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Artex en la vida de un cubano
22May
Artículos

Artex en la vida de un cubano

Por Yordanis Ricardo Pupo / Foto: @yricardoResumen:

Nunca sabré por qué me llamaba tanto la atención aquel lugar, hasta el punto de tenerme durante horas con la nariz pegada a sus cristales. Era quizás su arquitectura, la pequeñez de la edificación, tan cerca del hotel Guardalavaca, en la playa de mismo nombre, o el misterio de aquellos productos desconocidos.

Era yo demasiado pequeño para saber que eran aquellos “CD” de música y souvenirs de Cuba que se vendían allí, pero todavía recuerdo el cartel frente a la tienda: “ARTex”, las personas entrando y saliendo con los tesoros que yo tanto anhelaba conocer. Eran los finales de los ochenta o principios de los noventa, y no se podía (aún) tener y comprar con dólares o divisas de cualquier tipo. Así que me conformaba con mirar y esperar…

Tal vez de tanto desearlo, aquel niño vería sus sueños realizados años más tarde, cuando había crecido y estudiado un poco y ya sabía que Artex era simplemente la forma abreviada de Promociones Artísticas y Literarias, una sociedad mercantil con sucursales en todo el país, fundada en abril de 1989.

 

Tiendas especializadas de Artex
Tiendas especializadas de Artex

 

Durante mucho tiempo seguí frecuentando las instalaciones de Artex en Guardalavaca, en aquel tiempo ya ubicadas en el boulevard, luego de la ampliación del polo turístico holguinero. Entonces, con mis modestos ahorros de soldado de la patria, compré mi primera radio grabadora, los shorts Nueva Línea que me salvaban del calor del verano… y más de una vez lloré por no tener dinero para comprar los discos de Pablo Milanés, Liuba María Hevia o Polo Montañés.

En 2002, al llegar a la ciudad de Holguín, unos amigos me invitaron a un lugar al que he regresado muchas veces. Junto al descubrimiento de los versos de Pablo Armando Fernández en su “Suite para Maruja”, tatuados en una pared de La Mona Lisa, conocí otra cara de esta moneda: los Centros Culturales de Artex.

Allí, en el corazón de la Plaza de la Marqueta holguinera, disfruté de presentaciones artísticas en vivo con lo mejor del talento musical de la ciudad y del país; colofón para llegar luego a la Casa de la Trova El Guayabero –donde tantas veces escuché al mítico cantante Faustino Orama-, y a la Batería Fernando Séptimo, durante las intensas jornadas del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara.

Más tarde sería el salón “Beny” quien me robara el corazón, al acabar allí la “Ruta de la Cerveza” o simplemente por ser testigo de sus magnificas noches bajo las estrellas, al estilo Tropicana.

Cuando comencé a estudiar Periodismo en la Universidad de Oriente, en la caribeña ciudad de Santiago de Cuba, descubrí otra de las tiendas Artex que me marcarían para siempre. Estaba en el vestíbulo del teatro Heredia y la novedad era que vendía también productos en pesos cubanos.

Los días que recibía el estipendio universitario iba a por libros y compactos que aumentaban mi discografía (y educaban mis gustos) de música cubana: Amaury Pérez, Xiomara Laugart, Los Zafiros… casi completé entonces mi colección de Pablo Milanés.

Para el Día de las Madres comencé a comprar allí los regalos. Nada menos que platos decorativos, con reproducciones de obras de reconocidos exponentes de las artes plásticas del país. Era la génesis del ambicioso proyecto Arte en casa, donde manteles, vajillas, cortinas y tejidos se convierten en productos culturales.

 

El autor de este texto comprando vajillas de Fabelo
El autor de este texto comprando vajillas de Fabelo

 

La funcionalidad y el valor estético se integran en una amplia gama de objetos utilitarios: en casa, brindo café a las visitas en tazas con un mapa de Cuba pintado por Eduardo Abela, cubro la mesa del comedor con los girasoles de Nancy Reyes, almorzamos en platos de Sosabravo… en el baño hay cortinas de Amelia Peláez y nos vamos a la playa con nuestras toallas de Servando Cabrera…

Promociones Artísticas y Literarias en la Cuba de hoy, más que comercializar e impulsar los productos y servicios culturales de la Isla –así a secas-, es el lugar a donde van los padres en agosto a comprar las mochilas y el material escolar que usarán los hombres y mujeres del futuro; acuden los enamorados a adquirir las postales para el Día de San Valentín o las jarras con los signos del horóscopo o reproducciones de arte cubano o universal; o donde se toma una buena cerveza o un cubalibre, mientras se escuchan boleros y sones.

El inocente niño de esta historia no sabía qué había detrás de aquellos cristales de la tienda en la playa Guardalavaca. No sabía que asistía a la creación de un sello auténticamente cubano. No imaginaba cuan presente estarían los productos de Artex en su vida cotidiana, y mucho menos, cuanto influirían en la educación de sus gustos estéticos.

Increíblemente, aquella “sociedad mercantil” que ahora cumple 30 años de creada, me enseñó a valorar la cultura cubana más que muchos de los libros que he leído sobre el tema, porque Artex es, en fin, un lugar “donde lo cubano, se convierte en arte”. Y de eso, ¡vivo orgulloso!

 

Los girasoles de Nancy Reyes
Los girasoles de Nancy Reyes

 

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