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Danza Espiral: Consagración, en el verano habanero
06August
Artículos

Danza Espiral: Consagración, en el verano habanero

Por: Toni Piñera

Con Danza Espiral, la bailarina y coreógrafa Liliam Padrón consiguió –hace 31 años- la plataforma que requería su intensa inquietud creativa en el movimiento. Una personalidad en constante búsqueda de lo novedoso/diferente la llevó, desde el inicio, a romper con lo tradicional/establecido en la danza en nuestra Isla, de ahí que fuera una de las iniciadoras de la conocida Nueva Ola de la Danza Cubana, que mostraban una sensibilidad/pensamiento distinto a lo cotidiano.

¿Resultado? La compañía matancera, que no pocas vicisitudes ha sobrepasado en el tiempo, ha logrado, a fuerza de tesón y trabajo ARDUO, distinguirse por ese hálito teatral de alto calibre y unas coreografías intensas que atrapan al espectador, y la crítica…A pesar de la lejanía de la capital, falta de recursos…,entre otras cosas. Sin perder el ánimo, ha sido, además, una promotora permanente de los coreógrafos jóvenes a través del Danzandos, Concurso nacional de coreografía e interpretación, que ha encontrado en el pequeño formato, una de las mejores vías para promover la manera de hacer de los creadores, con menos experiencia en el escenario. Este certamen, con una sólida trayectoria, abre otra oportunidad para estimular y promover tendencias de vanguardia en la creación del arte danzario en Cuba.

No se trata en ellos de danzar historias con pasividad, ni de indagar miméticamente en el surtido de técnicas y concepciones sobre el entrenamiento del bailarín, el movimiento… Buscan y “conquistan” un cúmulo de posibilidades expresivas, de la mano de un aporte artístico que enorgullece nuestra cultura. Al final, el auditorio siente sensaciones agitadas y la escena invita a la mente a coparticipar. Algo que se disfrutó con la presencia de la célebre agrupación en la capital, hace pocos días cuando puso en el ruedo –luego de estrenarse en junio pasado en Matanzas- su versión personal de La consagración de la primavera, en la sala Covarrubias, del Teatro Nacional en la Plaza de la Revolución.

Cuenta con repertorio diverso e interesante, técnica depurada y bailarines con un alto nivel de ejecución e interpretación. Trabajan sobre obras que recorren, desde versiones danzarias sobre clásicos del teatro mundial, hasta la contemporaneidad nacional. Entre las piezas mas significativas de su fructífera creatividad se cuentan: Clave cubana. Un estudio sobre Hamlet , Aproximación a la adivinación, Desde el silencio, Otelo , Los Peces en las manos, Las lunas de Lorca, Destinos, Quimeras, La Vida en Rosa , En tiempo real, Aproximación a la adivinación-segundo intento, Kambios Konstantes, Desde el silencio, El Paraíso Perdido...

Esta versión, firmada por la propia directora, está aderezada con tradiciones de nuestra cultura  bordeando algunos postulados literarios de la obra homónima de Alejo Carpentier, y, entre sus características más notorias sobresale que no tiene nada en común con otros trabajos coreográficos, basados en la partitura de La consagración de la primavera, de Igor Stravinski (1913), en el sentido de la grandilocuencia de la pieza. Son cinco bailarines en las tablas, incluida la propia LIliam, de la mano de un original diseño escenográfico, -algo que siempre los caracteriza-, con una proyección sobre una suerte de paneles con dos caras de un cubo que funcionan como una tira cinematográfica que regala al espectador una visión panorámica, en la que se refleja la cotidianeidad de la vida en Matanzas, porque allí la sitúa su creadora, en el propio lugar donde viven para reforzar el planteamiento rector de su obra. En esos recursos visuales va implícito el espacio donde ellos respiran, hay mucho folclor local y originalidad en muchas cosas. Algo que se refuerza con la presencia en la escena de percusionistas que regalan colorido y fuerza a la pieza, amén que se reúnen en la propuesta dos tradiciones: el folclor eslavo y la danza arará.

La escenografía y el vestuario –sencillo y al mismo tiempo efectivo para el decir de la pieza- están a cargo de Frank David Valdés. Es un trabajo arduo, que alcanza llegar con originalidad al auditorio, donde se suman sombras chinescas, transparencias, que son cortinas donde se proyectan, y al mismo tiempo se abren y cierran, como para llevarnos del pasado al presente, de lo interno a lo externo, de lo local a lo internacional… En cerca de una hora, sumando ese estilo que caracteriza a Danza Espiral en el tiempo, donde convergen danza, teatro, artes plásticas, literatura, artesanía…, llegan aquí ataviados de una banda sonora (Raúl Valdés) con la música de Stravinsky, interpretada por la Filarmónica de Berlín, dirigida por el maestro Claudio Abbado, combinándose con la folclórica cubana, que funciona como co-protagonista de la historia. Según Liliam Padrón, la relectura de la novela de Carpentier la “conectó con el trabajo coreográfico de Nijinski para Los ballets rusos de Diaguilevy me sedujo a crear mi pieza, que NO es una versión de la obra de Alejo Carpentier, hay una especie de empatía con el personaje principal de Vera (la bailarina rusa) en el hecho de luchar por lograr estrenar La consagración de la primavera –algo que no llega a hacerse en la pieza”. Y es que, además, se entronca con su propia vida, y el trabajo que pasan las pequeñas agrupaciones, lejanas de la capital, para alcanzar sus objetivos creativos…

Y como explica, certeramente, en las Notas del programa, el asesor teatral José Antonio Alegría:

“En la investigación de fuentes realizada por la directora de Danza Espiral se contó, además, con la ineludible aproximación que Alejo Carpentier hiciera a esta obra maestra…, cuyo tema central gira en torno al montaje que de la misma se propone hacer una bailarina rusa que, guiada por su amante, un joven intelectual cubano, descubre en la cultura arará el equivalente de los elementos folclóricos que Nijinsky también investigara y que les servirá para revisitar el clásico desde una perspectiva vernácula… La obra transcurre como un testimonio, si se quiere, como la historia de un conjunto danzario que se verá abocado a confrontar su lenguaje habitual con el que propone la codificación de Nijinsky y, con el aporte de Carpentier, a traducir la ceremonia pagana del folklore eslavo en la fuerza telúrica de la danza Arará, también cercana a la tierra y también portadora de ritos propiciatorios…”.

Liliam Padrón vuelve a desplegar anchas sus velas creativas, en esta obra que resulta otro aporte plural de Danza Espiral a nuestra cultura