apoyado en este empeño. La obra, situada en la esquina de las populares calles Malecón y Galeano, constituye un homenaje a la mujer cubana y en el pelo de la fémina confluyen un ramo de mariposas, apreciada como flor nacional de este archipiélago.