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Segura Ezquerro: ¿Cubano o español?
04December
Artículos

Segura Ezquerro: ¿Cubano o español?

Hace más de dos décadas, en 1988, se inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, una exposición a la cual no se le ha dedicado la atención que merece teniendo en cuenta su importancia y trascendencia: La Vanguardia. Surgimiento del arte moderno en Cuba. Curada por dos especialistas del museo: Ramón Vázquez Díaz y José Antonio Navarrete, logró reunir, por primera vez, muchos aspectos del desarrollo del arte moderno en Cuba que quizás estaban a la vista de todos pero pocos habían advertido. La cronología que se preparó para el catálogo todavía es material de consulta para investigadores y estudiantes. En mi caso, como espectador, y no tan conocedor entonces de todo lo relacionado sobre el tema, lo que más llamó mi atención fue la inserción en la muestra, de un artista español que era poco conocido incluso para los críticos y especialistas, tampoco había mucho conocimiento de su vínculo con la aparición y el avance del arte moderno en la Isla: José Segura Ezquerro.

 

Segura Ezquerro, nacido en la ciudad andaluza de Almería, en 1897, estudió bellas artes en su ciudad natal; se gradúo en la Real Academia de San Fernando, en Madrid, donde tuvo entre sus profesores al conocido pintor cordobés Julio Romero de Torres. Años después, se trasladó a Francia donde estudia y trabaja en Burdeos, Reims y París, hasta que en 1921, viaja a Cuba con su padre, Eduardo Segura, destacado logopeda, que –dato curioso– fue uno de los introductores de esa especialidad médica en el país.

 

El pintor permanece en La Habana entre 1921 y 1931, período que pudiéramos denominar como su “primera etapa cubana”, que coincide plenamente con la llamada “década crítica” pues en ella transcurrieron hechos de trascendencia histórica, política y artística que removieron todos los estratos de la sociedad cubana, entre otros: la Protesta de los Trece (1923), la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933) y la Exposición de Arte Nuevo (1927).

 

Existe escasa información sobre sus primeros cinco años de permanencia en la ciudad. Se conocen entre otros datos, su amistad, con Carlos Enríquez y Víctor Manuel, del cual Segura realizó un retrato; también encontramos su primera exposición personal efectuada en Las Galerías, en 1923.[i] Asimismo, hemos podido apreciar recientemente una serie de dibujos de cabezas de niños (en colecciones españolas), de calidad extraordinaria, fechada entre 1923 y 1925, y que nos dan una idea de su quehacer por estos años.

 

Más documentada está su experiencia encauzada hacia el trabajo con niños del Instituto Nacional de Sordomudos y Anormales que dirigía precisamente el padre. En julio de 1927 organiza una exposición con los dibujos de éstos en la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Para dar una idea del poco reconocimiento a la actividad artística de Segura Ezquerro podemos poner como ejemplo el hecho de que se mencionen a menudo tres exposiciones realizadas en 1927: Sicre, en enero; Víctor Manuel, en febrero y Gattorno, en marzo; que de cierta manera fueron el preámbulo de la emblemática Exposición de Arte Nuevo, inaugurada, en mayo de ese mismo año; sin embargo, casi nunca se menciona la que en junio, presentara el pintor español en el mismo local de Prado no. 44 y que se nos antoja reconocer como una prolongación de las anteriores, tanto desde el punto de vista cronológico como estético. De hecho, tampoco se alude a la presencia de este artista en la Exposición de Arte Nuevo, donde exhibió tres dibujos y el óleo “La mulatica de la naranja”. Vale la pena detenernos en este aspecto de nuestra “asonada vanguardista” para reconocer que esta exposición que siempre se presenta como de arte cubano estuvo adelantada a su tiempo en cuanto al tema de la “globalización”, ya que además del español que nos ocupa, estuvieron incluidos: la norteamericana Alice Neel –esposa de Carlos Enríquez–; Adja Yunkers, letón, residente por entonces en La Habana; Luis López Méndez, artista venezolano que trabajó algunos años en la capital cubana, y la mexicana Rebeca Peinck de Rosado.

 

El caso de Segura Ezquerro llama la atención porque no fue ignorado de ningún modo por la prensa cubana de la época sino, por el contrario, alcanzó amplia divulgación por parte de revistas de gran circulación e influencia como Social y Carteles, incluso se le trataba en algunos textos como “pintor cubano”. Jorge Mañach escribió “ha sabido nuestro pintor –porque Segura es nuestro de hechura, a despecho de su nacimiento español– aprovechar y comprender la lección moderna”. Mientras tanto, unos años después, Juan J. Remos afirmaba “cuando se escriba la historia de la pintura en Cuba el nombre de Segura Ezquerro no podrá faltar en ella”. Lamentablemente a muchos se les ha olvidado o han relegado a un segundo plano la presencia de este artista y, lo que es peor, hasta ahora tampoco se ha escrito la historia del arte cubano.

 

Antes de marchar a España en 1931, incitado por la instauración de la República, inaugura otra muestra en la Asociación de Pintores y Escultores, en 1929 con gran atención por parte de la prensa, por lo que podemos imaginar que antes de su partida era un pintor reconocido en los medios artísticos de La Habana. A pesar de su permanencia en Madrid hemos encontrado recortes de prensa y catálogos de exposiciones que corroboran que, en ningún momento entre 1931 y 1939 se desvinculó de su patria adoptiva.

 

Al finalizar la Guerra Civil Española, retorna a Cuba, ahora definitivamente. Nunca regresaría a su país natal. Su permanencia de ocho años en la capital española, durante la cual presentaría dos exposiciones en 1931 y 1934, por invitación del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, no parece haber contribuido demasiado a la evolución de su arte, por el contrario, encontramos evidencias de estancamiento, al menos ésta es mi impresión. Si comparamos las obras de Segura de ese período con la de los “cubanos en París” notaremos las diferencias; mientras la obra del español denota una reafirmación de las características académicas aunque con una tendencia, en sus paisajes, a mostrar cierta nota primitivista de filiación modernista, los cubanos profundizan más en las enseñanzas que París les había revelado y que rápidamente habían asimilado. Esto no significa de ningún modo que Segura no haya realizado durante su “etapa española”, obras de gran calidad como su “Autorretrato”, “Andaluza de blanco” y algunas escenas de La Habana.

 

En especial el “Autorretrato”, poco después de su arribo a España, reafirma su afición a realizarlos en diferentes etapas de su vida desde la juventud hasta su vejez transcurrida en una barriada de Marianao. El que reproducimos en estas páginas fue hecho posiblemente alrededor de 1931, y asombra la calidad del dibujo y la desafiante ejecución. “Su filiación modernista es evidente y la elección del fondo, el color, la pincelada y composición lo acreditan como una de sus mejores creaciones”.[ii]

 

A su regreso a La Habana, el arte cubano no es el mismo que había dejado atrás cuando partió hacia España. Algunos llamados “modernos” entonces, ahora eran decididamente “académicos”; a la generación del 27 se le habían sumado otros pintores y escultores, y a partir de la II Exposición Nacional de Pintura y Escultura “se hace notar una pléyade de artistas que, por encima de las disensiones circunstanciales, se nos revela hoy claramente como continuadora, desde sus poéticas individuales, de los postulados que enarbolara la ‘generación del 27’”.[iii] Segura se aísla, se desvincula tanto de la vanguardia como de los representantes más liberales de la Academia. Se dedica al retrato, pero nunca más con la frescura que había caracterizado su elaboración con anterioridad; sus paisajes del Bosque de La Habana y las escenas callejeras de La Habana, perdieron la espontaneidad que había evidenciado en sus obras tempranas. Se mantuvo activo hasta su muerte ocurrida en 1963. Entre esta fecha y el año 2000, el nombre y la obra de Segura casi se borra de nuestro medio, si no fuera por la mencionada exposición de 1988. En el cambio de siglo aparecen obras de Segura, de su familia cubana; y se organizan varias exposiciones que lo dan a conocer a varias generaciones, una de las muestras organizada por el Centro Cultural de España, titulada José Segura Ezquerro se inauguró en marzo del 2000 y reunió un conjunto de 32 dibujos y óleos fechados entre 1930 y 1962.

 

El Museo Nacional de Bellas Artes, después de su reapertura en el año 2001 incluyó tres obras del artista en sus Salas Cubanas, ampliadas y renovadas. Se rectificaba una ausencia injustificada, mucho más después de que la muestra La Vanguardia…, había señalado la indiscutible presencia de Segura Ezquerro en el movimiento moderno del arte cubano.



[i]Víctor Manuel también realizó su primera exposición en 1924, en Las Galerías, comercio perteneciente a los dueños de la tienda El Arte.

[ii]D. Martínez: “Un coleccionista encuentra en Madrid un autorretrato de Segura Ezquerro”. Elalmeria, Almería, julio 4, 2010.

[iii]La Vanguardia. Surgimiento del arte moderno en Cuba, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana (diciembre, 1988-febrero, 1989).