Después de su paso por Río de Janeiro y Salvador, la exposición “Ònà Irin: camino de hierro” llega a São Paulo, donde se exhibe en Sesc Belenzinho. La muestra individual de Nádia Taquary, con curaduría de Amanda Bonan, Ayrson Heráclito y Marcelo Campos, se estrenó en 2023 en el Museo de Arte de Río (MAR) y estuvo posteriormente en el Museo Nacional de la Cultura Afro-Brasileña (MUNCAB), en Salvador, hasta marzo de 2024.
Formada inicialmente en Letras, Nádia comenzó un camino vinculado al arte-educación. En un período de recogimiento personal, tuvo contacto con el libro Círculo das Contas: Jóias de Crioulas Baianas, de la investigadora Solange de Sampaio Godoy, lo que despertó su interés por la historia de la joalheria afro-brasileira. Durante una visita al Museo Carlos Costa Pinto, en Salvador, su ciudad natal, se encontró con el mayor acervo de pencas de balangandãs. Ese encuentro le permitió comprender la trayectoria de un objeto familiar: la penca de balangandãs que su padre —un hombre negro— le había entregado y que había pasado por su bisabuela, su abuela y su padre antes de llegar a ella.
Las pencas de balangandãs, conjuntos de colgantes metálicos sujetos a un arco, fueron utilizadas por mujeres negras esclavizadas y libertas en la Bahía de los siglos XVIII y XIX, asociándose a símbolos de fe, protección y prosperidad. A partir de esa investigación, Nádia creó su primera obra: Abre Caminhos, una gran penca de balangandãs compuesta por diez de los símbolos más recurrentes hallados durante sus estudios. Esta pieza integra la exposición en Sesc Belenzinho.
En entrevista para arte!brasileiros, la artista señaló la relevancia de esta joyería afro-brasileña para las mujeres que, al portar estas piezas, las transformaban en amuletos. Según relata, cuando la penca alcanzaba suficiente número de colgantes y peso, podía incluso ser usada para comprar la libertad propia o la de un familiar. Para ella, esa historia representa un protagonismo negro fundamental, que profundiza y expande su poética, alejándola de la joyería y llevándola a otras capas conforme amplía su comprensión histórica.
Sin experiencia previa, Nádia comenzó a esculpir figuras de Yabás, como Oxum, Iemanjá y Oyá. Explica que sus primeras esculturas en fundición surgieron de manera intuitiva, al igual que la acuarela y la pintura, reconociendo que ese impulso artístico no había sido estimulado durante su formación familiar, donde ser artista no era considerado una posibilidad.
Las aproximadamente 22 obras presentadas en Sesc Belenzinho fueron producidas tras las reflexiones surgidas cuando la artista dejó Brasil. Durante ese período, experimentó miedo: miedo de salir del taller y de alejarse de su lengua. Al consultar el Ifá, oráculo del pueblo yorubá, surgió Ogum, indicando que el miedo es una energía que debe ser transmutada en fuerza. De allí la frase que da título al proyecto: “Onde está o medo está a força também”.
En ese proceso, la artista adquirió pequeños espejos, creó una base de papel y comenzó a trazar caminos en ellos, haciendo que se proyectaran hacia adelante y se multiplicaran en siete direcciones, en referencia y saludo a Exu. La maqueta resultante terminó por convertirse en la propia arquitectura de la exposición. La decisión curatorial fue que la sala se expandiera y acogiera el recorrido dentro de esa obra.
Dentro del espacio, las siete direcciones aluden a Exu, mientras que los trillos de tren remiten a Ogum, orixá asociado al descubrimiento y forja del hierro, a las herramientas y a la apertura de caminos, incluyendo la posibilidad de atravesar la selva y cultivar la tierra.
Entre las piezas recurrentes en el trabajo de la artista se encuentran Mulher pássaro y Mulher peixe, presentes también en la 36ª Bienal de São Paulo. Tomadas de un itan yorubá, narran la historia de una niña que, tras menstruar por primera vez, va al río a lavar sus ropas y desaparece durante tres días. Al cuarto día, es hallada en lo alto de una montaña sosteniendo una calabaza con un pájaro dentro. En los itans, se cree que las grandes madres ancestrales la condujeron para realizar rituales y transmitir conocimientos sobre el poder femenino y el misterio de la creación. La calabaza simboliza ese misterio, y el pájaro hace referencia a Oxalá. Según Nádia, se trata de un poder creativo amplio, no restringido a la creación de hijos, sino a todo aquello que puede existir o desearse crear.
La llegada de la muestra a Sesc Belenzinho amplía la posibilidad de contacto con públicos diversos. La curadora Amanda Bonan destaca que el público del Sesc no necesariamente visita el centro exclusivamente para ver exposiciones, sino que puede encontrarse con la muestra mientras acude a otras actividades, lo que considera especialmente significativo.
La exposición puede visitarse hasta el 22 de febrero de 2026.
En portada: Foto de Luiza Lorenzetti
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