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ArteTequila
12March
Artículos

ArteTequila

Existen productos que, más allá de ser objetos del consumo comercial, ganan el estatus de embajadores culturales por su origen e historia. Están ligados a las tradiciones de un país, crecen con él, son parte de su imaginario y relaciones sociales, de su cultura popular, se integran a su identidad histórica. Cabría decir que estos productos resumen la imagen consensuada (estereotipada) que los neófitos se han construido a través de los años sobre una determinada nación. Muchos ejemplos pueden ser citados: los Estados Unidos de América “son” la Coca Cola y el McDonald’s, Rusia el vodka; Cuba el habano y el ron; México el chile y el tequila. El tequila –un producto obtenido a partir del procesamiento del agave, planta ligada estrechamente a los orígenes de la cultura mexica– ha estado presente en grandes momentos de la historia nacional. En la revolución mexicana, acompañando a sus protagonistas y suavizando los rigores de la batalla; contrabandeado hacia el norte en los tiempos de la ley seca americana de los años 30; en infinidad de escenas de cantinas, mariachis y hombres rudos en la época de oro del cine mexicano. Se le asociaba entonces con ambientes arrabaleros y de bajos estratos sociales por un lado, y por el otro lo avalaba su fuerte identificación con el México tradicional y auténtico. Todo ese bagaje histórico se expresa en la visualidad de estas botellas, unas con inclinación hacia lo popular y artesanal, otras desde representaciones que codifican preferencias más sofisticadas y hasta elitistas. Parece haber tequila para todos los gustos, y formas, colores y tipografías conque conquistarlos. Hoy esta bebida tradicional ha entrado, de la mano de un profundo saber productivo y una alta cualificación estética, al gran mercado global. No ha dejado de mimetizarse o transfigurarse por medio de nuevos temas, desde las luchas de enmascarados, pasando por las artes plásticas (en ciertos acercamientos snob al drama de Frida Kahlo, por ejemplo) hasta la infaltable pasión de amor y el fervor religioso, tan caros a la cultura mexicana.