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Maykel Herrera. En la piel de su obra
20December
Artículos

Maykel Herrera. En la piel de su obra

La cultura visual del artista cubano contemporáneo Maykel Herrera está plagada de una síntesis metafórica que evoca, actualmente, a los infantes y que se insinúa en lo vernáculo y hasta etnotópico, por esa exploración de elementos alusivos al modo de vida y hábitat de un grupo humano específico. El Ser, conectado a su situación y en el espacio. Desde el momento en el que referenciamos en sus iniciales performances, instalaciones y lienzos, la continentalidad de otros y la insularidad nuestra, penetramos en una suerte de cartografía simbólica que, más allá de cualquier juicio, se sabe inacabada y plural.

 

¿Cómo valora los nuevos caminos de su generación?

Mi generación continúa aferrada a estudiar el fenómeno social y a trabajarlo de disímiles maneras; pero se añaden aspectos nuevos, lógicamente, como parte de un proceso en desarrollo a nivel internacional. Por ejemplo, la globalización de la información; la utilización de los mass media como soportes artísticos; el uso y abuso de la tecnología; el tema de la guerra, entre otros elementos que nos han servido como fuente de inspiración, ahora se investigan con más fuerza. Continuamos pensando en Cuba y escudriñándola. Eso hace que también nos demos cuenta de lo que acontece en otras regiones y que nos preocupemos por la humanidad en sentido general. Esta generación se sustenta en el drama sociocultural y se oxigena con aires de todas las latitudes.

 

¿Le domina alguna  influencia estética?

Sí tengo influencias; pero quisiera tener aún más. Para mí son paradigmas las obras de Leopoldo Romañach, las de Joaquín Sorolla, las de Jackson Pollock, entre otros. Con los parámetros, sobre todo formales, de estos maestros trato de hacer mi poción mágica, de alguna forma la ternura o el dramatismo de uno se mezcla con la agresividad o gestualidad del otro. Para mí, es la dualidad lo que más sentido tiene en este caso, es poder jugar con el equilibrio y tener en cuenta la lucha de los contrarios, que al final es lo que conduce nuestro comportamiento. En mis piezas se ve ese rigor académico; pero no se puede subestimar la fuerza que pretendo introducir con todas esas soluciones experimentales, incluso con visos de una pintura abstracta. Relacionar exitosamente esas dos tendencias es un reto para cualquiera, como lo es tomarse un vaso de leche con una cucharada de sal y otra de azúcar. Es verdaderamente riesgoso; pero ese peligro es parte de mi oficio y de mi pretensión como artista.

 

¿Qué significa para el artista enfrentarse al profundo blanco que le espera en el caballete?

Sé que debe ser algo muy serio la inseguridad que trasmite un lienzo en blanco para un pintor, para quien aplica este método de trabajo. En mi caso, nunca me he dado el lujo de abandonar una tela porque me halla sentido vencido por ella; eso sería una gran tristeza, y hasta una deshonra interna.

La responsabilidad de mi creación está dividida en varias etapas. Cuando voy a la tela es porque veo y conozco bien la imagen que quedará plasmada. En el camino se experimenta una creación formal; pero trato de evitar todas las sorpresas, es como si lograra controlarlo todo desde antes, para no verme inmerso en situaciones encima del soporte. Aun así, experimento mucho cuando ya estoy pintando, pero con toda la premeditación posible. Los borrones se quedan en el trabajo de mesa. Nunca he dejado atrás una obra porque no me guste; primero la veo, la disfruto, y luego la pinto.

 

¿Cómo conecta la sinceridad de sus reflexiones visuales con la realidad del mercado y del “espectáculo” que nos aqueja?

El mercado internacional en sí mismo encierra prototipos o paradigmas que, aunque permanezcan invisibles, están. Obviamente, hay ciertas inclinaciones estéticas relacionadas, en ocasiones, con las modas u otros factores, que van dictando el rumbo de la creación artística. Esto no es intuición y mucho menos ilusión, es la verdad de muchísimos circuitos de galerías e, incluso, de patrones comerciales que marcan algunas regiones o países en particular. Después de comprender todo esto y aprender de algunas amargas experiencias, siento que el verdadero artista es quien deja su piel en la obra, es quien conversa consigo mismo y llega a encontrar caminos sinceros con aroma de libertad.