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RENÉ FRANCISCO: HISTORIAS MÚLTIPLES
27March

RENÉ FRANCISCO: HISTORIAS MÚLTIPLES

La exposición Intérprete, del conocido artista cubano René Francisco (Holguín, 1960) forma parte de las muestras colaterales de la X Bienal de La Habana. Acerca de este proyecto que presenta la Galería Villa Manuela (UNEAC) donde se incluye pintura, instalación y video, comenta en esta entrevista.

Siendo éste un proyecto individual, ¿por qué participan tantas personas?
Vengo de una escuela donde aprendí a trabajar de manera colectiva, con amigos. La discusión de la autoría es una cosa que siempre me ha parecido vanidosa, soberbia, y no me interesa mucho. Me gusta ese precepto de Borges que dice que no son importantes los autores sino las obras. Prefiero la obra que se relaciona con las personas, desde hace algunos años mi trabajo ha ido convirtiéndose en asunto de familia, de amistades. Llegó el momento en que pensé que era mejor practicar que teorizar todo lo que aprendí en libros acerca de la intersujetividad, la radicalidad del sujeto, la pérdida del sujeto. Foucault, Habermas, Humberto Eco, crearon un basamento teórico en mi mente que está en la exposición.
El colectivo ha sido siempre una de mis obsesiones, un pretexto para corroborar y llevar a la práctica conocimientos teóricos, hacer de la teoría una cosa vivible, más que utilizarla para adoptar determinada pose intelectual. Una imagen que se emparienta mucho con esta exposición es la de la moneda de dos caras. Las historias múltiples que hay detrás de un mismo proceso de creación.

¿Quién es entonces el intérprete?
El intérprete somos todos. Hay obras que ilustran la condición de intérprete desde la perspectiva del otro. En estas piezas mis argumentos teóricos vienen a ser reales, palpables, están expresados desde la cercanía, desde las relaciones interpersonales. Por ejemplo, está la obra “Agua Benita”, que viene de la palabra Bendita. Benita es una persona que trabajó en mi casa, que estuvo a mi lado cuando nació mi hija y me trasmitió su experiencia, me aconsejaba qué hacer y qué no; una persona pobrísima, con su casa deteriorada. Yo la visitaba con cierta frecuencia y ella me contaba sus necesidades, entre ella y yo había una comunicación que generó todo este proyecto. La exposición está hecha con personas con las que siempre tuve una comunicación, y se apoya en la noción del deseo, en la idea de la reparación de las frustraciones, el vínculo entre las personas que demandan y entre las que realizan.
La noción de intérprete está también en obras como “Acerca del discípulo y el maestro” que hice con mi primo, en la que se verifica un distanciamiento en relación con mis modos de pensar, de sentir. Yo soy un pintor figurativo y él me propone que haga un cuadro abstracto, se trata de una interpretación que me rebasa, que sale fuera de mi persona, en la que más bien me interpretan. La noción de intérprete está de igual manera en la obra dedicada a mi madre, quien me estimuló a introducirme en el mundo del arte, y quien –desde los quince años que empecé a pintar ferozmente– me pedía que le pintara una naturaleza muerta, a lo que yo me resistía porque estaba seducido por el mundo de la teoría. Está el caso también de la obra “El patio de Nin”, donde se refleja el reconocimiento de dos mundos, un pretexto para dialogar y compartir con otra persona.

Tu obra siempre ha establecido una distancia del contexto: lo cuestiona y explora teóricamente, sin embargo, ahora hay como una inmersión en esa realidad, casi una disolución en ella. ¿Eso forma parte de un cambio en la perspectiva artística o existencial?
A mí siempre me han interesado los temas existenciales. En un momento de mi carrera hice un dúo de creación con el propósito de saber del otro, de lo otro; con la intención de asimilar cosas que no eran de mi espiritualidad, y si analizas esa experiencia por la parte teórica, ahí también está la teoría del conocimiento y el reconocimiento mutuo. Soy un artista que vengo de un status intelectual, artístico, pero al final soy un individuo más, un mulatico de barrio que se toma una botella de ron con la gente, que baja a los planos cotidianos y convive en ellos. Mi obra habla de dos mundos que se encuentran: sociedad y artista. Mi trabajo es muy contextual; una fuente importante de mi trabajo sigue siendo Cuba, aunque he comenzado a hacer otros proyectos en Canadá, España y Estados Unidos.

También en este proyecto hay una especie de voluntad pedagógica…
En todo mi trabajo hay un aspecto pedagógico, una relación complementaria de aprendizaje y conocimiento.

¿Cómo se inserta tu obra en un contexto como el de la X Bienal de La Habana?
La obra que estoy haciendo coincide con los intereses de este momento, donde hay una vuelta a lo social. Me interesa mucho la atmósfera general que hay en el arte. Es un momento de transacciones, de necesidad de percibir y de ser percibido. Si yo quiero hablar en el lenguaje que tú hablas tengo que enseñarte las obras aquí en la galería y en un ambiente como el de la Bienal. Una Bienal como acontecimiento cultural siempre es positivo y formar parte de él es algo que me interesa mucho. Pienso que algunos temas de la globalización la Bienal de La Habana los trató ya en ediciones anteriores. Fueron momentos muy creativos, que formaron parte de un contexto internacional, de un proceso de descubrimientos. La Bienal actual debe renovarse, darle paso a otros curadores y repensar el Tercer Mundo desde una perspectiva amplia, de acuerdo con los presupuestos actuales.