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Esterio Segura, un residente permanente en la Bienal de La Habana
16May

Esterio Segura, un residente permanente en la Bienal de La Habana

Esterio SeguraPor: Adalys Pérez

 

En días pasados Esterio Segura volvió a ser noticia en el ámbito de las artes visuales de la Isla gracias a la exposición Occidente Tropical, recién clausurada en la galería Factoría Habana, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad.

 

En breve, este artista ocupará nuevamente algunos espacios informativos a partir de su próxima participación en la XII Bienal de La Habana, acerca de la cual Cubarte le pide que de detalles para sus lectores.

 

“Últimamente digo que soy residente permanente en la Bienal de La Habana pues  desde el año 94 hasta la actualidad he estado participando en todas. Es una suerte y también un lujo poder decirlo.

 

Para la que se avecina voy a estar en aproximadamente ocho espacios de la ciudad, con obras distintas. De hecho en el Hotel Meliá Habana ya está montada la versión de Cuatro corazones grandes de Good bye my love y en el Meliá Cohiba se encuentra su versión mediana.

 

También voy a tener  una versión de Occidente Tropical en una de las bóvedas de El Morro.  En el Colegio San Carlos estaré en una pequeña exposición colectiva con una obra que se llama La historia se muerde la cola del proyecto  Los Pinochos, del cual hice una exposición personal grande en la Bienal antepasada. Otras obras mías van  a estar en la exposición HB y en el proyecto del Malecón.

 

Estoy orgulloso, no solo como artista, sino porque realmente la Bienal de La Habana ha alcanzado una dimensión internacional muy importante, con un nivel de convocatoria impresionante. Ha tomado mucho realce con todo y las dificultades que tenemos para poder producir en el país un evento como este”.

 

¿Tiene prevista alguna muestra en su Estudio durante este evento?

 

Yo estoy constantemente en Bienal. No puedo darme el lujo de convertir el Estudio en una galería durante ese tiempo porque tengo que seguir trabajando. Tengo otros proyectos que vienen después, muy pegados uno detrás de otro.

 

Pero la ciudad completa es una galería para la Bienal de La Habana y en la ciudad tendré ocho presentaciones de obras.

 

Durante la década de los años 80 del pasado siglo estaba en plena formación como artista. ¿Hasta qué punto piensa que le influyó en cuanto a las temáticas el peculiar movimiento que hubo en la plástica cubana durante esa etapa?

 

Mi obra tiene un carácter muy autobiográfico. Hace como un recorrido sobre mis vivencias. No solo dentro, sino también fuera del país.

 

El medio político, cultural, histórico, determinadas situaciones, eventos a los que he tenido la suerte de asistir o participar forman una parte muy importante de lo que me interesa contar desde la obra.

 

Las experiencias son, por supuesto, elementos que se van acumulando y te obligan a tener reflexiones sobre lo sucedido o lo que está aconteciendo. En todos los sentidos.

En el sentido social, político, histórico y cultural, que son temas que me interesan. Son cuatro puntos muy importantes desde el punto de vista temático, conceptual, que me interesan manejar en la obra.

 

Yo utilizo las artes visuales de la misma manera que un escritor utiliza la máquina de escribir, la pluma o la computadora. Como una herramienta necesaria para expresarme. Pero desde el punto de vista conceptual me interesa que todo ese bagaje de conocimiento me sirva como una apoyatura para poder expresar.

 

Como a la mayoría de los artistas lo que me motiva es que la obra se vea. Hay por supuesto en mi obra  también no solo una influencia de la historia del arte en general, sino además de sucesos importantes que desde el punto de vista contextual sucedieron con el arte en Cuba desde los años 80.

 

Hubo situaciones muy complejas del diálogo del poder con el arte en esos años, un éxodo impresionante de artistas. Hubo una relación de discusión conceptual que incluía la política, pero al mismo tiempo hubo una especie de reafirmación de la identidad emitida desde el arte. Entonces esos íconos, conceptos, formas de la identidad también son elementos que me interesan manejar desde algunas obras.

 

Realmente desde el punto de vista temático no toda mi obra se refiere a eso, a la formación de la cultura, al contexto cubano. Hasta la fecha yo he creado  más de  diez proyectos distintos de obras. Son investigaciones que van en sentido bastante diversos uno del otro y, en algunos casos, no se refieren necesariamente al tema Cuba o a su contexto, sino a una universalidad de la temática.

 

La obra mía que en principio se comenzó a conocer más fue el primer proyecto que se llamó Occidente Tropical, en el que están las piezas que hice para la película  Fresa y Chocolate y algunas de las que se encuentran  ahora en la sala permanente del Museo Nacional de Bellas Artes. Pero hay muchas otras obras que van en un sentido muy distinto como No todo lo que vuela se come, que trata sobre los aviones, algo que siempre me ha atraído.

 

Realmente tengo una adicción a todo lo que se mueve.  Tengo la necesidad de hacer sentir en la obra que las cosas se mueven y se pueden mover. La obra está incluso construida como una maquinaria viva. El concepto del movimiento, del cambio, de la evolución, es una constante dentro de la obra.

 

Hay muchos otros proyectos como Submarino hecho en casa o como Mística del reguardo y de la gozadera, que se refiere a toda la erótica del pensamiento y la formación de la cultura cubana. Esta Los secretos. Hay proyectos que son más pequeños, más cortos. Hay proyectos, más intensos, más largos, pero son proyectos que me han abarcado los últimos veinticuatro años y ahora lo que estoy haciendo es comenzar a cerrarlos.

 

Son más de diez y algunos es hora de comenzar a cerrarlos. Occidente Tropical  es uno que estoy retomando para cerrarlo y poder hacer un libro sobre él, con una investigación acerca de dónde salen todas las cosas, qué era lo que me interesaba y así voy a ir haciendo con cada proyecto aunque no cronológicamente de la manera en que han ido surgiendo, sino en dependencia de mi demanda espiritual.

 

Tengo otros proyectos de los que no he hecho el primer trazo y no quiero comenzarlos hasta que no me sienta con el espacio y con la libertad de poder desarrollarlos ampliamente sin la preocupación de que tengo otros proyectos en proceso durante más de veinte años.

 

¿Entonces es esa la intensión de OccidenteTropical, la exposición que recién hizo en Factoría Habana?

 

En principio la intensión en Factoría Habana era hacer este cierre total. Imposible, porque cuando comencé a desempacar y a desempolvar todo lo que estaba proyectado, todo lo que había dibujado me di cuenta de que no podía, de que hay mucha obra en proceso dentro de ese proyecto que me va a tomar un poco más de tiempo cerrarlo. Incluso hasta un año.

 

Pero sí se trata del comienzo de ese cierre. Factoría Habana es, digamos, el prólogo de ese cierre. Yo estoy muy contento con la exposición pues ha sido como un redescubrimiento de la obra en ese sentido.

 

A veces uno no sabe que hay un público determinado para un tipo de obra determinada y gente que nunca te comenta que por qué no has hecho eso de nuevo, lo cual para mí es muy difícil porque yo no hago lo mismo siempre, hago obra muy diversa y no me interesa hacer un cuño. Mi cuño es la diversidad.

 

Pienso que hay muchas temáticas, que constantemente estamos rodeados de eventos, cosas que son provocadoras para el pensamiento. Entonces sería muy limitado para mí como ser humano, como individuo que, además, tiene una responsabilidad social  quedarme haciendo, vamos a decir, un muñequito con una historia que lleve ese muñequito y nada más. Hay mucha historia que hacer constantemente.

 

Pero hay gente que tiene una expectativa sobre una cosa, que hace tiempo no la ve. Pienso que en ese sentido hubo quizás un público específico al que la obra tuvo acceso y con el que la obra ha tenido un diálogo interesante en este momento y que lo van a seguir teniendo porque la idea es cerrarlo completo.

 

¿En estos momentos cómo ve que se valora internacionalmente la obra de los artistas plásticos cubanos?

 

Desde los años 80 la experiencia del arte cubano fuera del país ha sido impresionante y es una gran suerte que esté sucediendo porque la visión que había antes de entonces semejaba la frase aquella que dice La Habana es La Habana y lo demás es paisaje. En  las artes plásticas era:  Wifredo Lam y otros artistas cubanos.

 

Ya casi Wifredo Lam forma parte del equipo de “los artistas cubanos”. Por supuesto, Lam no es uno más, pero sí es uno más. No es que haya una cantidad inmensa de artistas de alto nivel profesional, contemporáneo, pero sí hay varios artistas que han logrado tener un renombre, una resonancia internacional.

 

Obviamente,  a raíz de todo el proceso de cambio que está teniendo el país en los últimos años  pues también han resultado un atractivo importante las artes plásticas, las artes visuales cubanas, y eso se nota hasta en la carrera profesional de uno pues las invitaciones, los proyectos se presentan uno detrás de otro en instituciones y locaciones muy importantes en el mundo.

 

Desde el punto de vista personal acabo de hacer una exposición, la más grande que he hecho fuera de Cuba, en el Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles y la demanda casi está por encima de la capacidad de producción de la obra en el sentido promocional, más que en el de mercado.

 

Independientemente de que también la mirada, la curiosidad, la necesidad y la demanda que desde el punto de vista del mercado  está teniendo la obra plástica cubana son también mucho más intensas en este momento que nunca antes.

 

Son más de veinte años en los que las artes plásticas cubanas han venido ocupando un lugar cada vez más importante en el panorama internacional.

 

En la XII Bienal de La Habana y a través de sus obras, nos rencontraremos en breve con Esterio Segura, un hombre que, nos confesaba, agradece el respeto al trabajo que le inculcó su padre, las continuas enseñanzas de Aisa Jalil y la libertad que disfruta cada día en el acto de la creación.

 

Fuente: Cubarte