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Rent ¡the show must go on!
26June
Artículos

Rent ¡the show must go on!

Rent, premio Pullitzer de drama en 1996, ganador de un Tony en 1997 como mejor musical, llega a Cuba

Confieso que llegué al teatro un tanto descreído y sin mucha expectación. Tal vez me moviera el hecho de que una proposición de esta naturaleza genérica regresara a los escenarios cubanos después de tanto tiempo. Aun cuando Rent es de aquellos musicales con un entramado temático y de hechos sinflictivo —que resguarda en el delineado de los caracteres de sus personajes y su puesta en visión la atracción—, hay en este Rent habanero ciertas cualidades atendibles.

Rent, premio Pullitzer de drama en 1996, ganador de un Tony en 1997 como mejor musical, entre otras recompensas, llega a Cuba como continuidad de los intercambios iniciados en 2011 con Nederlander Worldwide Entertainment para acercar producciones artísticas de Broadway a los escenarios cubanos.

Concebido en dos actos y respetando a ultranza el guión original, con letras y música de Jonathan Larson, la propuesta estrenada en la sala Tito Junco del Complejo Cultural Bertolt Brecht está dirigida por Andy Señor Jr., quien estuviera en el elenco original de la obra en Nueva York, interpretando a uno de los protagonistas de la pieza. Para Michael Greif, director original de Rent, Señor contaba con talento para desempeñarse como director asociado en las producciones Off-Broadway de la puesta.

Un equipo de trabajo —heterogéneo en su procedencia— asumió la producción del espectáculo: actores, cantantes, bailarines, asistentes, diseñadores, músicos, gestores, asesores y técnicos se unieron a partir del casting generado para el montaje.

Creo que ahí pudiera estar unos de los valores especiales del show: el hecho de que jóvenes con trayectorias dispares, experiencias y competencias artísticas muy diversas lograran resolver con pericia sus roles respectivos. No olvidemos que para el juvenil elenco cubano, la rica historia y excelencia escénica del teatro musical producido otrora en Cuba forma parte de una leyenda no siempre bien contada. La ralentización o pérdida de esta tradición sigue gravitando en la realización artística y sobre la memoria crítica e historiográfica de nuestro teatro.

Ojalá, tal como anotara Gisela González, presidenta del Consejo Nacional de Artes Escénicas —contraparte cubana del proyecto—, constituya Rent un paso fundamental para el teatro musical en Cuba. Es la posibilidad de combinar el talento cubano con la larga historia de Broadway como una forma de arte. Esta colaboración nos acerca y esperemos conseguir un producto auténtico, de alta calidad, que nos conduzca a futuros proyectos conjuntos.

La recreación argumental de Rent, centrada en la historia o fe de vida de un grupo de artistas y jóvenes bohemios que a principio de los años noventa habitaban, malvivían y desafiaban el pago del alquiler, que se juntaban alrededor de cruces, aventuras ocasionales, drogas, amor y sida, es guiño atrapante para el lector-espectador, de cómo el teatro constituye ese lente de aumento que al propiarse de la realidad es capaz de volverse denuncia de los entresijos de la vida, de su cotidianidad, alternatividades, transacciones y utopías.

Para Ángel, Roger, Mark, Joanne, Maureen o Mimi, personajes tipos en la fábula acumulativa de Rent, transitar por la vida sin renunciar a los sueños, deseos, obstinaciones, es voluntad bajo la concepción autoral de Larson. «Midan su vida en amor», sostiene el leitmotiv de su escritura y el comportamiento de los personajes, la solución de las situaciones y la resolución de los conflictos. Ellos —los personajes— son arquetipos circunstanciales de una sociedad que, por agotada, exhausta, frenética en sus supuestos «buenos modales», es vívida y tangible en sus itinerarios. Ya sea al este de Nueva York o en cualquier otro punto cardinal, siento que el deseo de ser feliz debe ser centro de nuestras vidas y de nuestro accionar.

Confieso: salí del teatro con gran entusiasmo, feliz por la responsabilidad del equipo creativo y feliz por la reacción del público. Aun cuando sostengo que Rent, durante sus más de dos horas de duración, se regodea en el hipertexto de sus asociaciones, vínculos y relato figurativo, válido es señalar la complicidad tejida entre visualidad, sonoridad, sentido espacial, incluso cuando se pretendería insistir en el necesario training de sus performers. Hay en el teatro musical esa peculiaridad de asumir el rol desde una kinesis total, globalizante del sentido presencial del actuante. Más allá de los caracteres del personaje, más allá de la noción espectacular, esquivando los posibles lugares comunes y el color local, requeriría el comediante musical de una generosidad poética que haga de su rol un vector seductor para el lector-espectador.

Salí entusiasmado por el trabajo de los gestores cubanos asociados al proyecto, por la artesanía de los artistas y técnicos que full time laboraron eficazmente en la concreción de la puesta en escena de Rent. Celebro la generosidad de los productores de Broadway y el equipo estadounidense creativo de la pieza. Ahora, después de que mi expectativa se tornó esperanza en la recuperación bien intencionada y artística por el teatro musical, quiérase que nuestros realizadores retornen al sentido «orgiástico» de este género, pues sencillamente, tras el estreno cubano de Rent: ¡the show must go on!