Skip to main content
La Cenicienta en nuevos tiempos...
08April
Artículos

La Cenicienta en nuevos tiempos...

La comedia-ballet La Cenicienta, coreografía de Pedro Consuegra inspirada en el cuento homónimo de Charles Perrault regresó, durante dos fines de semana, a la sala García Lorca del GTH Alicia Alonso con su alegría y humor contagiosos y exhibiendo nuevos nombres en sus protagónicos y otros personajes, que con los artistas ya establecidos mostraron que el relevo es ya un presente seguro. Partiendo de la creación original, Consuegra recreó esta coreografía —estrenada en la compañía cubana en marzo de 1996—, tratando de devolver a la obra la frescura que las sucesivas puestas en escena han ido mermando, y resolviendo con criterios más contemporáneos algunos aspectos del desarrollo argumental.

Esta versión, en dos actos y cuatro escenas, inspirada en el cuento homónimo de Charles Perrault, música de J. Strauss (hijo) y diseños de Armin Heinemann, tiene como puntos positivos una imagen atractiva, dada, en primer lugar, por la distribución en el espacio del elemento humano de que dispone. La utilización de un acertado diseño de vestuario y escenografía (Armin Heinemann) donde convergen variados estilos y una mezcla de intenciones expresivas de tendencias plásticas actuales, que funciona a la hora de recrear el ambiente perseguido en este ballet-pantomima, es otra de las características sobresalientes de la obra, en cuyo trabajo  coreográfico es visible la herencia de Petipá (por momentos nos lleva a pensar en El lago de los cisnes o La fille mal gardée).

Ese anhelo lejano de Alicia Alonso de llevar la producción al vasto repertorio del BNC, se convirtió en realidad en manos de un destacado coreógrafo cubano, Pedro Consuegra, quien desde 1965 se desempeña en el Ballet de la Opera de Marsella (Francia),y ya ha dejado huellas en otros montajes de la agrupación cubana durante los Festivales Internacionales de  La Habana. Y regresó nuevamente en esta temporada de 2019 para limar y ajustar su pieza.

De anteriores diálogos con el creador, trajimos al presente estas palabras. Al hablar  de esta versión de La Cenicienta, Consuegra refiere que fue estrenada hacia 1988 en el Ballet de la Opera de Marsella, luego de una ardua faena de más de seis años desde que descubrió la partitura de Johann Strauss (hijo) para su ballet homónimo. Obra que tuvo una existencia escénica muy corta entre 1901 y 1908, con coreografía de Joseph Hassreiter y libreto de A.Kollman. El coreógrafo puso entonces manos a la obra y decidió crear un argumento teatral contemporáneo, tomando ciertas libertades en relación con el plan original. ¿Características de esta Cenicienta? "Mi Cenicienta es una comedia-ballet, -cuenta Consuegra-, con una acción determinada en la que podemos encontrar todos los ingredientes de la vida: tristeza, alegría, humor, amor... Aunque siempre, y sin quererlo, me ha inspirado la manera de hacer de Petipá. Traté entonces de llevar a la escena lo que él hubiera realizado si estuviera vivo con una visión actual, por supuesto".

Y esta versión para el BNC -destaca su autor- resultó como un estreno mundial porque es prácticamente nueva."Uno siempre cambia, descubre nuevos elementos, añade otros. Pero en ella se mueven los mismos personajes, ocho en total, todos importantes y protagónicos, en los que hay una acción dramática continua, porque no son caricaturas". Allí el espectador encontrará a los personas de Perrault: Greta, la Cenicienta, Gustav, el príncipe, el hada, las hermanastras, la madrastra, y otros.

 

BNC La Cenicienta  Chavela, N.Reyes

 

ATMÓSFERAS MUSICALES Y DISEÑOS

A Pedro Consuegra no le gusta trabajar con músicas conocidas. Por eso prefirió abordar los "obstáculos musicales" de la versión de Strauss, quien entusiasmado con el libreto comenzó a componerla en 1899.Pero la muerte tocó a sus puertas poco después, convirtiéndose la pieza en una obra póstuma de la que dejó el primer acto completo, la orquestación incluida, y sólo la versión para piano del segundo acto. Joseph Bayer, compositor de la Opera de Viena (El hada de las muñecas) realizó la orquestación de los fragmentos que faltaban.

Esta versión de La Cenicienta, en el plano musical también se ha enriquecido con la revisión y otras orquestaciones adicionales de las partituras de Strauss que han realizado aquí los maestros José Ramón Urbay y Jorge López Marín, sumadas a la labor del compositor Joseph Bayer, después de la muerte de Strauss.

El diseñador alemán Armín Heinemann, radicado en España y conocido en Cuba por sus creaciones en ballets como Retrato de un vals yCleopatra, firmó los diseños de La Cenicienta, quien en una oportunidad refirió que había tratado de darles un toque actual, partiendo siempre de las producciones de su casa de modas Paula's, en Ibiza, pero elaborados con un sentido escénico. Manteniendo la línea original de trabajos anteriores, que le imprimen un aire de intemporalidad a la acción desarrollada en el ballet. Grises y rojos predominan en los diseños del primer acto, para estar a tono con la atmósfera triste y por momentos agresiva, mientras que en el segundo sobresalen los verdes. Un color muy recurrido por el artista en sus creaciones de modas, y porque tiene que ver con la esperanza de Cenicienta de salir de su miseria y encontrar el amor. La boda va en el estilo clásico de los ballets blancos.

EN LA ESCENA

La temporada de La Cenicienta tuvo una característica primordial en este 2019. La vida es muy corta. La de los bailarines, igual que la de los deportistas, lo es aun más en cuanto a su trabajo, porque es el cuerpo el instrumento principal. Si tienen las condiciones probadas, el talento y la astucia…, hay que darles la oportunidad a los noveles, el futuro se acerca y se hace presente. Algo muy válido en estas funciones donde los jóvenes bailarines accedieron a papeles principales. ¿El resultado? Excelente. Mejor, imposible.

Fue alegre constatar lo que hay dentro de las filas del Ballet Nacional de Cuba. Claudia García quien ha demostrado sobre las tablas su valía en clásicos como Don Quijote, El Lago de los cisnes…, salió airosa con creces en La Cenicienta, para asegurar que ya hay un relevo que viene con fuerzas. La obra ha adquirido el lustre que alcanzan las piezas cuando se bailan, se han limado aristas, y organizado los desplazamientos para alcanzar una imagen mucho más ajustada. Los bailarines, por supuesto, se han entregado a ella también. Signo de la función fue el perfecto diálogo de la pareja protagonista Claudia García (Greta) –en su debut en el papel, y Adrián Sánchez, que alcanzó su éxtasis en un pas de deux (segundo acto) especialmente virtuoso. Ella bailó a la perfección, aportando su personalidad, y sobre la base técnica aprovechó toda posibilidad, y se entregó plena en sus movimientos, actitudes para bordar los fraseos coreográficos. No caben dudas de que es una excelente bailarina dotada de mucha fuerza que vertió con inteligencia durante toda la función. El, con un biotipo ideal para el príncipe Gustav, se ha desarrollado muchísimo en los últimos tiempos del lado técnico, y al mismo tiempo produjo una caracterización de perfil y matices propios. Ambos,  ofrecieron una función para el recuerdo. La joven y hermosa bailarina Laura Blanco, en su debut como el Hada Rava, puso de relieve las cualidades  técnicas (extensiones, saltos, giros...) y confirmó estar dotada de un arsenal sólido, y condiciones plenas, para entregar en la escena, por supuesto combinándolo con algo primordial: la mesura y el arte.

Siguiendo el hilo de los estrenos… fue impresionante ver a la juvenil Chavela Riera interpretar la Greta (Cenicienta). Con su preciosa presencia escénica, gestos/ademanes y su técnica convenció al auditorio que la premió con fuertes ovaciones. En el protagónico mostró una loable interpretación, y alcanzó instantes de alto vuelo en el baile, máxime en el segundo acto, aprovechando toda posibilidad sobre la base técnica. Su Greta fue sumamente lírica y tierna, y no solo demostró sangre fría al interpretarlo, sino el virtuosismo que la anima en la escena, fue creíble de principio a fin. A su lado, muy bien se desempeñó el también juvenil Darío Hernández, encarnando el príncipe Gustav, por primera vez. Convenció en escena, fue un solícito acompañante, y del lado técnico realizó una bastante encomiable tarea. Elegante, con una técnica adecuada que utilizó de forma inteligente. Eso sí, debe cuidar la limpieza de los movimientos, sobre todo para lograr una perfección en su terminación, y como todos los jóvenes estudiar el papel para sedimentarlo en los adentros. La labor del novel binomio fie otra nota de alegría para el BNC, que ve crecer su descendencia.

Mención aparte merece el muy joven danzante Alejandro Olivera, quien dejó a todos boquiabierto con la capacidad histriónica y técnica demostrada en el difícil papel de Monsieur Toucour, maestro de danzas…, ¡en la primera vez!, algo que sucede muy pocas veces. El juvenil bailarín llegado al BNC de la última graduación de la Escuela Nacional de Ballet, hace poco menos de un año, ya está dando muy buenos resultados en las tablas. Se entregó con pasión, ánimo y deseos de hacer. Giros interminables y perfectamente terminados, saltos, atento a todos los detalles de sus compañeros, logró, además, con sus dotes artísticas posar la sana sonrisa en los espectadores, con sus ocurrencias. Ya en la segunda oportunidad oyó consejos, y limó alguna que otra sobreactuación lógica, por supuesto, y bordó el personaje. Hay en él un artista en toda la extensión de la palabra.

El Hada Rava, en las pieles de las también debutantes Ailadi Travieso y la muy joven Estefanía Hernández, son dignas de todo elogio, pues, sortearon las dificultades –que no son pocas- del personaje y regalaron sus mejores galas, exhibiendo fuerza y preparación/condiciones para desarrollarse en este y otros que vengan. Asimismo los papeles de las hermanastras de Cenicienta: Yvette y Fanchon, vivieron momentos muy agradables por los terrenos de la actuación/baile, en otras jóvenes que se adentraban también, en ellas, por vez primera, como los casos de la muy técnica bailarina Diana Menéndez, la precisa Daniela Gómez, Karla Iglesias, Katherine Ochoa y Amanda Pérez, para seguir aportando puntos a la puesta. Por estos caminos de los estrenos vale sumar el nombre de Daniel Rittoles, en el Waldemar al que añadió su fuerza escénica y se sintió en el escenario con brillo particular.

Con mesura se desenvolvieron otros noveles en el estreno: Roque Salvador y Marlon Frómeta, en el personaje, que no cabe dudas se esforzaron y se entregaron de lleno. Pero hay aun cosas que corregir para llenarlo.

El cuerpo de baile estuvo siempre arriba, participando en la acción y subrayando, con fuerzas, esa característica de nuestra Escuela Cubana de Ballet que tiene en él a un protagonista, apoyando, enriqueciendo la historia contada en danza, con sus gestos/movimientos y su actuación. Estaba ahí, participando de lleno. Contrastando, para bien, con trabajos anteriores donde casi no se sentía en la escena el cuerpo de baile.

 

BNC La Cenicienta  Viensay, N.Reyes

 

GRATOS RECUERDOS ESCÉNICOS

Otras figuras que ya lo han interpretado, que constituyen el espejo donde mirarse, de donde hay que “beber” para llegar a ser sobresalieron en esta jornada… Viengsay Valdés –en una función de altos quilates enseñó su alma artística en la Greta, plena de madurez, tanto en baile como en interpretación, cuerda por la que vibró también Anette Delgado, luego de meses sin subir a las tablas por la maternidad. No parecía que había estado alejada un largo tiempo, y vibró en la escena con todas sus “armas” creativas, y el talento. Así como una bailarina que nos ha estado sorprendiendo en los últimos tiempos en papeles protagónicos por sus condiciones físicas, bella presencia/línea y elegancia: Ginett Moncho. Ellas bordaron, cada una en su personalidad, a La Cenicienta, regalándonos sus mejores dotes.

Dany Hernández, el preciado “diamante” del BNC exhibió sus condiciones no solo en el príncipe Gustav, donde campeó con su quehacer artístico de alto vuelo interpretativo –es un príncipe en la escena-, y su técnica, cuidada al máximo en cada movimiento que hace suyo con su personalidad: giros interminables y perfectos, saltos exactos..., y esa labor de pareja que es signo vital de cada actuación. Si no también como el maestro de danza, Monsieur Toucour. Con profesionalismo aborda las diferentes facetas de hilaridad del personaje, para sustraernos sonrisas con el bien hacer de su arte histriónico. Raúl Abreu también ofreció una destacada labor en el príncipe Gustav, al que se vio bastante apegado, y con seguridad para resaltar no solo en el lado interpretativo sino en la labor de pareja.

Adrián Sánchez ha crecido del lado técnico e interpretativo. Así lo demostró en sus interpretaciones del príncipe Gustav y como Monsieur Toucour en estas jornadas, lo que vuelve a confirmar lo dicho antes: cuando hay talento hay que desarrollarlo desde que surja para tener resultados rápidos, que favorecen al BNC y a nuestra Escuela Cubana de Ballet. Pues van subiendo escalones, creciendo con cada actuación para el bien de todos. Algo que también confirman los jóvenes Chanell Cabrera y Yankiel Vázquez, quienes llegaron aquí con la experiencia del año pasado, cuando debutaron en los principales, en Greta y Gustav, respectivamente, haciendo gala de una extrema osadía escénica, y dejando en claro que condiciones y talento tienen de sobra para enfrentar los retos. Pero, si no se le hubiera dado la oportunidad... ¿Lo habrían demostrado?. Ya desandan las tablas con seguridad, estudiando y esforzándose al máximo en cada entrega, dando lo mejor de sí, aprendiendo con los maîtres, profesores y bailarines que lo han interpretado, corrigiendo y al mismo tiempo adaptándolos a cada uno de ellos, a sus condiciones, para hacerlos suyos.

En Ernesto Díaz, tiene la Madrastra un verdadero artista, que sabe entretejer acción, comicidad, ritmo, y tomar el pulso al personaje, para subir y bajar la “temperatura” del mismo sin caer en chabacanerías y salirse del mismo en aras de lograr más aplausos. Siempre ha demostrado tener fibras para estos trabajos de carácter. Yansiel Pujada también logra, a pesar de su juventud adentrarse en él, aportando y creando gestos/acciones personales que están acordes con este divertimento, algo que nos había demostrado en anteriores puestas, y que en cada nueva presentación lima asperezas y estudia el mismo para hacerlo mejor. El Waldemar de Diego Tápanes es excelente, funciona a las mil maravillas en cada instante, logra un diálogo creativo con los demás personajes, y con una fuerza y carisma en el baile que impresiona. Con altas y bajas se desenvolvieron otros noveles en el estreno: Roque Salvador y Marlon Frómeta, en el personaje. No cabe dudas que tienen madera y se entregaron de lleno, pero hay aun elementos que corregir para llenarlo. Mientras que Ely Regina/Adarys Linares mostraron sus fibras artísticas, por los terrenos de la actuación, en las hermanastras… Félix Rodríguez todo un maestro…, observando siempre de cerca, en la escena, a sus “alumnos” en Ottokar, Gran Duque de Luxestein. Y subrayar con mayúsculas, en estas funciones, la labor de los bailarines en la Danza Española. Esa que siempre acapara fuertes aplausos con su alto/preciso desempeño.

Para los noveles empieza a abrirse el camino. Viene el momento de repasar lo hecho, de estudiar, de esforzarse por ser mejores, de traspasarlo a su personalidad artística, de ensayar hasta la saciedad, de tratar de ser mejores cada día en el tabloncillo de clases y ensayos, de dejarse guiar por sus maestros, y conformar el estilo, de captarlo, como “esponjas” que reciben siempre lo mejor que les puede llegar. La Cenicienta dejó una estela de alegría y buenos augurios de la juventud del Ballet Nacional de Cuba. Del lado musical hay que destacar la labor desarrollada por la Orquesta Sinfónica del GTH Alicia Alonso, que liderada por el maestro Giovanni Duarte abordó, con ánimo y tino, la hermosa partitura de Johann Strauss (hijo), que constituyó un regalo sonoro en esta puesta. Pero, si algo hay que saludar en esta labor es, sin duda, el trabajo arduo, de excelencia y entrega que realizan los muy pocos maîtres y ensayadores de la compañía, que dejan horas y días para mantener en pie a esa que delinea por el mundo: la Escuela Cubana de Ballet, la más joven del planeta, y que este año arriba a sus 71 años.