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Pedrito Martínez conecta con Panamá
26June
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Pedrito Martínez conecta con Panamá

En clave de jazz, son, timba, ritmos folclóricos y afrocubanos, el grupo de Pedrito Martínez satisfizo a un público con sed de bailar en el cierre de los conciertos del Panamá Jazz Festival, en el Ateneo de la Ciudad del Saber en Panamá.

El cubano, radicado en Nueva York, quedó admirado y agradecido con el recibimiento de un público panameño acogedor y entregado. «El mejor público que hemos tenido». Delante del escenario, decenas de personas bailaron incansablemente temas como Luna y Buscando guayaba, este último del cantautor panameño Rubén Blades.

El percusionista cubano es admirado por músicos del calibre de Paul Simon, Eric Clapton y otros que han ido a verlo tocar en el restaurante-club Guantanamera, en Nueva York.

¿Qué significa para ustedes haber sido nominados a los Grammy?

Es la puerta para un nuevo y mejor comienzo. Nos tomó de sorpresa. El proceso de enviar el disco a los Grammy lo comenzamos un poco tarde, pero parece que a la Academia le gustó, y vale la pena que el disco entre. Fue un producto interesante que se hizo con mucho cariño, y los invitados especiales que están ahí son personas de alto quilate. Estamos muy contentos con la nominación, todos lo están: los fanáticos y la familia. Como artistas, indiscutiblemente nos pone en otro nivel.

Háblanos del nuevo integrante en la banda. ¿Cómo lo encontraron?

Edgar Pantoja es un gran pianista y compositor de Santiago de Cuba, y no lo encontramos: él siempre estuvo ahí. De hecho, cuando la pianista no podía tocar, él era unos de los suplentes que usábamos. Siempre ha estado conectado al grupo, y es un gran músico.

¿Participas en la creación de los conceptos de los videos musicales que graba el grupo?

No, la mayoría de los videos son hechos por otras personas. Son gente que nos van a ver, los filman y los suben a Internet.

¿Qué relación tiene tocar en grupos de rumba y jazz? ¿A qué debe su devoción por el género si en Cayo Hueso, en los años noventa, tocaba rumba?

En Cuba no escuché mucho jazz, producto de la situación que existía de no poder escuchar música norteamericana. Cuando yo vine en el 98, ya la situación había cambiado, y la primera posibilidad de trabajar con un grupo de jazz fue con una saxofonista que se llama Jean Monnet, que fue la persona que me sacó de Cuba con un grupo conformado además por Eladio Durán, gran pianista cubano, y Pancho Quinto, un tamborero muy conocido en la Isla. Entonces las primeras experiencias de jazz fue con ella estando aún en Cuba, casualmente en un proyecto que tenía con músicos cubanos para una gira por Canadá y Estados Unidos. Con la Monnet hicimos mucho jazz, pero comencé a tocarlo en grupos norteamericanos en Nueva York.

La rumba cubana y el jazz tienen algo en común. La rumba es de mucha improvisación del cantante con el bailarín, y en el jazz también hay mucha improvisación. No fue difícil identificarme con el jazz, porque vengo de tocar música folclórica, y en ella hay tanta improvisación como en el jazz.

¿Qué representó para ti que Ariadna Trujillo, tu anterior pianista, de repente se te fuera de la banda?

Ariadna decidió iniciar su propio proyecto. Ella tenía muchas ideas y muchas cosas que había escrito. Nos sentamos y acordamos que era el momento de que hiciera su carrera como solista. Ella trajo al grupo infinidad de ideas espectaculares, y su presencia en el grupo era muy fuerte. Pero hay etapas. Yo también lo hice un día, y puede pasar en un momento determinado con Álvaro si alguna disquera le ofrece un proyecto X.

Has cambiado mucho de pianista, pero mantienes el mismo ritmo.

Sí, definitivamente mantenemos la misma esencia, el mismo sonido, la misma rumba.

¿Qué representa el maestro Tata Güines para ti?

Imagínate. Tata fue, es y será siempre uno de los grandes percusionistas de Cuba. Fue para mí un mentor. Estuve tres años tocando con Tata en Cuba antes de venir para Estados Unidos, y él me enseñó mucho. Yo le afinaba las congas a Tata en los conciertos antes de empezar a tocar, para practicar un poquito, porque no tenía congas en Cuba. Él me decía «Chiquito»: «Oye, Chiquito». Para mí es un genio, y aprendí mucho con él.

¿Cuál es tu modelo en el mundo de los percusionistas?

Hay muchos percusionistas que me encantan, y he aprendido de todos: Changuito —José Luis Quintana—, Giovanni Hidalgo, Tata Güines —Arístides Soto—, Tato Valdés, Ramón Santamaría, Armando Peraza, Ray Barreto —me encantaba—, Orestes Vilató… Son demasiados.

Muchos dicen que eres el Chano Pozo de la actualidad. ¿Qué significado tiene esto para ti?

Es una responsabilidad muy grande. Me llena de regocijo y me encanta que me pongan a ese nivel. Siento que soy la continuidad de una misión que ellos comenzaron años atrás. Estoy tratando de hacer lo mejor que puedo. Si alguien me tiene en ese lugar, me alegro mucho, y trataré de hacerle honor.

¿Existe la posibilidad de que hagan un trabajo con el maestro Rubén Blades?

Ya ese trabajo comenzó. Rubén va a cantar con nosotros el domingo y será el productor del próximo disco, que supuestamente estaremos grabando en abril. Y de verdad esperamos que esa colaboración nos abra más las puertas de Latinoamérica, porque lamentablemente la hemos visitado poco. Panamá es el segundo país latino en el que estamos. El primero fue Colombia, a la que hemos ido dos veces.

¿Cómo identificas tu música?

La pregunta del siglo. Siempre me preguntan cómo yo describiría mi música. Yo vengo de tocar música folclórica. Llegué a Estados Unidos y el cincuenta por ciento del conocimiento musical que tengo lo aprendí allí. Todos nosotros tenemos mucha influencia de varias culturas. Nueva York es una ciudad en la que, si quieres aprender a tocar jazz, están los mejores jazzistas. Quieres aprender a tocar pop, y están los mejores grupos de pop. Si quieres aprender a tocar música brasilera, allí también los encuentras.