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HOMENAJE A LAM
30March

HOMENAJE A LAM

La escultura que el destacado creador santiaguero Alberto Lescay Merencio (Santiago de Cuba, 1950) dedica a la memoria de Wifredo Lam fue inaugurada el domingo 29 de marzo en el parque de 15 y 14, en el barrio de El Vedado, Ciudad de La Habana. celebra el centenario del natalicio de uno de los más originales exponentes del surrealismo en Latinoamérica, creador de un lenguaje pictórico que fusiona la herencia cultural afrocubana con las últimas vanguardias europeas.

La obra en bronce, ideada por el autor de piezas emblemáticas como el Monumento al Cimarrón y el conjunto escultórico de la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba, fue develada en el contexto de la X Bienal de La Habana.

y el conjunto escultórico de la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba, fue develada en el contexto de la X Bienal de La Habana.

Para la realización de Vuelo Lam se contó con la colaboración de la Fundación Caguayo, creada y presidida por el propio Lescay, institución que promueve las Artes Monumentales y Aplicadas. La pieza, con siete metros de altura, representa la imagen de un pájaro, iconografía reiterada en la creación de Lam.
Partí de la definición que hiciera de su vida y obra el creador de La Jungla: un ave que va y viene en El Caribe. La Fundación Caguayo asumió esta idea de Abel Prieto, ministro de Cultura, y por medio de su gestión, y gracias a una colección de arte cubano que se comercializó –resultado de la respuesta de varios amigos de Lam–, se obtuvo un dinero con el cual financiamos el proceso ejecutivo.
Es una obra grande. Tuve que estudiar profundamente las creaciones de Lam, su forma de ser, y luego comencé a hacer bocetos hasta que llegué a una obra en la que el afamado pintor vuela constantemente. No es una obra realista, de ésas que te remiten a la persona. Es más bien una obra simbólica, mística. En verdad, mi intención era apresar en ella el espíritu del artista.

Lescay, hace apenas unos meses usted realizó una exposición fotográfica junto al joven Dany Hernández, dentro del pasado Festival del Caribe. No sabía que la fotografía constituyera una manifestación trascendental en su trabajo…
Para mí sí es una forma muy interesante de proyectar también sentimientos, ideas, sensaciones, porque tú sabes que la cámara, el pincel o la piedra sólo son medios. Lo que se expresa es lo que uno tiene dentro, por lo tanto no soy remiso a ningún recurso. Siempre me gustó la fotografía y esa vez me animé e invité a un colega de Matanzas, quien me estimuló a mostrar algunas de mis fotografías. La experiencia fue muy interesante, creo que le gustó a la gente, que “sintió cosas”. La exposición se llamó Abstracción matérica, y fue un juego entre lo abstracto y lo no abstracto, o la posibilidad de la abstracción en lo concreto y material.

Cuando concibió hace más de una década el Monumento al Cimarrón, ¿pensó que esa obra se convertiría en un símbolo del Festival del Caribe y de Santiago de Cuba?
Bueno, uno se asusta mucho cuando coloca una obra ante el público. Ésa es una responsabilidad muy grande. Mucho más tratándose de un símbolo como el cimarrón, que es universal; un símbolo que tiene tanto que ver con el Tercer Mundo, que debería ser el primero porque es el más sufrido, el menos considerado, aunque posee una gran fuerza espiritual.
El símbolo del cimarrón es muy fuerte; el símbolo de la libertad, que es la característica más importante del ser humano, pienso yo, al diferenciarnos del resto de los animales: los humanos no podemos ser atados. Hacerse cimarrón significa arriesgar todo por ser libre, por lo tanto no es un rasgo privativo de nosotros los negros, es de todo ser humano.
Imagino que esto que se ha producido con el monumento haya sido quizás porque lo asumí de una manera muy abierta, rompí, a riesgo, el esteriotipo del negro corriendo con el machete y el perro detrás. Creé una imagen muy abierta, donde la gente añade cosas todavía. Es una gran nganga donde surge esa especie de espíritu, de metáfora. Con frecuencia van hasta ella personas a hacer ceremonias, a colocar ofrendas, perfumes, ron... Es decir, el monumento ha sido asumido no sólo como un hecho estético y simbólico general, sino también como elemento litúrgico, lo cual me pone muy orgulloso porque es lo que quisiéramos todos los artistas que sucediera con nuestras obras.